Como mujer y amante de la música vallenata, me ofende tener una exponente de este género que se destaca por su ordinariez y vulgaridad, aún más porque se convierte en un referente social. La fama es para lucirla con orgullo y honradez, no para aprovecharse de sus bondades de forma desmesurada y hacer de ella un historial de acciones vergonzosas que carecen de sentido y valor.
No puede ser posible que vivamos en una sociedad que aplaude, elogia y es partícipe de la patanería, el chisme y el desorden, pero ignora o no da valor a actos que dignifican y engrandecen. Son muchas las expresiones de arte y buenas acciones en general que merecen ser imitadas y replicadas, pero nos hemos estancado en todo lo que no nos representa como seres humanos.
¿Es que acaso la prioridad de los padres ya no es enseñarle a sus hijos el respeto, por ellos mismos y por sus mayores? Quiero pensar y creer que sí, que aún es este un pilar imprescindible en los hogares colombianos; la educación debe prevalecer bajo cualquier circunstancia.
El hecho de nacer en X o Y familia, de pocos o muchos recursos económicos, o en una región de fuertes arraigos costumbristas, o bien, haber enfrentado sucesos desafortunados en el acontecer diario, no da derecho a de denigrar y pisotear el buen nombre y trabajo de una persona, y menos si esta le lleva años luz en experiencia y vida.
Al artista lo hace su público, sus fans y admiradores. Hay quienes adoran y se hacen devotos de sus cantantes favoritos, al punto de endiosarlos y camuflar sus errores más visibles bajo una cortina de argumentos exabruptos como un “sino te gusta puedes irte a comer un cerro de monda”, impuesto por el artista y su comitiva, que suele reírse irreverentemente en apoyo a tanta vulgaridad.
A todos nos importa lo que piensen de nosotros, vivimos para sí mismos y para los demás, y nuestras acciones son el reflejo de lo que en vida hacemos y a la postre dejamos como aporte al mundo o a quienes esperan algo bueno de nosotros, casi siempre nuestros padres. Así que, el que diga que le tiene sin cuidado o no le importa en qué concepto lo tengan, es un mentiroso. Para la muestra un botón, despacharse en sandeces y agravios hacia una persona 40 años mayor en edad y carrera musical, una falta de respeto inaceptable, solo por la sencilla razón de darle un no (respetuoso pero sorpresivo), como respuesta a una adolescente de 20 años, malcriada, voluntariosa y egocéntrica, que se vanagloria de un talento mal administrado por sí misma y por los que dicen representarla y se ganan un sueldo a costa de sus shows mediáticos y denigrantes.
Es cierto, cada quien puede y hace con su vida y dinero lo que quiere, bueno o malo. Pero hay cosas que ética y moralmente no están bien hechas ni bien vistas porque degradan al ser humano y lo arrastran hacia actos vergonzosos, que en últimas, por terrible que parezca conducen a resultados funestos e irreversibles.
La vida sí es para vivirla y disfrutarla; reír, llorar, gozar, bailar, pero siempre con los pies en la tierra. Los excesos son el abismo y hay gente que cae y ni cuenta se da.