Andrés Iniesta, un elogio a la coherencia

Andrés Iniesta, un elogio a la coherencia

No hubo escándalos, marketing innecesario, reflectores que hicieran brillar la gomina de su peinado, hubo talento puro para encumbrarse como un ídolo eterno

Por: Andrés Gallo Posada
abril 30, 2018
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Andrés Iniesta, un elogio a la coherencia
Foto: Reuters

La coherencia es la perfecta armonía entre el sentir, el pensar y el hacer. Quien la logra la exhala como el más fino de los perfumes, se percibe en la tranquilidad de sus actos y se evidencia cuando en el momento justo logra su objetivo.

De niño Andrés Iniesta Luján de Fuentealbilla ya despuntaba como un jugador talentoso. De hecho, esa habilidad innata lo llevaría de las fuerzas básicas del Albacete a La Masia, la mítica cantera azulgrana que abría las puertas a un niño manchego, que siempre que lo entrevistaban era coherente con su discurso “vengo aportar al equipo, a hacer un buen trabajo, para lograr ser campeones". Incluso, esa frase que muchos repiten podría servir en el 99, en el 2009 o en el 2010, años en los que alcanzó la gloria con goles suyos definitivos.

Iniesta definió un objetivo, quería ser campeón del mundo, ese era su sentir. Entonces, ¿qué podía pensar? Seguramente que debía formarse. Lo anterior lo llevó a actuar y desprenderse de la vida de un niño normal de 12 años y emprender un camino, con los sacrificios y cambios de su vida. Esos frutos se verían recompensados rápidamente cuando años después se alzó con el mundial Sub-15 de clubes con un gol suyo frente a Rosario Central. Ya empezaba esa buena tradición de goles determinantes.

Con 18 años, Louis Van Gaal le dio la oportunidad de debutar con el primer equipo del Barcelona. Aunque no era el más mediático, el más alto, el más guapo o el más controvertido, Iniesta ya podía dar unas señas de lo que vendría. En efecto, un relator se animó a llamarlo el cerebro.

Pues bien, los siguientes dos años serían de preparación entre la filial del Barcelona y el primer equipo. A sus veinte años ya era definitivamente del primer equipo y el primer cambio de Frank Rijkaard, en un equipo lleno de estrellas como Ronaldinho, Rivaldo y Eto'o. Con la mezcla mágica de la cantera donde aparecía un tal Carles Puyol, defensa centro recio y serio, un complemento perfecto para el juego de Andrés, llamado Xavi Hernández y unos metros más adelante entraba uno más chico en tamaño y en edad, un rosarino desechado en su país por Newells y River, alguien que respondía al nombre de Lionel Messi.

Así se escribía con letras de oro la historia más brillante del Barcelona Fútbol Club, que paralelamente desde el 2001 vivía una historia con la Roja, la selección española, año en el que se coronó campeón de Europa Sub-16. Cinco años después Luis Aragonés le dio la oportunidad en la selección absoluta, llegaba a un equipo que históricamente se caracterizaba por ser un animador de los torneos. España era un hueso duro de roer, pero no le alcanzaba para ser campeón, solo una Euro era el palmarés hasta entonces de la selección.

No obstante, ese año se rompió la sequía y España se proclamó campeona frente Alemania. Y con participación superlativa de Andrés vendría un cambio de timonel y la preparación a la esquiva Copa Mundo, que por primera vez se jugaría en África.

El primer partido del mundial no fue el mejor y los españoles cayeron 0 a 1 frente a Suiza, ¿se vendría otra desilusión mundialista? No, el equipo se repuso y cabalgó en los siguientes encuentros. Luego, en semifinales se volvió a ver la cara con Alemania, su rival en la final de la Euro, una máquina teutona con sed de venganza que en el papel pintaba como favorita para llegar a la final. El resultado fue un partido tenso, que se definió con un solitario gol de Puyol y que llevaba a España por primera vez a una final.

El 11 de julio quedará en la memoria de todo el pueblo español. Aquella noche en Johannesburgo, España y Holanda se enfrentaron por lo que sería la primera copa del mundo para el vencedor; un partido recio, con el recuerdo de una patada de karate de Nigel de Jong sobre Xabi Alonso y las salvadas épicas de Iker Casillas sobre Arjen Robben.

En el tiempo de reposición todo indicaba que se llegaría a los penales, hasta el minuto 116, cuando Iniesta recibió un balón filtrado, avanzó unos metros y lanzó el balón sobre la humanidad de Stekelenburg... Y gol, gol de España. Por primera vez eran campeones. De la emoción, Andrés se quitó su camiseta azul y dejó entrever en el pecho un mensaje para su amigo que ya no estaba, Dani Jarque. Desde el más allá veía cómo su nombre aparecía en el momento más glorioso del fútbol español.

Con la selección vendría una Euro más, completando el lustro más glorioso de alguna selección. Con su club ha logrado ocho ligas, va camino a la novena. Eso, sin contar con seis Copas del Rey, 7 Superligas, cuatro UEFA Champions League y un mundial de clubes. Andrés Iniesta, apoyado siempre en su coherencia, a los 34 años ha decidido retirarse del Barcelona y estar un tiempo más en una liga diferente.

En 2010, la votación que hizo France Football para otorgar el balón de oro dio como resultado Lionel Messi; sin embargo, para el corazón del mundo el ganador fue “El Manchego”, “El Cerebro”, don Andrés Iniesta.

No hubo escándalos, no hubo marketing innecesario, no hubo reflectores que hicieran brillar la gomina de su peinado, hubo talento puro y coherencia para encumbrarse como un ídolo eterno y hasta ahora el mejor futbolista que haya parido España. Hasta siempre, don Andrés.

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