En los últimos días se entregó un comunicado fatal y, para ajuste, en plena pandemia; declaración reiterada y oficializada. Profundamente lamentable el referente narrativo de un acto, de un suceso reciente, protagonizado por seres miserables, despreciables y quién sabe cuántas palabras más se le puedan adjudicar a personas a las que de ninguna manera se les puede catalogar como seres humanos.
Uno no puede ir y venir por el mundo envenenando los animales como si fuesen almas inmundas (nosotros los convertimos así, si es que la calle es sinónimo de inmundicia, esa misma con la que tanto teníamos contacto antes del COVID-19). No podemos tratar a los animales como si no valiesen la pena, como si no tuviesen alma.
La situación incendiaria, inquietante y absurda nos enfoca en un tema central y especial: la estructura criminal que existe actualmente contra los animales, porque estos deben ser tratados como seres éticos y hasta morales. Un animal es tan moral y ético que sabe que debe cuidar de sus propias crías y proteger de sus dueños. Por más raro que esta lógica le suene a muchos de los participantes de la ciudadanía, que han estado dándole veneno a perros sin hogar, terminando con su vida, simplemente porque están en la calle
El mandatario rionegrero Rodrigo Hernández Alzate, en lives emitidos a través de su cuenta en Facebook, viene realizando una serie de encuentros comunitarios. Allí es donde se preguntan dudas o en donde él participa de cara a la comunidad con inquietudes casuales, como por ejemplo: ¿cómo les está yendo en el negocio? Eso le gusta al ciudadano de a pie y también a cualquier comunidad en general. El caso es que en ese contacto directo con las autoridades del pueblo o de la ciudad (como ustedes quieran determinar a Rionegro, un municipio que se desliza sobre las riendas de la transformación), Hernández mencionó que las cosas debían cambiar a favor de los más vulnerables, antes de agregar lo siguiente: "A esta perrita la hirieron y hoy encontró familia porque es una perrita cariñosa, gracias al CEIBA por el proceso. La hirieron de muerte, creo que fue un cuchillo o un machete, en todo caso herida con arma blanca".
Ahí es cuando uno se pregunta qué es exactamente lo infame, que la perrita esté en la calle o que esté herida, creo no equivocarme al afirmar que ambas. Pronto se dará con el paradero de los presuntos responsables y estos se tratarán con rigurosidad junto a las autoridades competentes: el delito es grave, envenenamiento de los perros en varios sectores de Rionegro, sobra decir que para cometer ese tipo de barbaries solo se puede ser dos cosas: un cabrón y un mal ser humano. Quizás otra tercera, un gran canalla, un inhumano y, en total, un asesino.
Cuando inició la pandemia, el confinamiento como tal, los que aún tienen alma salieron a instalar zonas de alimentación improvisadas para esos animales que viven de los sobrados que se encuentran en sus destinos callejeros, recurriendo también a buscar esas sobras que les lanzan algunos en recipientes para que los lengüeteen en las calles. Eso a veces (casi siempre) no los alimenta, a veces esto los enferma y empeora su situación en términos de salud.
Recuerdo con bastante claridad un día en el que estaba con algunos amigos reunidos en pleno Carmen de Viboral, comiéndonos un pollo en un local cercano al parque principal, muy reconocido por su sabor. Como siempre, el firmamento del Carmen era tocado por una malla de estrellas deslumbrantes. A los pocos instantes de haber iniciado nuestra comida, un perro con una enorme barriga que prácticamente le suspendía las patas en el aire se acercó y se desplomó sobre el borde del local, poco tiempo después de que otro mucho más flaco y con la boca llena de papiloma se fuera directo a nosotros; la mesera del lugar lo sacó a escobazos. Recuerdo haber mirado a las demás mesas y nadie dijo nada, yo tampoco. Me arrepentí siempre de no decirle nada, de no hacer nada y de se ser, igual a los demás, un hipócrita moral.
Luego de unos instantes, mi amigo (o bueno, ahora examigo), después de terminar de devorarse por completo el pollo y quedar con la boca rodeada de grasa, le lanzó una sobra de huesos e hilachas de carne al perro que anteriormente se había quedado mirándonos desde el portón del local de pollos. Al lanzarlo, yo le dije: "Viejo, pero si ahí solo hay huesos". A lo que, con una sonrisa grasienta y asquerosa, me respondió: "Oigan a este man, vea que eso va es pa' dentro". El perro efectivamente se tragó todos esos desperdicios de huesos de un solo bocado y pude ver cómo prácticamente se atragantaba. Se notaba que llevaba todo el día sin comer. Luego de que salimos, el can escupió los huesos con sangre, me largué del lugar y nunca más volví a verme con esos miserables que estuvieron reunidos en esa cena difícil de olvidar.
Esta problemática la hemos podido evidenciar con índices alarmantes en Marinilla y en El Carmen de Viboral, también en Rionegro e incluso en El Santuario. De hecho, estoy seguro de que muchos municipios más del Oriente Antioqueño hacen sus puntos por unirse a la lista. La urgencia de crear una entidad conjunta en el Oriente Antioqueño, para que verdaderamente vele por los derechos de los animales, se hace tan necesaria como es vital el respeto a las medidas de cuarentena. Requerismos un organismo de control que tenga programas serios de actividad en toda la región. No podemos olvidar que los animales también son nuestros hermanos. Les comparto una frase de Nietzsche: "Las mentes más profundas de todos los tiempos han sentido compasión por los animales".