El expresidente Andrés Pastrana, gracias a su ejercicio de gobierno entre 1998 y 2002 y gracias ahora a su repentina amistad con Álvaro Uribe, ha sido y sigue siendo un sujeto muy útil para el uribismo. A pesar de que años atrás Pastrana era un fuerte contradictor de Álvaro Uribe, ahora son grandes amigos que comparten una obsesiva aversión al proceso de paz entre el Estado y las FARC-EP. Aunque antes sus mutuas críticas mostraban una relación que parecía irreconciliable, ahora están juntos en la batalla para que en 2018 llegue un gobierno que se oponga a la implementación de lo acordado en La Habana.
¿Por qué es tan útil? Esta conveniencia parte del pésimo gobierno que el hijo de Misael tuvo entre 1998 y 2002. Además de tener que soportar una de las crisis económicas más fuertes durante su gobierno junto con el escalamiento del conflicto y el fracaso del proceso de paz de El Caguán, este periodo es recordado como uno de los peores de la historia del país.
Durante el gobierno de Pastrana la intensidad del conflicto aumentó considerablemente, pues mientras las FARC-EP y el ELN escalaban en su accionar violento, el paramilitarismo, muchas veces en connivencia con la fuerza pública, cometía masacres y desplazaba campesinos. Las noticias nos mostraban la tragedia humanitaria en que estaba sumido el país, junto con los problemas económicos propios que trajo la finalización de la década del 90. Aunque yo estaba muy joven, el panorama del país era, a todas luces, muy malo.
Este es una de las principales razones para que Pastrana sea tan útil para el uribismo, pues cada vez que discuto con un uribista acerca de los logros y desaciertos del gobierno de Uribe, me recuerdan lo mal que estaba Colombia con Pastrana. ¡Sin duda! Cualquier cosa es mejor que el gobierno de Pastrana. Durante el gobierno de Uribe, tiempo de bonanza económica no solo para Colombia sino en general para América Latina (si no me creen miren las cifras de crecimiento en otros países de la región) hay en el ambiente de los colombianos un mayor optimismo y en los medios de comunicación se vende la idea, que en parte es cierta, de una mayor seguridad (seguridad que trajo consigo un alto costo en materia de violación de derechos humanos). Esta es la razón primordial para que muchos vean a Uribe como un mesías.
Sin embargo, en términos generales, la desigualdad, la seguridad en las ciudades, la garantía de derechos como la salud y educación no cambiaron significativamente. Incluso hubo cosas que empeoraron: las garantías laborales disminuyeron, se promovieron TLC de los cuales hoy día estamos sufriendo las consecuencias y se le abrió las puertas, de par en par, a una inversión extranjera extractivista que ha traído efectos nocivos sociales y ambientales. En el caso del conflicto, hay que reconocer que hay una reducción en algunos delitos, como por ejemplo en las masacres gracias a la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (siempre es mejor desarmar). Pero no cumplió con su promesa y principal bandera de acabar con las FARC-EP, y ni cerca estuvo, pues si se revisan cifras, desde el año 2008 hay un repunte del accionar militar de esta guerrilla. En síntesis, aunque es mejor que Pastrana, el gobierno de Uribe no cambió nada de manera sustancial, por eso no entiendo la razón de tal idolatría.
Ahora, a pesar de fuertes recriminaciones que se hicieron mutuamente Pastrana y Uribe en el pasado, ahora están juntos para luchar por el poder en 2018. Pero, aunque muchos piensen que Pastrana no le suma al uribismo, yo pienso que sí. Tiene la visibilidad suficiente gracias a su posición como expresidente, tiene respaldo de sectores del Partido Conservador, partido que goza de un caudal electoral aun muy importante en algunas regiones del país. Seguramente cuando se armen las alianzas, Pastrana, Alejandro Ordoñez, Marta Lucía Ramírez, y quizá, Germán Vargas Lleras, le sumarán muchos votos “al que diga Uribe”.
En síntesis, no es para nada despreciable el favor que le está haciendo Pastrana al uribismo para regresar al poder en 2018. Ellos saben más de cálculo político que otros sectores de la política colombiana, que por querer demostrar o defender principios ideológicos, terminan estando en desventaja frente a la gran maquinaria que tienen en su poder los enemigos de la reconciliación del país.
Nota: El que no le suma nada al uribismo es Juan Carlos Pastrana, el hermano de Andrés, quien desde la red social Twitter no hace nada más que quedar en ridículo intentando ser irreverente.