A mediados del 2003 Andrés López tocaba fondo. La rumba, la promiscuidad, las deudas y el desorden imperaban en la vida de esta incipiente estrella de la radio bogotana. Su intento de imitar la irreverencia de La Tele en Pido la parola, un frívolo programa juvenil, no había tenido el éxito esperado. Tenía un hueco de angustia a la altura del pecho y para llenarlo saltó de religión en religión. Desde el cristianismo al hinduismo pasando por el Zoroastrismo, nada podía llenar el vacío en el que la futura figura del stan-up comedy criollo se hundía.
Tuvo que refugiarse en La Mega, justo después de haber llegado de Canadá, en donde sólo le bastaron un par de semestres para graduarse con el improbable título de Educador Experencial. En su largo periplo de ocho años en la Universidad de los Andes dejó inconclusas dos carreras: Ingeniera de Sistemas y Antropología. La razón de este cambio tan abrupto la da el propio comediante con su habitual modestia “Yo creí que los computadores iban a salvar a la humanidad, después me di cuenta que no, que lo que iba a cambiar al mundo era el ser humano y por eso me pasé a la antropología, después dije, no, es la educación y por eso terminé educación”. Pero ahora la vida lo volvía a poner en su sitio y lo alejaba de todas esas grandes cosas con las que había soñado cuando era un estudiante del Liceo Navarra y que ahora, con treinta años encima, parecían esfumarse para siempre.
Todo cambió el día en que una de las chicas con las que salía en esa época le presentó a su papá, un hombre muy alto de hablar pausado “Que exhalaba civilización por todos sus poros”. En esa primera conversación lo llevó a la austera biblioteca y le mostró el libro con el que volvería a nacer: El camino a la felicidad escrito por el físico, astrólogo, médico, siquiatra, escritor, filósofo, mentalista y farsante profesional L. Ron Hubbard, creador de la Cienciología, incongruente religión que pone en un mismo saco la reencarnación, el sicoanálisis, los viajes astrales y la descendencia que supuestamente los humanos tenemos con civilizaciones alienígenas.
A pesar de que Hubbard ha sido rebatido hasta el cansancio y que un juez de la Corte Superior de California lo describiría como “un hombre que ha sido virtualmente un mentiroso patológico en cuanto a su historia y hazañas personales. Los escritos y documentos en evidencia adicionalmente reflejan su egoísmo, codicia, avaricia, lujuria de poder, y su ansia de venganza y su agresividad contra las personas que él percibe como desleales u hostiles.” Mientras que la corte suprema de Londres acusó a la cienciología de ser una secta “inmoral y socialmente nociva” y que los cienciólogos han sido hallados culpables de cargos criminales en Canadá, Estados Unidos, Alemania e Italia, la gente, atemorizada con las trompetas del fin del mundo, han abrazado la doctrina de Hubbard y hoy en día se estiman que hay más de 10 millones de cienciólogos alrededor del mundo.
El fugaz suegro del cuentero no sólo era cienciólogo sino que oficiaba como auditor de la secta y allí mismo le hizo una audición, es decir lo acostó en un mueble y le pidió que cerrara los ojos y con un par de frases lo hipnotizó. Regresaron en el tiempo hasta el principio de los días, cuando Andrés era sólo polvo de estrella “Entonces me vi, atrapado entre dos vidas, en la mitad del universo y vi el camino: quiero ser comediante. Entonces comprendí cual era mi lugar en el universo”. Al abrir los ojos sintió que todo había cambiado. “La ciencieología no te juzga, ni te dice que eres bipolar ni ninguna de esas patrañas de la siquiatría”. Claro, eso pa que la gente se mata estudiando medicina si la verdadera felicidad se consigue siguiendo la doctrina de un charlatán. Por eso Andrés decide dejar la amargura y el fracaso y el 21 de diciembre del 2003 se hace cienciólogo.
No fue Cristo, Buda o Mahoma, fue Hubbard y su método el que lo sacó del hueco en dónde estaba. Él, que pensaba perderse para siempre en el anonimato, se encontró de frente con el éxito y es así que el 3 de marzo llena el Jorge Eliecer Gaitán “Y empezó el boom de La pelota de letras, un boom que me ha permitido ocupar un espacio como comediante mundial. Porque a mí ya me conocen en todo el mundo. Imagínate que en Japón me dijeron, ¿cómo hizo usted para conocer la cultura japonesa, usted vivió en Japón? ¿Cómo conoce tanto a nuestras mamás? Es que usted como nosotros también vio a Centella” Con el éxito aumentó no sólo su compromiso con la cienciología, de la cual es uno de sus más avezados embajadores, sino su ego. Y ese ego desmedido lo lleva a exagerar, a olvidarse que debido a las pocas oportunidades que ofrece el país en materia de educación y trabajo, el colombiano que pueda tener los medios no le queda otra que salir y desperdigarse por el planeta. Si se presenta en Tokio o en Buenos Aires, el teatro va a estar abarrotado de sus paisanos. La afirmación de este imitador de Lucho Navarro y McPhanton es tan absurda como si los Hermanos Monroy o Montecristo hubieran dicho a finales de la década del setenta que ellos en Nueva York eran muy conocidos porque en más de una ocasión llenaron el Madison Square Garden.
Su show se convierte en un fenómeno de masas y es por eso que Universal Music edita un DVD con su monólogo, iniciativa que resultó un éxito absoluto de ventas hasta el punto de que en el 2006 y después de haber vendido 60 mil unidades de su Pelota de letras, Andrés López se convirtió en el primer humorista nacional en ganar un DVD de Diamante.
El país, dominado hasta sus tuétanos por la cultura uribista, tenía al comediante que se merecía. Todos se arrodillaban ante el cuentero y palabras como “Chiflón” y “Sereno” se hicieron populares en toda Colombia. López había logrado su sueño: el de exportar el humor del parque de la 93 a Tumaco, Quibdó, Buenaventura , Cúcuta, Ipiales y demás lugares insospechados y remotos. En el 2006, cuando el furor del DVD se expandía como un incendio incontenible, no había un solo colombiano que no hubiera adoptado el excluyente, ofensivo y clasista humor de los niños bien bogotanos. Antes de una presentación en Buenos Aires, ante la rolada que lo aplaudía a rabiar, dejó bastante claro cuál era la esencia de su show “Yo vengo a traer todo ese calor de las noches bogotanas, de Andrés Carne de Res, de la zona T, ósea, si la humanidad tiene punto G, nosotros tenemos zona T”.
En los años finales de la década pasada, después de Álvaro Uribe, Andrés López era la persona más importante, influyente y querida por los colombianos. Su constante voz de aliento a la fuerza pública en su tenaz lucha contra el terrorismo comunista, hizo que su imagen positiva se disparara aún más. La obsesión que este niño grande tiene por el ejército se le fue debidamente recompensada. En el año 2006, para su cumpleaños número 35, la Fuerza Aérea le quiso cumplir uno de sus tantos sueños: manejar un avión de las FAC. Noticias RCN mostró al feliz comediante dentro del avión, alzando su dedo pulgar y con una sonrisa que le partía en dos la cara como si fuera un navajazo.
Su fama creciente hizo que hasta el mismo presidente de la república le pidiera un par de shows privados para él y su staff más cercano y en retribución a los servicios prestados el 25 de noviembre del 2008 la Comisión Segunda del Senado de la República lo condecoró con “la Orden Mérito a la Democracia en el Grado Gran Caballero”. Incapaz de hablar en serio o de hilvanar una idea coherente, dijo en su incomprensible discurso de agradecimiento que para él “Ha sido una experiencia maravillosa el ser colombiano”, además aprovechó la oportunidad, no para protestar por los falsos positivos que en ese momento azotaban al país, sino para mandarle un mensaje a sus héroes, los militares, los mismos que le habían dado un par de años atrás un paseíto en una nave “Las fuerzas armadas y la policía son instituciones perfectas, porque están en el imaginario colectivo, ¿porqué? Porque un país se imaginó la policía y un país se imaginó las fuerzas armadas” después de esta incongruencia, dicha con la solemnidad del sabio que pretende que sus palabras se escriba en hilos de oro, se despidió con una venia de los honorabilísimos senadores uribistas.
Andrés López recibiendo “la Orden Mérito a la Democracia en el Grado Gran Caballero”
https://www.youtube.com/watch?v=RT22CCWoNiM
Y entonces el hombre que fue compañero de Alejandro Villalobos y colega de Jeringa se elevó, ante nuestros ojos, al estatus de artista y filósofo. Su Pelota de letras dejó de ser un show al que no le faltaba la gracia, para convertirse en un tratado antropológico de la vida cotidiana. Un reconocido catedrático bogotano escribió en su blog refiriéndose al monólogo de Andrés López” es prácticamente un estudio antropológico y social de los núcleos familiares colombianos y latinoamericanos desde la segunda mitad del siglo 20 hasta la actualidad, desde el punto de vista de un comediante “stand-up”. Por ende, es un material interesantísimo, verídico y, por sobre todas las cosas, muy divertido”. Las puertas de las universidades más prestigiosas del país se abrieron ante la reencarnación de Nobert Elías y allí iba, a hacer las mismas caras y los mismos gestos y riéndose de sus propios chistes.
Ya en la cumbre de su popularidad el pobre Andrés, como si de un actor fanático de Stanislavsky se tratara, quedó inmerso en su propio personaje. En todas las entrevistas realizadas hasta la fecha, López se siente con el compromiso de parecer siempre desparpajado, cómo si un humorista estuviera en la obligación de mamar gallo cada vez que le ponen un micrófono al frente. Siempre riéndose él antes que nadie de sus propios chistes.
Cuando ya no hubo un solo rincón del país en donde este intelectual no hubiera escupido su “Estudio Antropológico” tuvo que empacar sus maletas y empezar a hacer su Tour Mundial. Allá dónde hubiera una colonia de Colombianos, allá llegaría, no importa si fuera en Nepal, La India o en Pakistán, en donde él afirma tener muchísimos seguidores. Trató de reinventarse con Me pido la ventana o Frutica Picada sin ningún éxito. La gracia se le había ido. Era como si hubiera hecho un pacto con el diablo y éste le hubiera concedido el talento temporal para escribir su Pelota de letras. A partir de allí él lo único que hizo fue reciclar su célebre monólogo, agregándole ciertos aspectos coyunturales o aplicándole, de una manera ridícula y desacertada, el acento según el país en donde se esté presentando. “Parafraseando a Heráclito, nadie se baña dos veces en la misma comedia. Por eso La pelota de letras y La frutica picada son shows vivos. Si tú los ves notas como han crecido, cómo les he agregado cositas” y así se le pasa por el continente, tratando de hacer reír a los miles de bogotanos que extrañan la comida en Andrés Carne de Res y el ambiente chévere y descomplicado del parque de la 93.
Cuando se le pregunta porque Pelota de letras es un show universal, él se vuelve un ocho y da esta incomprensible explicación “Como colombiano que soy formo parte de una nación llamada Argentina, recordemos que Colombia es como una fusión de la influencia mexicana, de la influencia española, influencia caribeña, influencia argentina por este lado, entonces si por un lado estuvo Octavio Paz por este lado estuvo Jorge Luis Borges, por el otro lado estuvo…eh, ujum,… todo se fusiona, así y se crea toda esa mescolanza de nuestras identidades acompañadas, somos como un conjunto de naciones que se acompañan en sus identidades”. Plop!. Si quieren comprobar que lo suyo es humor local, llamen a su amigo chileno o argentino y póngalos a ver alguna de sus presentaciones. Por supuesto que no entenderán ni jota. Aunque él está convencido de que “La pelota de letras se acopla a cada país. Por ejemplo acá en argentina a un celador se le dice vigilador, entonces yo lo cambio así” y además no le da miedo afirmar que su monólogo, como La Comedia Humana de Balzac o En busca del tiempo perdido de Proust “está hecho para romper los miedos de la humanidad”. Cómo diría Woody Allen, provoca darle una cachetada con un calcetín de estiércol.
Ahora, sin dejar sus oficios de comediante y motivador profesional, Andrés López intenta consolidarse como actor de cine. En la segunda parte de De Rolling por Colombia, a estrenarse el viernes 16 de mayo en las salas del país, interpretará a nueve personajes. Seguramente repartirá todos los Ahí le dejé el tintico, Cuchuflies y Chiflones que lo han hecho tan famoso. Igual no necesita mayor cosa, la gente con sólo verlo se ríe y eso ya de por sí es una ventaja para nuestro cienciólogo preferido. El público colombiano no es exigente; con una carantoña bien exagerada es más que suficiente para arrancar una sonora carcajada.
Cómo han cambiado las cosas….pensar que hace 20 años nos reíamos con Zoociedad y con La tele. Parafraseando al maestro Fernando Vallejo me hago esta pregunta, que sirve no sólo para cuestionar nuestro precario humor sino todos los aspectos de la sociedad colombiana: ¿En qué momento la muchacha del servicio se convirtió en la dueña de la casa?