La hoy mayor electora del país, que sacó más de 100.000 votos al senado, niega con todo el descaro que fue una petrista de corazón. Cuando Gustavo Petro aspiraba a llegar a la alcadía, Lozano renunció a la ola verde porque no quería seguir respaldando a Antanas Mockus, y fue en busca del progresismo para que le diera el aval. Con este nuevo respaldo, que gritaba a diestra y siniestra con mucho orgullo, llegó al Concejo de la ciudad para ser parte de la bancada gobiernista.
Pero a Lozano ya se le olvidó todo esto. Ahora, siguiendo los pasos de su pareja Claudia López, quien para la misma época salía en todas las fotos abrazada con Enrique Peñalosa, quien a su vez era fiel seguidor de Álvaro Uribe, le cierra a portazos la posibilidad de que la izquierda se una para llegar a la presidencia, y con el descaro que la caracteriza, posa junto a Mockus orgullosa porque hace parte de los verdes que llegaron al Congreso. Esa misma foto le sirvió para la campaña electoral y le dio resultados.
Lozano, Petro le garantizó una curul en el Concejo de Bogotá, y usted renunció a él faltando un año para seguirle los pasos a su novia Claudia López. Volvió a los Verdes, que estaban compuestos también por el progresismo, y se aferró a la sombra de su pareja. No puedo asegurar que heredó su curul, pero tampoco es descabellado pensar que esos voticos que sacó hace una semana llegaron gracias a López. Usted no es corrupta, pero sí es una politiquera como muchos de los que están metidos allá en el Congreso, y también le juega al mejor postor, tal como lo ha hecho Claudia López en sus años políticos. No se le olvide que rabos de paja los tienen todos.
