Estamos a un año de la primera vuelta presidencial. Un año en la política colombiana puede ser el equivalente a medio siglo de acontecer político en cualquier otro país (el Estados Unidos de Trump, su camarilla y Rusia está llegando a velocidades políticas cercanas a la nuestra) y por lo tanto hacer predicciones y visualizar escenarios es una labor titánica y tremendamente especulativa.
Las encuestas de las últimas tres semanas dan cuenta de la incertidumbre y de la fragilidad de cualquier análisis en estos momentos tan distantes de la jornada electoral. No obstante, todas las encuestas demuestran que los niveles de pesimismo en el país están subiendo de la mano de una caída persistente de los niveles de aprobación de las principales instituciones. Además, la impopularidad del presidente Santos y su gobierno parece ser ya un hecho inmodificable. En este complejo contexto, al interpretar las desilusiones, necesidades y aspiraciones de los colombianos, se empiezan a perfilar un gran número de precandidatos que buscan heredar el maltratado solio de Bolívar.
Por un lado, irán los representantes de “la misma película”,
liderados por Germán Vargas Lleras…
Tal como lo había expresado en una columna previa, los más o menos 20 precandidatos actualmente en contienda con el tiempo se irán agrupando, oficial o simbólicamente, en varios campos. Por un lado, irán los representantes de “la misma película”, liderados en las encuestas por el fundador y jefe único de Cambio Radical (¿habrá un eufemismo mayor?), Germán Vargas Lleras. En este grupo caben los precandidatos del Partido de la U –Roy Barreras y Juan Carlos Pinzón– y los precandidatos del Partido Liberal –Juan Fernando Cristo y Juan Manuel Galán–. En esta asociación lo importante no son ni las propuestas ni las posiciones ni mucho menos el fondo ideológico, porque lo que los reúne son los medios a través de los cuales se hace política. Compra de votos, trabajo con políticos condenados o fuertemente cuestionados y dineros oscuros son los temas centrales de este equipo político. Aunque entre los precandidatos hay algunas personas serias y honorables, su presencia y aspiración por los partidos políticos que históricamente representan el clientelismo y la corrupción y su disposición a gobernar con quienes han escrito esa horrible página del país, los condena a profundizar en la tragedia que nos acompaña hace muchísimos años.
… por extremos diferentes irán los cinco precandidatos del Centro Democrático
y del conservatismo clerical, Alejando Ordóñez
En un primer campo de juego se moverán, aunque por extremos diferentes, los precandidatos del Centro Democrático: –Paloma Valencia, Rafael Nieto Loaiza, Carlos Holmes Trujillo, Iván Duque y María del Rosario Guerra y del conservatismo clerical, homofobo y misógino Alejandro Ordóñez– y, por la otra franja, aquellos precandidatos que han declarado ya su cercanía a las Farc como Piedad Córdoba. En este grupo existen diferencias en temas como la paz y el manejo de la economía, por poner solo dos ejemplos, pero coinciden en las estrategias para llegar al poder y en la manera de relacionarse con las instituciones. Para este grupo de políticos es necesario identificar un enemigo a quien endilgar los problemas de país (castrochavismo-oligarquía), hecho el cual, a reglón seguido, alimenta en los ciudadanos un miedo irracional a la hecatombe por venir. Bajo esta carpa se reitera continuamente que no existe democracia y por lo tanto la idea de una constituyente es cercana a algunos de los precandidatos (o sus jefes). Finalmente en este campo de juego se suelen fundamentar posiciones políticas no en la Constitución y las leyes sino en textos religiosos o en doctrinas “inevitables” como el materialismo histórico.
Debe surgir una gran coalición en el centro del espectro político, por fuera de las estructuras clientelistas y que le otorgue voz a la gran mayoría de un país cansado de la guerra, hastiado del robo continuado de los recursos públicos y dispuesto a trabajar por una sociedad desde el pluralismo y el respeto por la diferencia. Este grupo de precandidatos tienen el reto de construir una propuesta a pesar de sus diferencias y por fuera de todo radicalismo ideológico. Un verdadero centro, que no se llame así por “circunstancias más o menos fortuitas”, firme en principios de transparencia y legalidad, pero con la capacidad de encontrar soluciones a los problemas desde el pragmatismo, el sustento técnico y la experiencia acumulada.
… en el centro la coalición de independientes que empezó a cocinarse
alrededor del ajiaco de esta semana
La foto del ajiaco que compartieron esta semana los precandidatos Sergio Fajardo (Compromiso Ciudadano), Claudia López, Antonio Navarro (Alianza Verde) y Jorge Robledo (Polo Democrático) puede ser el inicio de una coalición de independientes que represente al país que muchos queremos. Experiencia y éxitos como gobernantes combinados con lucha contra la corrupción son un buen punto de partida, importante y valioso, pero no suficiente. El país necesita una propuesta seria sobre los temas centrales: Sistema de salud, desarrollo económico y generación de empleo, construcción de Estado y educación para las oportunidades. Esta coalición de centro tendrá que invitar a Humberto de la Calle para que abandone el Partido Liberal y entre a fortalecer al equipo que mejor puede aportar a la construcción de paz desde los territorios.
Si la coalición logra acordar una metodología y unas reglas de juego para elegir candidatos y si se mantiene ajena a la destructiva e irresponsable polarización que inunda el ambiente político y que tiene cansada a la gran mayoría de la ciudadanía, podrá ser un contendor serio para llegar a la Presidencia y escribir una nueva página para el país. Unos quieren hacer trizas, otros quieren simular para que nada cambie y otros, a pesar de los riesgos, ya están empezando a construir.