“Gabriel García Márquez…fue excelente pluma pero para mí una mala persona…No me gustan sus amistades” fue la nueva salida con que la novel Representante a la Cámara María Fernanda Cabal se refirió al laureado escritor colombiano. Qué le vamos a hacer… Nuevamente la congresista perdió su gran oportunidad de quedarse callada (allá ella) y recurrió a la manida estrategia de hacerse notar a toda costa, así sea expeliendo dicterios sin fundamento.
Algo similar le pasó a Eróstrato quien en su afán de notoriedad incendió el templo de Artemisa, de ahí que muchas figuras públicas recurran a frases elaboradamente incendiarias y otras que no pasan de ser simples petardos verbales que no resisten una gota de agua.
Supongo que en estos momentos, el Comité Nobel deberá estar redactando una nota de estilo dirigido a la señora Cabal, presentándole sus más sentidas excusas porque el Premio Nobel de 1982 no llenó sus expectativas y hasta estará pensando en revocar post morten el histórico premio para no contradecir las convicciones de María Fernanda en cuanto a las amistades que deben tener los escritores, amén de que este año el Comité esperará recibir una terna limpia de puño y letra de la política colombiana para de ahí elegir al ganador.
A lo mejor Fernanda Cabal tenga alguna similitud con Fernanda del Carpio, la esposa de Aureliano Segundo, aquella mujer de carácter caprichoso, con ínfulas de grandeza y de pertenecer a la realeza y de una religiosidad limitante con el fanatismo.
Tal vez si García Márquez no hubiera sido amigo del maloso Fidel Castro y en su reemplazo lo hubiera sido de gente de “buena familia”, como por ejemplo del buenazo de Augusto Pinochet, no le hubiera causado tanta desazón a la señora Cabal.
El mundo de la política y la literatura está lleno de personajes que probablemente también clasificarían de acuerdo a la “Escala Cabal”, como malas personas (cito al azar): Ernest Hemingway era un alcohólico como borrachín también lo era Winston Churchill, Fedor Dostoievski era un ludópata redomado y Lord Byron un fornicario que cargaba estera.
Tachar la importancia de nuestro premio Nobel por sus amistades es tan reprochable como satanizar a una persona por su familia… En el Senado de la República está el primo de uno de los mayores criminales que ha dado la iniquidad humana. Y hasta creo que pertenece al mismo partido político de la señora Cabal.
A muchos no nos gustan las amistades de la representante Cabal... Peor aún: ni siquiera nos gusta la señora Cabal… y sin embargo la toleramos estoicamente a pesar de su tonito de gomela extemporánea y de sus argumentos nacidos de su intuición personal y su pensamiento político de oídas. Sus amistades van desde Álvaro Uribe y los amigos de éste, Ernesto Yamhure, Sabas Pretelt, Andrés Felipe Arias, Oscar Iván Zuluaga, José Obdulio Gaviria, María del Pilar Hurtado y así ad infinitum y no por éstas simpatías podemos decir que la señora Cabal es una mala persona.
De manera que, definir buena o mala persona a alguien de acuerdo a sus amistades depende de un concepto personal y relativo, supeditado a lo que cada quien considere lo que es la bondad y los valores éticos.
¿Habrá pues que condenar a Gabo al fuego eterno en razón de sus malas amistades y en cambio elevar un santuario a las buenas amistades de la señora Cabal?. De pronto la respuesta la tenga San Agustín: “muchos de los que son adorados en los altares arden en el infierno”… O viceversa.
