Si existe una figura que perturbe a los uribistas es Ángela María Robledo. Lejos de la división que genera el aplastante ego de Petro ella es incontrovertible. Su viraje hacia la izquierda no es otra cosa más que coherencia. De los verdes se fue desilusionando paulatinamente. Ya nadie sabe en qué color se están convirtiendo y tal vez el único auténticamente verde sea Mockus quien difícilmente regresará a la política. En medio de la borrasca que generó su destitución por parte del Consejo de Estado ha sabido encontrar la luz al final del túnel. Perder la curul en el Congreso le puede abrir el camino para aspirar a ser la primera mujer alcalde de Bogotá. Si existe algo que les da pavor a los del Centro Democrático es precisamente un político limpio, con principios. Alguien que no se calla nada.
En la fría y triste tarde del 7 de agosto del 2018, el bachiller Ernesto Macías, presidente del Senado en un país de puros “dotores”, dio el discurso más lamentable en la historia de las posesiones presidenciales. Mientras los rabiosos uribistas aplaudían y celebraban la cantidad de imprecisiones e insultos que le propinaba Macías al proceso de paz con las Farc, Ángela María, lejos de las cámaras de televisión que solo apuntaban a la tarima, se levantó y empezó a controvertir a voz en grito la retahíla. Paloma Valencia, empoderada, le contestaba con altanería a Robledo. Siempre ha sido valiente.
Ángela María milita ahora en la izquierda pero solo un uribista fanático –se cuentan por millones- podría decir que ha tenido filiación alguna con un grupo guerrillero. Es, como pocos políticos, realmente Decente y, como pocas mujeres, realmente una feminista integra. Su mamá llevaba la batuta de la casa, era la de la personalidad fuerte, la que la puso a marchar. Su papá solo le dio amor. En la católica Manizales de finales de los setenta los Robledo eran unas aves muy raras.
Muchos decidimos darle el voto a Petro cuando supimos que iba a ser su fórmula presidencial. Hasta Mockus decidió taparse la nariz y cruzar el océano que lo separaba de la Colombia Humana. Robledo le dio moderación y captó el voto de cientos de miles de indecisos que decidieron bloquear el uribismo. Por eso nos dio tanta rabia que el 17 de junio, mientras Petro a duras penas reconocía la derrota en la segunda vuelta presidencial, fue la propia Ángela María la que tuvo que recordarle a Gustavo “El autista” su trabajo, su esfuerzo para captar los 8 millones que obtuvo la izquierda, un número que jamás en la Historia habían alcanzado.
Existe un mundo entre una figura como la de ella
y la de un bachiller como Ernesto Macías
En el Congreso, Ángela María marcaba diferencia. Es que existe un mundo entre una figura como la de ella y la de un bachiller como Ernesto Macías. Ángela María y sus colgandejos indígenas, sus chaquetas de yin, su juventud eterna es una bocanada de aire fresco en esa alcantarilla que es la política colombiana. Hay algo en ella que me recuerda las profesoras más bonitas y humanas que tuve en la universidad. Ella es la educación, es el feminismo, es la igualdad. Es la Decencia, era demasiado para un Congreso mancillado por la infamia desde hace siglos. Yo todavía creo en esos valores, unos valores que al uribismo ramplón les da pánico.
Imagino que no pararán los ataques contra ella, el saboteo, el intento de matarla políticamente. Sobrarán las calumnias, los engaños. Yo creo que ella tiene teflón y está lista para otros retos. De todos los políticos que existen a Ángela María sería a la única que le pediría una selfie. Además de brillante es hermosa, ¿no creen?