Ante el llamado de Petro a la desobediencia civil, a raíz de las interceptaciones que evidencian el entramado de compra de votos a favor de Duque en La Guajira y Santander con supuestos dineros del narcotráfico, los principales exponentes del “centro” han salido a descalificar el llamado del líder de la Colombia Humana a desconocer la legitimidad del gobierno Duque. Tanto Fajardo como la senadora se alinearon en una posición crítica y desestimaron el llamado de Petro. No me extraña la posición de Fajardo porque nunca ha tenido la valentía para asumir una postura realmente crítica con Duque, ya que sus nexos con el uribismo son evidentes (hace poco Uribe le echó en cara que le “sirvió” en algún momento de su carrera); sin embargo, sí me sorprende que Angélica Lozano haya caído en un evidente sesgo de apreciación cuantitativa. Parece que para la senadora un hecho delictivo (como lo es la compra de votos y más con dineros de dudosa procedencia) no resulta problemático para cuestionar una elección porque no pudo haber superado los “dos millones de votos”.
Resulta imposible determinar con claridad cuántos votos fueron comprados para favorecer a Duque en primera y segunda vuelta, pero eso no puede obviar que la compra de votos configura una de las mayores empresas criminales que inclusive ha llegado a un altísimo nivel de sofistificación. Con Aida Merlano quienes vendían sus votos eran monitoreados hasta con códigos de barras. Fue la misma Merlano quien prendió el ventilador y afirmó que los clanes políticos de la costa movilizaron su maquinaria de compra de votos para favorecer a Duque, algo que ha pasado de agache. Lo que sí queda claro con las revelaciones de la ñeñepolítica es que el narcotraficante Ñeñe Hernández diseñó un entramado de compra de votos en segunda vuelta y, aunque esto no hubiera sido determinante para otorgarle la vitoria a Duque, sí configura un delito que, al involucrar a personas claves en esa campaña como la Caya Daza y Priscila Cabrales, da cuenta de que desde esa campaña sí estaban al tanto de movimientos a todas luces ilegales y de plata “bajo la mesa”. A lo que se suma un posible aporte de un extranjero que seguramente nunca aparecerá reportado en Cuentas Claras.
Son esos hechos, incontrovertibles desde los audios que involucran a uribistas de primer nivel con un personaje grotesco y que gozaba de la confianza de Duque, los que motivan un llamado a la desobediencia civil ante un presidente que fue elegido apoyado en algunas regiones por las maquinarias de compra de votos, con dineros calientes y aportes ilegales. ¿Acaso esto no es lo suficientemente grave para motivar a una abanderada de la lucha contra la corrupción a cuestionar la legitimidad de esa elección?, ¿a partir de cuantos votos comprados una elección se puede considerar ilegítima?, ¿qué entiende Angélica por corrupción electoral? Vale la pena recordarle a la senadora que el Consejo de Estado determinó que un solo voto comprado anula la elección. Con su desacertada afirmación se pone en entredicho su compromiso en la lucha contra la corrupción electoral (que fue sistemática en la campaña de Duque) y le da la razón a quienes han cuestionado la citada consulta anticorrupción como una mera estrategia de autopromoción de Claudia López.