Me tocó mirar dos veces y frotarme los ojos para corroborar si era cierto lo que veía: una publicación en Facebook con una foto de carácter publicitario (iluminación cálida, buena calidad de imagen) de un ratón mirándome con tiernos ojos, bigotes y un pedazo de queso entre las patas. El texto decía: "Si me ves, no me mates, a pesar de la creencia popular, no soy sucio, simplemente déjame ir".
Vi quien lo publicaba y era una mujer de veintitantos con una foto de su gato en la portada y en su biografía la palabra animalista, empecé a ver sus contactos y lo mismo, fotos de sus mascotas y todos con la misma palabra, o causa: animalistas y un emoji de un gato, un perro y corazones.
¿Qué opinarán estos orates cuando salió en noticias hace poco de la invasión de ratas en Bogotá y el alcalde Galán lo declaró un problema de salud pública? Estuve buscando y como que se les cayó el internet, nada.
¿Sabrán que las ratas transmiten la leptospirosis, sabrán que los tiernos ratoncitos mataron a un tercio de la humanidad (50 millones de personas) entre 1347 y 1352 en la llamada peste negra o bubónica en Europa?
De este tamaño es la locura de los animalistas de ahora. Digo de ahora porque hay gente que sin tanto aspaviento y con profundas convicciones desde hace años realizan un trabajo muy loable, rescatan animales maltratados, recogen perros callejeros y de su bolsillo pagan veterinarios para curarlos y pagan manutención en guarderías mientras alguien los adopta.
El asunto es con los animalistas de hoy, a ver, yo entiendo que la necesidad de pertenecer o identificarse con alguna causa o grupo es necesaria (barras bravas, grupos de oración etc.) y la de los animales es facilísima pues no hay que estudiar nada, no hay que pagar semestres ni matrícula en ninguna universidad (a algunos les da por estudiar veterinaria y cuando les toca aprender a castrar un gato salen despavoridos). Simplemente, ponen 'animalistas' en su bio y por arte de magia… taráaan, ya lo son.
Hay unos llamados animalistas en tercera persona, es decir, les encanta publicar en redes que vieron por ejemplo un perro abandonado y que se comunicaron con zoonosis o una veterinaria para que los ayuden, pero no mueven un dedo más, hasta ahí les llega la empatía, ah, pero son felices recibiendo felicitaciones por su “trabajo”. Tan lindos.
Después están los animalistas extremos, los que defienden ratas, zancudos y plagas en general. Están de acuerdo con el aborto en humanos, pero no con el de los animales, las prioridades son invertidas: primero el gato que el sobrino, primero el perro que el parcero, son obviamente pet lovers, pagan por debajo de la mesa a un psicólogo para que les dé un certificado falso que muestre que su perro es de apoyo emocional y tienen que estar con el can a todos lados y en cualquier sitio (aviones, cines, hospitales, restaurantes).
¿Hijos humanos? Pffff, olvídenlo, eso sale carísimo. Si hicieran cuentas de cuánto se gastan en Mateo su mascota (sí, ahora tengo nombre de perro y es bien molesto salir a la calle y oír gritar mi nombre en los parques porque pienso que me llaman es a mí, en fin) se irían de culo viendo la millonada que han estado pagando.
Y entonces claro está, se van con toda contra el toreo y la fiesta brava, acá lo de las prioridades invertidas que menciono antes se potencia: publican en redes fotos y videos de toreros corneados por todas partes del cuerpo, y mucha sangre y el texto que acompaña la imagen: “Eso, por hijueputas, por asesinos”. Pregunta: ¿ustedes hubieran ido a una corrida y si el torero sale vivo se botan a la arena a acuchillarlo?
Pero bueno la ley antitaurina se aprobó, o eso creemos porque a los representantes animalistas a la cámara Esmeralda Hernández y Juan Carlos Losada, autores del proyecto de ley, se les olvidó un pequeño detalle: el aval fiscal de 410 mil millones que se necesitan para compensar las pérdidas de los ganaderos que no seguirán criando toros de lidia simplemente porque no será rentable.
La representante dijo en televisión que estaba segura de que los ganaderos lo seguirán haciendo “porque aman a los toros igual que nosotros lo hacemos,” ajá.
Qué curioso, los animalistas salvan a los toros de morir en una arena, pero de ahí para adelante ya no es problema de ellos, (animalistas en tercera persona) que los criaderos, los banderilleros y hasta la señora que vendía mazorcas afuera de la plaza miren a ver qué hacen, aunque ellos aseguran que eso no va a pasar, que serán reubicados, ¿entonces porque no consultaron con el Ministerio de Hacienda antes si existe ese dinero para subsanar la cantidad de gente que quedará desempleada? Lo que podría suceder es que la Corte Constitucional devolverá la ley al Congreso o la tumbará, veremos...
Me gustaría saber entonces cuál es el mundo ideal para ellos, ¿ver a los toros de lidia pastar, reproducirse y/o cruzarse con burras y yeguas libremente por praderas, montes y pantanos sin control alguno como los hipopótamos de Pablo Escobar? ¿Y si a algún desprevenido campesino le da por cosechar en media hectárea y un toro lo ataca y lo cornea de muerte, ustedes dirán “eso le pasó por invadir su territorio sagrado”?
La representante a la Cámara, cada vez que hace alguna acción animalista, termina escribiendo en X: “y vamos por más” ¿Qué significa eso?, ¿declarar la pesca industrial como un genocidio?, ¿prohibir los criaderos de pollos y mataderos también por genocidio? No están claros los límites, no sabemos si en el fondo ella quiere que todos seamos vegetarianos a la fuerza por ley, so pena de multa o cárcel por reincidencia: "Mi señora, ¿usted otra vez comiendo carne? Patrullero, llévemela a la estación a ver si 72 horas de encierro la hacen recapacitar".
Para terminar, un mensaje a los(as) miles y miles de perfiles con las fotos de sus gatos y perros: si su michi no es un gato persa de 4 millones de pesos, pues es común y corriente y ya los he visto todos y son blancos, negros, gordos, flacos, jóvenes, viejos, pardos, atigrados, con manchas y sin manchas.
A ustedes les dan likes por el amor infinito que les tienen, aun cuando las van a visitar y el gato se les abalanza a rasguñarlos por puros celos. Pero su gato, para mí que no las conozco, no es especial: es un gato más. No sean cansonas.