Teniendo en cuenta que los comicios electorales para elegir el nuevo mandatario de los colombianos iniciarán en menos tiempo de lo esperado, es menester afirmar que la conclusión estipulada por los analistas políticos es que ninguno de los candidatos llegará a segunda vuelta sin una estrategia política organizada en una coalición, sin duda alguna, podemos asegurar que la travesía por la casa de Nariño comenzó como una batalla campal entre los partidos tradicionales y los partidos contemporáneos y desde ya es posible avizorar que la contienda será una de las más disputadas en la historia política del país. La polarización en torno al proceso de paz está vigente y jugará un papel fundamental en la contienda electoral. Por esa razón, los candidatos y las coaliciones se cuidarán de exponer posiciones radicales. Sin embargo, estoy seguro que las alternativas políticas estarán influenciadas por dos decisiones independientemente de quien fuese escogido como mandatario de los colombianos. La primera es mantener el acuerdo firmado en la Habana y la segunda, como ya lo anunció el expresidente Uribe, será modificar algunos puntos del acuerdo. Lo cierto es que por la coyuntura que atraviesa el país y con una implementación de un postconflicto en pleno desarrollo y un plan establecido a 10 años, estas elecciones serán atípicas y ameritarían estar en tribuna.
En lo concerniente a la Unidad Nacional, que fue una maquinaria legislativa importante para reelegir al presidente Santos en su segundo periodo y de igual manera imponerse en el Congreso de la República, los analistas han expresado que sería eficaz si el objetivo es salvar el acuerdo de paz establecido en la Habana. De lo contrario, sería imposible alcanzar una votación importante para mantener una hegemonía y al santismo en el poder. Incluso en el interior de la Unidad Nacional existe una evidente división entre los que piensan que la alternativa sería acercarse al uribismo y a Cambio Radical, y los que están defendiendo la idea que el uribismo presente su propio candidato. No obstante, hasta el momento el futuro en este sentido es incierto.
El Centro Democrático por su parte sigue consolidándose en el país como una fuerza política importante e influyente. El expresidente Álvaro Uribe ahora unido al expresidente Andrés Pastrana acaba de anunciar una gran coalición para "recuperar el rumbo del país". Dicho aviso se esperaba por lo contundente que resultó la alianza de los dos expresidentes para derrotar al plebiscito el año pasado, demostrando como dije anteriormente la polarización establecida en el país.
Los fajardistas están recolectando unas firmas para impulsar la aspiración política del matemático, aunque no se descarta una posible coalición. Los petristas por su parte están desilusionados por la posible inhabilidad a Petro para aspirar a la presidencia, debido a los más de 217.410 millones que le adeuda al estado colombiano; mientras que las mujeres están soñando con que por primera vez una mujer pueda dirigir el rumbo del país. En un hecho que de presentarse sería inédito en nuestra historia política colombiana y en lo que concierne a Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, seguramente apoyarán el proyecto político que respalde los acuerdos firmados en la Habana, así lo ha insinuado Timoleón Jiménez en diversas ocasiones.
El procurador Alejandro Ordóñez, quien recientemente confirmó su candidatura, además de tener como bandera la conservación y el fortalecimiento de la familia como propuesta principal en su campaña política, ha manifestado en sus declaraciones que de ganar las elecciones se las jugaría con una asamblea constituyente. Por otro lado, ha sorprendido a la opinión pública el divorcio de Juan Carlos Pinzón con la Unidad Nacional y su deseo de aspirar a la presidencia sin el apoyo del santismo, debido precisamente a que algunos pensábamos que iba ser parte esencial en la Unidad Nacional.
En lo concerniente a las mujeres, la exsenadora y activista Piedad Córdoba, una representante aguerrida de la izquierda colombiana, ha regresado a la arena política pero sin el aval de las encuestas y de algunos colombianos. Sin embargo, lo que sorprende es que de igual manera les está sucediendo a Clara Obregón y Martha Lucia Ramírez, pues no figuran en las primeras posiciones en las encuestas, en unos resultados que lamentablemente son nefastos para sus aspiraciones. Pareciese que los colombianos no contemplaran la opción de que una mujer dirigiera el destino de la nación.
En el tema de las coaliciones, que definitivamente será un componente fundamental en la futura contienda electoral, es importante que hagamos el siguiente análisis de modo que podamos contextualizar acerca de lo que se está moviendo en los sectores políticos, miremos: según el testimonio de algunos analistas las colaciones serían específicamente tres y estarían conformadas de la siguiente manera, veamos: la primera coalición estaría abanderada por el expresidente Álvaro Uribe y contaría con los cinco precandidatos del Centro Democrático, la conservadora Martha Lucía Ramírez y el movimiento del exprocurador Alejandro Ordóñez; el segundo sector estaría liderado por el exvicepresidente Germán Vargas Lleras a quien acompañarían los diversos sectores del Liberalismo, el Partido de la U y también algún sector de los Conservadores; la tercera coalición estaría conformada por la izquierda, actualmente muy dividida, es decir, Claudia López, Jorge Enrique Robledo, Gustavo Petro, Antonio Navarro y su larga lista de precandidatos.
Ahora, sabemos que en tiempos de pre-elecciones las encuestas históricamente han tergiversado la opinión pública mediante su maquinaria manipuladora, ubicando en los primeros lugares a los candidatos que más ofrecen por debajo de cuerda y logrando posicionar y generar en los incautos una imagen positivista de aquel candidato presidencial, así lo indica la tradición. Sin embargo, es importante desarrollar un análisis de los resultados obtenidos por las encuestas de Datexco e Invamer debido a que aunque los resultados están en forma prematura, estos coinciden en asegurar que Vargas Lleras será el nuevo presidente de los colombianos.
Entonces miremos lo siguiente, si analizamos una de las últimas encuestas de Datexco, sus resultados establecen que Vargas Lleras está liderando la intención de voto con un 16 por ciento, seguido de Sergio Fajardo con el 13, el tercer lugar lo ocupa Petro y luego aparecen Clara López, Piedad Córdoba, Juan Manuel Galán, Claudia López, Humberto de la Calle y Jorge Enrique Robledo, entre otros. Bueno, hasta aquí la encuesta es solo una medición aproximada a una aparente realidad, lo que sorprende es la abstención de la mayoría de los colombianos que representa un 31 por ciento de los encuestados.
Al parecer algunas personas están esperando la posición y los planteamientos asumidos por algunos candidatos en cuanto a temas coyunturales como la cobertura salud, la seguridad nacional, el desempleo, la corrupción en el manejo de lo público y la delincuencia común. Ya que esos temas fueron de preferencia en los encuestados, pero como lo aseguré anteriormente el vaticinio es prematuro y debemos saber que las encuestadoras también son corruptas en su proceder y han elegido a más de un presidente a través de su maquinaria y el voto adherente de la masa inconsciente y acrítica.
Pero al margen de las encuestas eruditas manipulando la información y tergiversando los resultados y al margen de las especulaciones que pudiéramos emitir acerca de las coaliciones, cierto es que la futura fiesta democrática ha generado más expectativa que las anteriores, debido a que por primera vez en más de 50 años la propuesta política no se limitará a la promesa de acabar con la guerra o el conflicto armado colombiano.El momento histórico amerita otro enfoque, el país en este instante se está preguntando ¿qué seguirá después de haberse firmado la paz?, ¿qué sucederá con el desarrollo del posconflicto? Al final, la gran incertidumbre es qué pasará si el sucesor no es partidario de la Unidad Nacional y si sus decisiones influirían en la consolidación de la paz o en un nuevo acuerdo y una nueva implementación.
Pienso además que debido a la coyuntura sociopolítica contemporánea que está atravesando el país, la polarización es un componente que será esencial en los comicios electorales y por eso los colombianos estarán sumergidos en dos decisiones que son: apoyar la continuación de la implementación a los acuerdos firmados en la Habana o la segunda opción que es la contrapropuesta para cambiar las reglas del juego y modificar los puntos establecidos. Me atrevería a decir entonces que el debate entre candidatos estará regido por esta premisa y es un escenario que no se necesita un análisis minucioso para predecirlo y llegar por consiguiente a esa conclusión.
Lo cierto es que independientemente de quien sea escogido como el nuevo mandatario de los colombianos y al margen de mis apreciaciones subjetivas acerca de los futuros comicios electorales, por el momento trascendental que está atravesando el país, sería importante comenzar a modificar en el imaginario colectivo la idea de que la política es un ejercicio para el beneficio individual, donde pululan el clientelismo, la corrupción y los regímenes dictatoriales. Igualmente, sería interesante que en el nuevo país que queremos construir el presidente de los colombianos adquiera valor por su laboriosidad en torno al desarrollo integral de la nación y que aplique el principio que nos enseñaba Aristóteles cuando decía que el ejercicio de la política estaba establecido para los hombres de acción que fundamentados en su experiencia procuraban el bienestar general en contraposición al particular.