Andrés Espinosa, su historia y las verdades de sus fotos

Andrés Espinosa, su historia y las verdades de sus fotos

Con casi 60mil seguidores en Instagram y su empresa propia este fotógrafo santandereano se proyecta como un joven talento en la industria de la moda colombiana

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septiembre 30, 2018
Andrés Espinosa, su historia y las verdades de sus fotos

Andrés llegó unos minutos tarde. Una lluvia inclemente poseía la ciudad. Sin embargo, apareció en el Illy del Virrey luciendo sweater, tennis, gorra y pantaloneta. Al menos la mitad de su pinta era Adiddas, marca de la cual es embajador. Venía del gimnasio y parecía no importarle el frío. Le dije que no nos demoraríamos más de una hora y junto a un tinto empezó a contar su historia.

El primer paso importante de Andrés Espinosa en la fotografía empezó con lookbook.nu, una especie de red social donde sus usuarios pueden compartir fotos luciendo diferentes looks. Andrés, que estaba recién egresado del colegio New Cambridge de Bucaramanga, se tomaba tan en serio los looks que posteaba que hasta viajaba a Bogotá solo para buscar ropa y accesorios. En lookbook se convirtió en toda una estrella. Hasta su casa en Bucaramanga llegó un contrato para modelar en Europa. Solo debía firmarlo y apostillarlo en Cancillería. "Eso es trata de blancas" sentenció su desconfiado padre.

Cuando llegó la hora de elegir carrera la fotografía no era una posibilidad. Además, el hecho de haber sido un excelente estudiante no parecía ser coherente con una carrera como la fotografía. Terminó en la Universidad del Externado estudiando Gobierno y Relaciones Internacionales. Solo duró dos semestres. “Pero igual agradezco ese tiempo. Ahí aprendí cosas que hasta hoy me siguen sirviendo; aprendí de finanzas, francés y hasta a neutralizar mi acento santandereano porque me ponían en clases de expresión”. A su estricto padre no le quedó más remedio que aceptar la decisión de su hijo de estudiar fotografía en La Salle College.

- ¿Y al final te dieron título técnico o tecnológico?

-Ya ni me acuerdo.

Lo que sí recuerda muy bien es que durante el tiempo que fue estudiante de fotografía no se quedó quieto. Desde el primer semestre contactaba modelos por Facebook. Les ofrecía fotos gratis a cambio de que posaran para él. Buscó todo tipo de contactos para meterse en el mundo de la moda. Cuando terminó de estudiar no le hizo falta trabajo.

Fernando Hurtado, director de la agencia de modelos Contacto Básico, lo conoce desde aquellos años: “He visto toda su carrera y su evolución como fotógrafo. Una cosa que siempre ha estado presente en él es que es muy detallista. Eso se nota en el resultado final. Además que es una gran persona y es muy agradable trabajar con él”.

Hoy Andrés Espinosa tiene 28 años. Ha fotografiado políticos como Juan Manuel Santos y Gustavo Petro, y a celebridades como Andrea Serna, Silvia Tcherassi y Sara Sampaio, esta última ángel de Victoria’s Secret. El 2019 lo recibió concentrado en su gran proyecto. Se llama Open Studios, su empresa de producción fotográfica. Busca ir más allá de la fotografía. Es decir, Andrés no solo toma las fotos. También busca maquillador, estilista, modelo, locación y cuadra hasta el último detalle de todo lo que implica una sesión de fotos profesional. “Mi objetivo es hacer que clientes pequeños, que están limitados de presupuesto, puedan acceder a servicios profesionales. Básicamente trato de ajustar la producción al bolsillo de cada cliente”.

La diseñadora sincelejana Eugenia Fernández, con quien acaba de hacer unas fotos en la costa para su última colección, es uno de sus casos de orgullo. “Ella no tiene por qué saber de modelos, estilistas, buscar locaciones, etc. Yo armo toda la producción y ella puede concentrarse únicamente en su colección. Mi trabajo también tiene mucho que ver con saber leer su marca y reflejarla de la mejor manera en las fotos finales”.

Sin embargo, en Open Studios no está solo. Hay un equipo permanente de 7 personas que para proyectos aumenta. “Mi labor es de director creativo y de hacer curaduría a quienes trabajan conmigo. Cada uno de ellos está ahí porque conozco la calidad de su trabajo”. En ocasiones los clientes prefieren esperar a que haya un espacio en su agenda para que sea él quien directamente tome las fotos, aunque la alta demanda por sus servicios lo ha obligado a delegar funciones. “Si mando a alguien a que tome unas fotos es porque estoy seguro que puede hacerlo bien”. El trabajo en equipo desde su empresa también tiene la ventaja de poder ofrecer servicios específicos que él no cubre. Por ejemplo, el vídeo o la fotografía de eventos. Para ello busca personas especializadas en cada campo.

El empresario Álvaro Rodríguez, esposo de la presentadora Laura Tobón, juega un papel clave en Open Studios. “Álvaro sabe mucho de empresas. Él invierte en ellas. Esta va a ser su séptima empresa. Para mí es ideal que él me acompañe porque me ayuda con toda la parte legal y financiera, y yo me concentro únicamente en lo creativo”.

-Tú debes estresarte mucho, ¿verdad?

-Sí. Pero trato de mantener el estrés por dentro. No puedo maltratar a la gente.

- ¿Y nunca te han sacado la piedra?

-Solo recuerdo una vez que pasó. Había dos modelos posando para una foto, pero en lugar de trabajar en equipo para lograrla estaban compitiendo entre ellas y así no se podía.

En el 2016 tuvo una crisis existencial. Necesitaba oxigenarse. Dejó congelada su carrera en Colombia y se fue a una pasantía de seis meses en Nueva York. Ahí se aventuró en el estudio del fotógrafo colombiano Daniel Matallana. Conoció otra forma de hacer fotografía de moda. “Nueva York me gustó. Crecí y aprendí mucho pero no quisiera trabajar allá”.

Recuerda un día que fue asistente en una producción fotográfica para la revista GQ. Su labor era únicamente sostener un fondo. No obstante, fue más allá. Se encargó de traer tintos y refrigerios. Conversaba con cada persona que podía. Veló porque cada miembro del equipo estuviera bien. Hasta terminó de amigo de uno de los influencers que debían ser fotografiados. Al día siguiente su jefe recibió una queja. Andrés debía hacer solo lo que le tocaba hacer. Nada más. “El gringo es más frío, pero por eso mismo es mucho más eficiente”.

Fue en Nueva York donde tomó conciencia de la importancia de las redes. La era influencer apenas acababa de estallar. Regresó con la idea de usar Instagram no solo como una plataforma para mostrar su trabajo sino para venderse a sí mismo como una marca con rostro y nombre propio. Por eso hoy tiene casi 60mil seguidores que no solo están interesados en su trabajo "Puedo hablar de cosas que la gente quiere saber de mí. Pero siempre dejando claro que soy fotógrafo y de eso es de lo que más sé".

Marcas como Adiddas y Águila han visto en él un embajador para que las represente. Esta última lo llevó al mundial de Rusia 2018 junto a personajes como Paulina Vega, El Mindo, Goyo y Lincoln Palomeque. Águila lo escogió para ser parte de un grupo de 10 influencers que fueron seleccionados para generar contenido en redes mientras apoyaban a la selección Colombia.

En su Instagram también hace tutoriales donde comparte sus conocimientos y visión de la fotografía. El más visto fue uno donde por medio de Photoshop deformó a la modelo Angélica Duque. Se inspiró en una escultura de bronce. Alargó sus piernas, redujo su cintura, eliminó sus cejas, agrandó su pupila y pintó de morado su piel; la dejó como un alien. Lo hizo para concientizar a sus seguidores de lo fácil que es manipular una imagen. “Y eso mismo es algo que hice con Photoshop cualquiera puede hacerlo con un celular. Estamos bombardeados por imágenes que están construidas y eso es peligroso. Quisiera decirle a la gente hay que aprender a manejar de una manera más responsable las imágenes que consumimos”.

Siendo consciente del trabajo que implica manejar una cuenta de Instagram aceptó la ayuda de una agencia para administrar contenidos. En ese punto de la conversación saqué mi celular para ir a su perfil. Lo primero que encontré al abrir mi feed fue una foto de Johana Bahamón abrazando a sus dos hijos. Andrés la había posteado 34 minutos atrás.

-Bonita foto la que acabas de postear.

- ¿Cual? Déjame ver... Ah, la postearon ellos.

Andrés nota mi gesto de desconcierto. Sin necesidad de preguntarle nada me aclara: "Eso no es que ellos tienen mi clave y arman todo. Compartimos un drive dónde están fotos que hago yo con captions que también hago yo. Toca así porque si fuera yo solo no tendría forma de administrar una cuenta de Instagram".

Su celular no dio tregua. Durante la hora y media que estuvo conmigo llegaron mensajes que exigían respuestas y llamadas pidiendo ser contestadas. Uno de esos era de Juliana, su asistente. Al día siguiente tenía fotos. Antes de irse pidió una especie de arepa la cual tardó más en llegar que él en desaparecerla; lo hizo en menos de cinco mordiscos. Cuando se despidió, la lluvia se había calmado. Andrés desapareció al otro lado de la carrera 15 entre la multitud del Virrey bajo una sombrilla azul.

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