Ángeles y demonios es una novela escrita por Dan Brown, que relata a historia de un profesor de simbología religiosa que se sumerge en la búsqueda de los secretos de la sociedad de los Illuminati para evitar que destruyan la ciudad del Vaticano. Aunque esta es una obra de ficción, paralelamente en Colombia unas sociedades infames buscan con su actuar acabar con el país.
El principal grupo que atenta contra la integridad de nuestra nación son los corruptos que apoderándose de los recursos públicos quebrantan la salud, educación, alimentación de niños, ancianos y el bienestar de los colombianos, a quienes han sumido en una pobreza, inequidad e injusticia social que no les permite el mejoramiento de sus condiciones de vida y la construcción de un mejor futuro para sus familias.
Otra sociedad que ha inculcado dolor, muerte y desesperanza al pueblo son los amantes de la guerra, quienes de manera injusta y mezquina quieren mantener al país en una guerra fratricida y absurda que no le permita encontrar el perdón, la reconciliación y convivencia armónica que nos conduzcan a una verdadera paz que garantice la construcción de un país con un real y efectivo estado social de derecho.
Y sin lugar a equivocarnos, nos tropezamos con la dirigencia política que con su afán de enriquecer sus arcas, militan como corruptos y amantes de la guerra, pues sus intereses no van más allá del ámbito personal, olvidándose de las necesidades y problemática que afectan al constituyente primario, a quienes de manera premedita y alevosa engañan y compran sus conciencias para que respalden sus pretensiones políticas y permitan perpetuarse en el poder per saecula saeculorum dejándolos a la deriva sin políticas públicas que se ajusten a la realidad y necesidad de la nación en aras de salvaguardar su integridad.
Por otra parte, vemos una colectividad que con su avenencia y silencio ha permitido que los diferentes grupos que han desangrado este país, sigan reinando y desmejorando la calidad de vida de todos, este sector son los abstencionistas que no participan de las grandes decisiones y elección de los gobernantes que regirán nuestros destinos, brindando de esta manera las condiciones para que los corruptos sigan manejando los hilos de esta gran nación.
Los colombianos debemos despertar del letargo que nos han sumido estas sociedades, asumir de manera activa y decidida el compromiso que tenemos con este gran país, participando en la toma de decisiones que permitan recomponer administrativa, financiera, política y socialmente la República, para que la honestidad y transparencia sean los pilares fundamentales en nuestros gobiernos.
Si no actuamos estamos condenando a las futuras generaciones a convertirse en el profesor Robert Langdón, envueltos en una carrera contrarreloj para salvar a Colombia de la guerra, miseria, inequidad, desigualdad y falta de oportunidades.