Desde que se detectó el primer caso positivo de SARS-CoV-2 en el país, ya casi se completa un año. A partir de ese momento, el talento humano en salud que se encuentra en primera línea de atención ha tenido que vivir todo un desafío para enfrentarse a las consecuencias que el virus desencadena en los pacientes, no solo cuando presentan un cuadro clínico severo y se encuentran en la unidad de cuidados intensivos, sino también por las secuelas que se están reportando en quienes padecieron cuadros moderados y severos.
En esta ardua tarea los anestesiólogos han asumido un papel de gran valor en la atención de pacientes COVID-19, apoyando con otras especialidades la labor de los intensivistas, quienes lideran las UCI hospitalarias. Consultamos con el Dr. Hans García, quien es médico anestesiólogo y miembro de la Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación, para conocer cuál es el papel que cumplen durante la atención de la COVID-19 y por qué su intervención es tan importante para estos pacientes.
¿Cuál es el rol de los anestesiólogos en el manejo de pacientes COVID-19?
“La formación académica de un anestesiólogo tiene dentro de su enfoque y responsabilidad el manejo de pacientes de alto riesgo en situaciones críticas en el escenario perioperatorio, trauma y de cuidados intensivos. Los pacientes COVID-19 que desarrollan deterioro en su estado clínico, pueden requerir manejo invasivo de la vía aérea, ventilación mecánica, sedación, manejo y monitoreo hemodinámico; competencias y habilidades propias del saber de nuestra especialidad”.
Es decir que el anestesiólogo es un profesional del área de salud con el entrenamiento y preparación adecuada para apoyar la escasez de especialistas en cuidados intensivos durante la pandemia actual.
Por su parte, para la Dra. Olga Marina Restrepo, médica anestesióloga en la ciudad de Manizales, señala que los anestesiólogos no solo realizan actividades como sedación o manejo directo de anestesia en salas de cirugía, sino que además llevan a cabo la evaluación perioperatoria de pacientes tanto en consulta como en hospitalización, realizan intubación y participan en el traslado de los pacientes que se complican a diferentes áreas hospitalarias.
Por otro lado, los anestesiólogos están entrenados para dar manejo a la sedación y relajantes musculares, en caso de que se requiera administrar al paciente durante su hospitalización.
¿Cuándo se debe intubar a un paciente de COVID-19?
De acuerdo con información dada a conocer por el Hospital Cleveland Clinic (Florida), se recomienda ventilación mecánica en aquellos pacientes que no responden a las estrategias de soporte respiratorio no invasivo. Lo que significa que un paciente con COVID-19 requiere intubación cuando sus condiciones respiratorias se han deteriorado y necesita ayuda de un ventilador artificial para respirar.
En este caso y con el paciente bajo sedación y relajación, se introduce un tubo en la tráquea para poder conectarlo al ventilador. En todo este proceso es probable que el anestesiólogo intervenga en diferentes momentos, como cuando se debe realizar de forma segura la maniobra de pronación (poner boca abajo al paciente), lo cual ha demostrado que puede mejorar en muchos casos la respiración.
¿Si fui positivo para COVID-19 me pueden administrar anestesia?
De acuerdo con los especialistas, a casi un año de pandemia en Colombia, muchos pacientes que padecieron la enfermedad han tenido que ser llevados a procedimientos quirúrgicos prioritarios o de urgencias por patologías no covid. En caso de requerir una sedación o anestesia para una cirugía, es muy importante informar al anestesiólogo los tiempos transcurridos desde la fase inicial de la enfermedad hasta el momento de la intervención, así como también, cuál fue la severidad del cuadro clínico y posibles complicaciones en otros órganos o sistemas.
Sin embargo, los especialistas aclaran que los tiempos recomendados para una intervención quirúrgica son de 4 semanas para quienes fueron asintomáticos, 6 semanas para los sintomáticos sin hospitalización, 8-10 semanas para los hospitalizados en área general y 12 semanas para quienes estuvieron en UCI. Cabe resaltar que, si el procedimiento quirúrgico es de urgencia la intervención debe realizarse con todas las medidas de bioseguridad; para esto es importante que el paciente informe sobre la presencia de síntomas respiratorias, pues existe un alto riesgo por la exposición permanente que tienen los médicos con las diminutas partículas que salen de nuestra boca o nariz, lo que se conoce también como micro gotas de aerosol, esto aumenta las probabilidades de contagio para todo el personal de la sala de cirugía y en especial para el anestesiólogo.
¿Cuáles han sido los principales desafíos que han enfrentado los anestesiólogos?
Para el Dr. Hans García, no solo los anestesiólogos, sino en general todo el talento humano en salud que se encuentra en primera línea de atención de la COVID-19, han tenido que enfrentarse a un panorama crítico. En primer lugar, con los problemas laborales para algunos, el riesgo de contagio para todos, pero también y muy preocupante la carga emocional relacionada con el manejo de la muerte como se ha sufrido en esta pandemia y en especial en este último pico. “No es mental, ni emocionalmente sano para el personal médico y paramédico sobrellevar una mortalidad tan alta durante el manejo de estos pacientes tan severamente comprometidos, pacientes que pueden ser familiares, amigos o colegas”.
El especialista resalta que la fase de inmunización aún se puede demorar y que, si bien el talento humano en salud se encuentra a la espera de que inicie el proceso de vacunación, pasarán varios meses para que la efectividad de la vacuna disminuya el riesgo de contagio tan alto que existe actualmente:
“Nosotros sabemos que es muy probable que tengamos que afrontar un tercer pico, desafortunadamente el periodo para que la vacuna ayude a lograr esa inmunidad de rebaño, tomará un largo periodo y lamentablemente todos los días vemos ese irresponsable comportamiento de tantas personas que nos exponen al contagio, favoreciendo el riesgo de volver a tener una ocupación de camas de cuidados intensivos desbordada, escasez de medicamentos y más grave aún, escasez del recurso humano calificado en cuidados intensivos”, agrega.