Conocí a Dionisio Vélez, alcalde de Cartagena, como lo conocen la mayoría de los que lo conocen, a través de su trabajo. Soy un cachaco que ama al Caribe y que entiende que por fin el país empieza a respetar a las regiones.
Pertenezco a la generación de la Constitución del 91, la que por fin le dio a Colombia carácter de país y que permite que Bogotá no sea el centro del universo. Hace varias semanas, y seducido por el trabajo de Adolfo Palacio, un vídeo blogger exquisito que registra en imágenes la belleza de Cartagena, me dediqué a recorrer, como lo haría un turista interesado en museos urbanos, los sitios que registra este hombre en Instagram:
Es sorprendente cómo han cambiado muchos lugares de la ciudad en los dos últimos años; esa es la que las guías turísticas no llevan a los cachacos recalentados y mucho menos a los extranjeros que solo van al "corralito de piedra".
Hablé con muchos ciudadanos comunes, gente a la que algo tan sencillo, una calle pavimentada, por ejemplo, les cambia la vida .
Son personas que se dieron por vencidas y que pensaron que era imposible llegar a sus casas con los pies secos cuando llueve y cuando no también .
En manga descubrí la belleza de esta zona de las ciudad a través de un paseo peatonal que destapó uno de los brazos, de los muchos brazos de los cuerpos de agua de esta ciudad que está recuperando a través de las obra su autoestima.
Me detuve, por ejemplo, en una de las muchas canchas de micro fútbol, un tema que en Cartagena es religión; a hablar con una docena de pelaos' que encuentran en este lugar el túnel de fuga de los múltiples riesgos que viven por la ausencia de recreación.
Hoy Cartagena, la Cartagena que no visitan los turistas y donde viven los ciudadanos, es otra cosa, es la ciudad del "Ahora sí".
@OscarRitore