Fue una noche magnífica. Nos reunimos para volver a ver a los Fabulosos Cadillac en Bogotá y terminamos prendiéndole veladoras a Aterciopelados. Los muchachos, ya cincuentones, están en su mejor momento. En este país de reggetoneros no hay una banda de rock que nos una más que Héctor y Andrea. Yo no me acordaba que los quería tanto. Creo que ninguna de las doce mil personas que fuimos al Cosquín rock anoche lo recordaba. A Andrea le perdonamos todo. Es la única hippie con discurso que soportamos. Le perdonamos que su voz sea cada vez más frágil. Todo eso lo compensa a punta de carisma y, sobre todo, de coherencia. Cada vez que se sube a un escenario a Echeverry y Buitrago no les da miedo torcer sus éxitos de siempre para hacer nuevas versiones. Es como si las canciones todavía estuvieran vivas y fueran mutando, como los niños que nunca tuvieron. No es solo un ejercicio de nostalgia. Por eso siguen tan vigentes. Los veinteañeros gozan Baracuratana con el fervor que lo hacemos los cuarentones. A Andrea le perdonamos incluso que se haya inventado la cada vez más insufrible pachamamartería. Andrea es de verdad.
Los Aterciopelados alargaron su intervención casi media hora. Nadie protestó. Todos estábamos felices. Como no estarlo. La primera edición del Cosquin Rock colombiano le deja varias enseñanzas a los organizadores de los megaconciertos. A diferencia de lo que sucedió con los Rolling Stones o U2 no hubo esperas largas y agotadoras. Adentro el whisky fluía como el agua y sin embargo no vi a ningún borracho insoportable o peleas. Fue una fiesta que empezó con Aterciopelados y que mantuvo Residente. El ex Calle 13 se desató de marcas, se fue al África a buscar sonidos nuevos y lo está consiguiendo. Residente es mucho mejor solo que con su hermano Visitante. Nunca me ha gustado su música, siempre me ha parecido un revolucionario de plástico, pero anoche le vi tanta potencia que le creí todo y hasta en algún momento me enfervoricé y fue mi guía, mi gurú. La música latina necesita un gurú y creo que Residente lo está logrando.
En algún momento creí que Residente iba a opacar a los Fabulosos Cadillac pero que va. Tenían casi 10 meses de no venir -estuvieron en Almax- y la gente estaba ansiosa. Claro que los de Sergio Rotman estuvieron a la altura. Vicentico sigue siendo una de esas presencias arrolladoras del rock argentino y tal vez uno de los músicos más amados en Colombia. Los Cadillac volvieron a casa y se gozaron un concierto apoteósico. Cuando terminaron el show, bien entradas las dos de la mañana, la gente se fue feliz coreando sus canciones. Nadie estaba cansado, todos querían seguir la rumba.
