Andrés tenía cinco años cuando su papá, Camilo Llinás, fue elegido presidente del Club Deportivo Los Millonarios. Era 2002 y el Club sufría en ese momento las inclemencias financieras por haber sido propiedad de Gonzalo Rodríguez Gacha, uno de los narcos más despiadados de Colombia.
Buena parte de sus propiedades, empezando por el lote de Fontanar, principal activo del Club, estaba embargado como consecuencia del pasado de su exdueño. Llinás era el hombre indicado para intentar sobrellevar un barco que se hundía en medio de una borrasca.
Había sido viceministro de Comunicaciones de Andrés Pastrana, excandidato a la Alcaldía de Bogotá, presidente de, la Asociación Colombiana de Fabricantes de Autopartes (Acolfa) y estuvo al frente de la Plaza de Toros de la Santamaría.
En medio de sus ocupaciones, Llinás estaba atento a las peticiones de su hijo Andrés que desde pequeño soñaba ser como Bonner Mosquera, máximo ídolo de Millonarios y juntos, madrugaban a ver los entrenamientos.
Andrés Llinas arrancó el el fútbol de la mano de su padre y de Mario Vanemerak.
En una de esas madrugadas, Andrés le suplicó a su papá que lo metiera en la Escuela de Mario Vanemerak. El exvolante argentino le vio condiciones y le dijo que su futuro estaba en el fútbol. Así fue como a sus nueve años de edad ingresó a las divisiones inferiores del Club. Su color de piel, su pelo rubio, y su origen, contrastaba con el del resto de sus compañeros que lo veían como un niño “gomelo”.
Fútbol y toros juntos, pero no revueltos
Pasaron los años y tanto el padre como el hijo siguieron persiguiendo sus sueños. Camilo Llinás fue el presidente más importante que tuvo la Corporación Taurina de Bogotá, organización encargada de administrar la famosa y emblemática Plaza de Toros de la Santamaría construida en 1928 por el arquitecto español Santiago Esteban de la Mora y fue escenario para faenas de toreros como César Rincón, quien hizo historia al salir tres veces consecutivas por la puerta grande de la Plaza de las Ventas en España.
En esa época, mitad del siglo pasado, personajes de la política y la cultura, entre ellos los ya fallecidos Fernando Botero, Antonio Caballero, Gabriel García Márquez, Hernando Santos, director de El Tiempo, estaban completamente imbuidos en la Fiesta Brava, la hazaña de Rincón era comparada a ganar un mundial de fútbol y Llinás, que había conocido a Rincón en 1986, le debía al torero buena parte su exitosa gestión.
Los Llinás, una familia feliz.
Hasta el hoy presidente del Partido Liberal y expresidente de la República, César Gaviria, estuvo allí en 1993 para que Rincón le ofreciera un toro. Gestos similares serían impensables en estos momentos para que un político midiera su popularidad y menos en una plaza de toros.
En 2000, Camilo Llinás dejó de estar al frente de la Plaza de Toros y decidió meterse de lleno a su otra pasión: El Club Los Millonarios en donde observa jugar a su hijo Andrés Llinás, quien debutó en el fútbol profesional antes de cumplir veinte años gracias al argentino Miguel Ángel Russo.
En su momento, sus detractores, dijeron que todo se debía a rosca y que Camilo Llinás habría aprovechado sus contactos dentro del Club para promover a su hijo. Por eso, el jugador raras veces habla públicamente de su familia.
La última vez que se supo de algo sobre su padre, por ejemplo, fue cuando en julio del 2023, en plenos festejos por el título que obtuvo su hijo en la Liga, le robaron. El hecho lo mantuvo la familia con bajo perfil para cuidarle la espalda al defensa.
Camilo Llinás, quien alguna vez tuvo dudas sobre la profesión que escogió su hijo, vivió su momento más feliz en 2022, cuando el técnico Néstor Lorenzo convocó a Andrés por primera vez a la Selección Colombia.
Desde entonces, nadie discute que es un buen jugador y si no ha salido de Colombia a jugar en otra liga es porque no tiene ningún tipo de afán. El mono, lo único que pretende es hacer grande al Club Los Millonarios, el club de los amores de su padre.