El fenómeno del homicidio perpetrado por mujeres es extremadamente complejo y demanda estudios interdisciplinarios para su adecuada comprensión. En Barranquilla y su área metropolitana, las mujeres que llevan a cabo homicidios suelen hacerlo por razones lucrativas, como en el caso del sicariato o asesinato a sueldo, o por venganza, debido a la desconfianza en las instituciones de justicia y la preferencia por tomar la justicia en sus propias manos. Esta situación se ve agravada por una legislación permisiva y la mala reputación de las entidades judiciales.
De acuerdo con algunos investigadores en criminología, las mujeres delincuentes tienen factores que las impulsan al delito distintos a los varones. Sin embargo, en el entorno urbano, se presenta una paradoja: recientemente, el sexo femenino está participando en actividades delictivas análogas a las de los hombres, lo que refleja una dinámica criminal que no ha sido neutralizada ni se han planificado estudios longitudinales y transversales para analizar el comportamiento delictivo femenino.
No solo deben existir en los estamentos públicos organismos que protejan a las víctimas femeninas, sino también crear entidades que estudien a las transgresoras penales, ya que esto se está desarrollando no solo en las grandes ciudades, sino también en la provincia. Investigaciones criminológicas señalan que detrás de una mujer que infringe la ley, a menudo hay un hombre que la impulsa a violar la norma penal. Este comportamiento se observa no solo en los bajos fondos, sino también en el ámbito de los delitos de cuello blanco.
En los últimos años, se ha evidenciado con creciente preocupación que el delito de homicidio, en su modalidad de sicariato, es cada vez más cometido por mujeres. Asimismo, participan en otros actos de carácter violento, tales como transgresiones contra la propiedad o el patrimonio económico, y actividades relacionadas con el tráfico, fabricación o porte de estupefacientes. Esta nueva realidad exige una intervención efectiva para investigar las causas subyacentes y mitigar los impactos negativos en la sociedad.
La comisión de hechos punibles por mujeres debe ser estudiada desde una óptica médico-científico-social. Expertos en materia criminal han reiterado que los cambios hormonales en las mujeres, especialmente en el síndrome premenstrual, embarazo y menopausia, pueden aumentar la predisposición a conductas agresivas y delictivas. Pese a eso, estos elementos biológicos no son los únicos factores que influyen en el crimen, ya que también existen otros como el entorno social y la condición psicológica.
Resulta alarmante que el fenómeno de las mujeres homicidas en Barranquilla y su área metropolitana requiera la implementación de políticas de prevención, apoyo en psicología social y programas de resocialización por parte de las autoridades competentes. Para lograrlo, los gobiernos deben incrementar iniciativas positivas en materia de seguridad y realizar estudios especializados sobre la participación de las féminas en actividades delictivas.
La falta de cooperación efectiva en materia de vigilancia estatal y lucha contra el crimen entre los países latinoamericanos dificulta la neutralización de la delincuencia transnacional y la implementación de programas de rehabilitación, con un enfoque particular en el sexo femenino. La pobreza y la criminalidad en la región exige una acción urgente. Los estados de esta zona del planeta deben unificar sus fuerzas policiales y armadas, establecer un código penal y procesal común, e integrar la transformación digital para evitar el abuso de tecnologías en el contexto de la apología del delito. El internet y las redes sociales constituyen un nuevo espacio para la criminalidad. Si no se controla a tiempo, continuará afectando la salud mental de nuestra juventud.