Paz del latín ‘pax’ significa equilibrio o armonía de las partes. En Colombia, durante los últimos años el presidente Juan Manuel Santos anunciaba el fin de la guerra con la guerrilla Bolivariana de las Farc, hecho histórico que iba a poner fin a más de cinco décadas de conflicto armado en el que pagaron con sus vidas centenares de civiles inocentes, soldados del ejército nacional y combatientes de la guerrilla Fariana; el pueblo colombiano se dividió entre quienes apoyaban la gestión del fin del conflicto bélico del presidente Santos y quienes no confiaban en el actuar de quienes sentarían la mesa de diálogos en la Habana pero estos bandos ideológicos compartían un mismo territorio: Colombia. Y esto significa estar bajo un mismo reglamento, un mismo presidente, una misma carta magna, un mismo color, un mismo hablar y una misma miseria… un mismo desempleo, una misma inseguridad, una misma hambre, una misma sed, una misma corrupción, una misma pobreza y una misma lucha por la supervivencia, o si se quiere, por el buen vivir.
Elementos nunca tenidos en cuenta por el gabinete del gobierno quienes pretenden desmovilizar combatientes de las guerrillas sin buscarles ocupación tal como ocurrió con las fuerzas ‘’desmovilizadas’’ de las AUC hacía el año 2005 quienes formarían bandas criminales en las principales ciudades del país.
El anhelo de paz se concentra en las clases medias y bajas del país, pues la clase alta ya cuenta con paz, con armonía, nunca toman armas o pelean una guerra, nunca sienten hambre (tal vez hambre de corrupción o la famosa ambición) nunca sufren por los malos tratos de las EPS, nunca hacen largas filas para reclamar un subsidio familiar o para reclamar mercados gratis en campañas electorales. A diferencia del colombiano promedio que anhela la paz en su diario vivir, en su acción de buscar comida para sus hijos, de buscar becas o subsidios educativos para ellos, de ganar un mísero salario mínimo, de rebuscar en la sociedad un mejor puesto para sí y para los suyos.
El anhelo de paz en Colombia no consiste en hacer esferos con balas y firmar tratos vacíos, ni hacer estatuas en plazas centrales de palomas, o de Gandhi o de Jesús, o de quien sea pacífico, sino que la paz consiste en jueces transparentes, en líderes verdaderamente humanos, en policías no corruptos ni asesinos, en ministros ocupados en su trabajo o ministerio, en congresistas verdaderamente honorables, en un país que se preocupe más por las leyes que le atañen directamente, en un país que deje atrás el odio, en que ningún niño muera desnutrido o deshidratado o que ningún animal o ser vivo sea maltratado, en que ningún río sea desviado de su causa, en que ninguna reserva natural sea inundada de cemento, en que ningún pobre tenga que robar, en que ninguna persona tenga que pedir limosna, en que ningún sacerdote viole, en que ningún estudiante sea maltratado por sus ideas… En que la misma paz sea un hecho concreto.
La paz verdadera es de toda clase social y toda persona sin excepción, la paz es, definitivamente la de la justicia social.