Andrés:
Hace un par de semanas, usted publicó una carta abierta dirigida a Julián Román, a quien acusa de haber “desatado (…) una serie de ataques en su contra”. De acuerdo a sus declaraciones, el motivo que el actor tuvo para “atacarlo” es un proyecto de ley estatutaria que, según usted, los medios de comunicación son responsables de “coloquialmente” llamar: Ley Andrés Felipe Arias.
Julián Román no es el vocero de un ataque en su contra, Andrés. Es un colombiano más, indignado por los atropellos de un partido político y un sector de la sociedad que se creen por encima de la ley y hasta de lo divino y terrenal.
Julián Román es una persona reconocida en todo el país y su voz es el eco de miles de voces que ya se habían levantado en protestas contra lo que se aprobó el pasado martes 3 de diciembre en primer debate ante el Congreso (mientras miles estábamos en las calles marchando y protestando “el paquetazo de Duque”): el proyecto de ley estatutaria Andrés Felipe Árias, también la reforma tributaria o de “crecimiento económico”, la reducción de la jornada laboral de 48 a 45 horas (que beneficia solo a los grandes empresarios, como siempre) y el hundimiento (por falta de tiempo, como cosa rara en ese Congreso lleno de parásitos que no legislan en favor de la gente sino en contra y detrimento) del proyecto que permitiría elegir fiscal general por méritos y no conveniencias con el presidente Iván Duque y su pesada sombra, Álvaro Uribe Vélez, entre otros proyectos tan importantes como la legalización de la eutanasia.
Andrés, había motivos de sobra para indignarse con las ratas del Congreso, el proyecto de ley estatutaria creado para beneficiarlo a usted solo fue uno más, aunque el más publicitado y mencionado en redes y medios.
Todos esos proyectos de ley hieden a vicio y corrupción y por eso generaron indignación nacional y uno de los miles de indignados es Julián Román, a quien usted decidió instrumentalizar para ganar indulgencias y conmiseraciones, que usará, seguramente, como parte de una campaña para limpiar su nombre. Andrés, el perdón existe pero la memoria resiste. Los colombianos no vamos a olvidar, así usted y su círculo social, manipulen, transgredan, corrompan y mutilen las leyes para beneficiarse. De hecho, si algo así llegara a pasar, así usted salga libre, los colombianos sabremos que lo hizo con argucias y manipulaciones contra el aparato legislativo. Y eso lo hace aún más criminal. Un hampón.
Continúo explicando que lo único coloquial que veo en toda esta maraña de reacciones ante el despropósito de ese proyecto de ley estatutaria (propuesto por el centro democrático y que además es inconstitucional y no pasará ante la Corte) es su actitud y la del sector social-político que a usted lo rodea, lo protege y lo “salameréa”.
¿Entiende usted que, coloquial, es un estilo de conversación cotidiana, familiar? Ergo, para usted y su círculo, tertuliar con la ilegalidad como tema de cotilleo es algo… si, coloquial. Y señalo su actitud porque deja claro que para usted y su gente (gentuza), la cosa juzgada no es sagrada, inmodificable, ni mucho menos acatable. Que lo sacro consignado en los códices colombianos, no son más que insignificancias vulnerables a ser cambiadas, modificadas y rediseñadas, a pulso de sastre, para que sirvan solo a un grupo de privilegiados; como usted.
En su actitud desafiante ante la justicia colombiana no hay “humildad ni desprendimiento de odios”, solo demuestra la soberbia del que se cree superior a la ley y sus preceptos. Superior a los estrados judiciales, superior al aparato legislativo, superior al pueblo colombiano. Usted se burla de forma temeraria en la cara de quienes lo investigaron, lo imputaron, lo juzgaron y condenaron. Y no fueron unos pocos, fueron los tres órganos de investigación y control, Procuraduría, Fiscalía y Corte Suprema de Justicia, quienes lo encontraron culpable de los hechos por los que purgará dicisiete años y cuatro meses, en “su lugar de reclusión” tipo club social. Sin embargo, para usted y su estirpe política atestada de soberbios y déspotas, los tres órganos investigadores son solo una payasada. Usted, Andrés, es cosa juzgada, así no quiera (o no lo quieran dejar) aceptarlo.
Exclama usted en su carta abierta que “no es el criminal que Julián cree”, Andrés, Julián no es el único que lo cree. Quienes hemos seguido de cerca su caso y entendemos todas las providencias de los 3 órganos que lo condenaron a usted, también lo creemos. Y no somos pocos, no somos pírricos, no somos tontos.
También afirma usted que su “paz interior” es tanta que “se sabe inocente”. ¡Vaya soberbia! Usted recuerda, y muy bien, que el 19 de julio de 2011, el procurador general de la Nación de la época, Alejandro Ordóñez, lo destituyó de su cargo como ministro de Agricultura y además lo inhabilitó por 16 años por, y cito: "haber incurrido en falta gravísima al no haber adoptado medidas para evitar que esos dineros públicos (por medio de AIS) fueran entregados a personas que, en realidad, no correspondía".
Por el contrario, usted diseñó y ejecutó el programa Agro Ingreso Seguro y sabía para quiénes estaba diseñado. Y no era para los campesinos más necesitados. ¡Oh no! Era para los grandes apellidos que habrían girado millonarias sumas de dinero para la campaña presidencial de Álvaro Uribe Vélez y, además, sería la plataforma para su propia campaña presidencial. Si es que ya le decían “uribito”. ¿No sentía que los pelos del cuello se le erizaban cada vez que le decían así? ¡Qué horror!
Ahora, según usted, presuntamente ¿los órganos de control “autónomos” no habrían utilizado de forma transparente el código a su disposición y lo habrían imputado e inhabilitado de manera ilegal? Según usted y su defensa, se ha cometido senda injusticia con usted. ¿Allí empieza su defensa y clamor de ser un “perseguido político”?
¡Qué injusticia! Haber descubierto que usted favoreció al entonces presidente de Colombia, Álvaro Uribe Vélez, firmando (los dos) el decreto 732 de 2008 con el que Uribe y su familia, se apropiarían de más de 3 mil millones de pesos del erario de los colombianos. Dineros públicos, señor, producto de los impuestos que millones de colombianos pagamos tras rompernos la espalda y la salud en largas jornadas laborales. Dinero sagrado porque es dinero sudado. Usted no suda lo que se gana, Andrés. Usted simplemente no suda. Se necesita ser muy caradura para ser incapaz de reconocer semejante despropósito y vulgaridad criminal y no caer de rodillas ante el país y pedir perdón…
Pero no le bastó con darle tres mil millones a Uribe y su familia, aunque dudo que solo hayan sido tres mil, ese viejo zorro no tiene llenadero cuando de plata y acumulación de riqueza se trata, qué va, si es que el erario da siempre para más. Usted entregó 1,4 billones de pesos a terceros. Majadero.
En su carta, además, explica que se despoja de odios y que siente “sumo respeto” por Julián Román. Bien por usted. Respetar a los demás es un valor moral plausible. Pero en realidad usted miente. Usted no respeta a Julián. Ni a nadie que en su buen juicio y criterio, se atreva a declarar que usted es un criminal juzgado y condenado. Porque usted no siente remordimiento ni vergüenza por sus actos. Si así fuera, no estaría condonando y validando un despropósito y descaro legal como el que pretenden Uribe y su jauría de parásitos.
Afirmo que usted no respeta a Colombia, por una simple razón. Usted no da puntada sin dedal. Usted es calculador, manipulador y maquiavélico. ¡Mierda, si es que usted creó Agro Ingreso Seguro, señorazo!
Usted actúa con perfidia, como los pícaros. Por eso, su carta no es un token de buena fe o de humildad. No señor, es un cálculo de marketing político concebido para instrumentalizar la oposición de miles de Ccolombianos y la de Julián Román. Pero no le funcionó.
No sentimos conmiseración por usted porque su suerte usted la desbarajustó al creerse tan superior en inteligencia y sagacidad que fue capaz de diseñar un entramado de tramitología notarial para que hacendados millonarios disfrazaran sus tierras y las hicieran pasar por subarriendos para así poder acumular la mayor parte posible de los subsidios. Eso, Andrés, es un acto criminal, en consecuencia usted fue imputado y condenado, o sea, usted es un criminal.
Así su mente tan brillante no pondere su nombre vinculado a un adjetivo calificativo que reduce su carácter al de un bandido. Si usted es inocente ¿dónde están los 1,4 billones de pesos que le entregó a personas ricas que no los necesitaban?
Usted en su carta invita a “ser firme y fuerte con las ideas pero suave con las personas”. No, Andrés. En Colombia ya no podemos ser suaves con bandidos almidonados. Ya nos tienen hartos, hastiados, exhaustos, mamados. ¿Quiere un trato justo? Bien, diríjase al país y pida perdón.
Reconozca que cometió un crimen, que lo fraguó, que sabía que estaba en la línea de la ilegalidad y que acepta las consecuencias. Abrace a su familia y a sus hijos (si los tiene) y dé ejemplo de entereza y valentía. Desmárquese de ese círculo de criminales que lo rodea y lo adula. La adulación es un veneno para el alma y quien adula solo pretende engañar, aprovechar y defraudar.
Finalmente, sea su propio yo, no se deje manipular más. Si es eso lo que está sucediendo. Aclárele al país que usted no quiere aspirar a ser presidente y que tampoco lo veremos más trabajando en cargos públicos y/o celebrando contratos con el Estado. Dedíquese a la docencia, que ya lo ha hecho. Pero no le enseñe a los jóvenes cómo hacer entramados criminales, por favor, se lo suplico.
“Solo posee el poder aquel que se inclina para recogerlo” (Crimen y castigo, Fiódor Mijáilovich Dostoyevski).
Cordial saludo.