La vida se le detuvo a Clara Cabello el 11 de junio de 1992. Era un jueves en la noche y, desde su recámara, escuchó los nueve disparos que acabaron con la vida de su único amor. Se habían conocido 18 años atrás y llevaban 16 de casados. Ella le perdonó todo, los cambios que trajo la fama, las mujeres que nunca le faltaron al ídolo. Clara guarda flores disecadas, papeles amarillentos con versos como este, dedicado del poeta especialmente para ella: “Mi amor. Tú eres para mí el aire que respiro. Lo más lindo del mundo. Tú eres todo para mí. Te adoro”.
Se casaron un viernes 5 de marzo de 1976. Fueron años felices, ella fue su compañera, su musa. Como los especialistas saben uno de los mejores vallenatos de la historia, titulado La creciente, está dedicado a Clara Cabello. Todos, hasta los que no les gusta esta música, se lo saben:
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