Siempre he sido amante del teatro, seguidor de la labor del Teatro Nacional y partidario a morir de Anamarta de Pizarro.
Siempre, en esas funciones de estreno y cócteles gratuitos de eventos culturales bogotanos, cuando alguien ataca la labor de Anamarta de Pizarro como directora del Festival Iberoamericano de teatro, yo afilo mi espada y dirijo mi contraataque. Generalmente, dejo sin fundamentos y sin cabeza al bribón criticón que quiera bailar sobre el cadáver de Anamarta.
Volviendo a Anamarta y a mi amor por ella, hoy siento que tengo derecho a expresar mi desencanto con las situaciones que se han presentado desde hace ya meses.
Hace más de un año surgió una polémica inmensa en los altos círculos teatrales capitalinos cuando Daniel Álvarez, hijo de Fanny Mickey, fue sacado por la puerta de atrás del Teatro Nacional cuando era su Director Artístico. El problema no fue sacar a Daniel, el problema fue el daño que el escándalo le hizo a la imagen del alicaído Teatro Nacional.
El cubrimiento mediático y la idea que se posicionó en el público fue que esta era una institución casi muerta y claro, bribones criollos con ínfulas de europeos, con mejor gusto que los pobres colombianos, no pararon de buscar un medio que los entrevistara para aumentar el escándalo con declaraciones malintencionadas.
Los ecos de ese escándalo aún salen a flote en reuniones y borracheras bohemias. Claramente, en ninguna de esas reuniones se encuentra a Anamarta, pues todos son expertos gestores hablando a sus espaldas. Además, tampoco escucho en esas reuniones una propuesta que mejore la situación actual.
Y ahora, más de un año después del escándalo de Daniel, surge el escándalo de los grupos no pagos por parte del Festival Iberoamericano de teatro en su versión anterior.
La cosa es que Anamarta se comprometió a pagar las deudas con los grupos de teatro colombianos antes del lanzamiento del siguiente festival y resulta que el día 23 de agosto de 2017, que se llevó a cabo el lanzamiento del festival de teatro, a los grupos aún no les han pagado.
Esto por supuesto enfureció a los grupos, pues claramente Anamarta no cumplió.
Ahora bien, el problema no es tanto que no les paguen paguen los grupos (aunque lo es), el problema es el daño que esto le hace al festival.
El festival es una institución, un orgullo, que expresa de muchas formas lo que es Bogotá. Por eso, el festival debe estar en manos del Teatro Nacional y de Anamarta, aunque Anamarta nos esté fallando.
Fíjense:
- Ante el alboroto de Daniel, Anamarta cerró la boca.
- Ante las críticas malintencionadas de Antón Ego, Anamarta guardó silencio.
- Ante las peticiones de los grupos y sus deudas, Anamarta incumplió.
- Ante la carta del Asociación de actores (ACA), Ana Marta guarda silencio.
- En el pésimo “evento” de lanzamiento del festival que viene el próximo año y donde se presentó un grupo (Fuerza bruta) que no supera a los chicos de Swing Latino o de Circo para todos de Cali, todos esperábamos que Anamarta hablara, pero no pasó.
Anamarta de Pizarro y sus reacciones tibias e ingenuas más que su labor misma (porque esta señora trabaja) están haciéndole daño a la imagen y buen desarrollo del festival.
El festival, el Teatro Nacional y el mismo teatro Bogotá necesitan un líder, y a usted querida Anamarta se le dio está responsabilidad: por favor sea esa persona en este momento. Lo peor que puede hacer es no aparecer y dejar que sus críticos se ganen más adeptos y terminen sintiendo que tienen la razón (que nunca la tendrán).
La gente necesita esperanza, luz, que le digan que todo va a estar bien. La gente no sigue a un líder silente.
A los actores no se les paga y resulta que Flora Martínez se volvió la vocera del festival… y sí, ella linda, muy linda, aunque su obra Frida es un calco de los textos de la película y Flora actúa aburrida toda la obra sin mayores matices… pero a Flora le corresponde esa labor. ¿Vocera?Nahhhhh
Necesitamos a Anamarta, la directora.
El lanzamiento del festival tuvo su peor lanzamiento en años, en serio, fue mil veces mejor el del año pasado y ahora empiezan a surgir las dudas sobre si la figura de administración delegada del festival en manos de la nueva empresa está funcionando y si es gente competente para esta labor. Recuerde que llegó a ser el festival más grande del mundo y usted es la directora. Ahora usted está brillando por su ausencia y esta empresa brilló por su inexperiencia y “poco buen trato” (pedían cédula para entrar al evento y hacían que las personas, sobre todo las mujeres, le dijeran a la persona de logística el nombre completo y número que aparece en la cédula… para entrar a una función que duró 40 minutos porque era gratis...)
Para los que llegaron a leer hasta aquí les tengo estas perlas:
- ¿Sabían que algunos de los grupos a los que supuestamente el FITB les adeuda pagos no han pasado la cuenta de cobro?
- ¿Se dieron cuenta de que el comunicado de la ACA que circuló en redes sociales no está firmado?
- ¿Dónde está Diana Ángel? Debería surgir una figura conciliadora de su parte. Finalmente, ella es miembro ACA, pero es de las consentidas del Teatro Nacional y todo el año ha trabajado para el teatro y el teatro para ella. (Todos te amamos: ¡Aparece!)
- ¿Sabían ustedes que la gran mayoría los proveedores del FITB aprovechan el evento y cobran el doble y el triple por sus productos y servicios?
