¡Estamos rodeados! Por el norte Trump, por el sur Bolsonaro y aquí adentro Uribe. Cada uno con su propio tono y sus seguidores fanáticos diciendo y haciendo una política de extremos y de odios que en nada ayudan al planeta, ni a las gentes sencillas, ni a la democracia. Son la nueva derecha, esa que no reconoce opositores sino enemigos, que no ve razón en nada distinto de sus propias obsesiones y que parece no estudiar los temas sino simplemente convertirlos en banderas de lucha.
El premio al peor protagonismo internacional de las últimas semanas lo ha tenido Jair Bolsonaro el presidente de Brasil que nos dejó conocer su horrenda versión de política anti medio ambiente con sus posiciones sobre los incendios en la Amazonía. Pero cuando pensábamos que nada más grave podría decir se dejó venir con una crítica a Michelle Bachellet, expresidenta de Chile.
Según el gorila brasilero “si no hubiera sido por Pinochet, Chile sería una Cuba”. Esto dolió y debe dolerle mucho más a personas como la Bachellet que perdió a su padre en la infame dictadura de ese Pinochet que masacró a miles de opositores, con tortura y desapariciones. Defender las acciones brutales de esa larguísima dictadura es tanto como defender a Hitler o Mussolini, que convirtieron sus gobiernos en máquinas de exterminio, sin pararse en consideraciones humanitarias.
Pinochet, solo para recordar, subió al poder en un fatídico 11 de septiembre de 1973, mediante un golpe militar contra el presidente socialista Salvador Allende, electo democráticamente. El último año de gobierno de Allende fue duramente saboteado por la CIA y la oligarquía chilena que emprendieron todo tipo de acciones para derrumbar la economía. Y seguramente, nunca se sabrá, en las siguientes elecciones democráticas el socialismo hubiera perdido el poder frente a la derecha. Pero ellos prefirieron no esperar, mataron a Allende y apresaron prácticamente a todo su gobierno, algunos de los cuales murieron en esos espantosos calabozos de régimen pinochetista.
Chile no era una Venezuela, ni mucho menos una Cuba, era una democracia donde la libertad de expresión, de movilización, religiosa y política era garantizada y se podía ejercer plenamente, tanto que las marchas contra Allende eran el pan de cada día. Las señoras de los barrios altos salían a las calles en medio de cacerolazos y los periódicos podían opinar a favor y en contra de estas expresiones de la política. Pero llegó Pinochet y todas las libertades terminaron.
Y es que tal vez lo que Bolsonaro no entiende es que ha habido dos expresiones de la izquierda en América Latina, la democrática y la guerrillera. La de Allende era la democrática, esa que tenía derecho a existir porque así lo había querido el pueblo en las urnas. Por esa razón Chile nunca sería una Cuba, así Fidel Castro hubiera estado de visita casi dos meses.
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Uribe también confunde las dos expresiones de la izquierda.
Solo le falta, para emparejarse a Bolsonaro,
decir que gracias a los paramilitares Colombia no llegó a ser otra Cuba
Y guardadas las proporciones, Uribe también confunde las dos expresiones de la izquierda. Solo le falta, para emparejarse a Bolsonaro, decir que gracias a los paramilitares Colombia no llegó a ser otra Cuba. Pero ha cerquita que ha estado de decir una barbaridad como esa.
Gracias a Pinochet se acabaron los derechos humanos en Chile, gracias a ese régimen que al final resulto ser tan corrupto como cualquier otro régimen que hubiera estado en el poder absoluto por 17 años, murieron miles de inocentes y se inventaron múltiples formas de represión y tortura. Gracias a los paramilitares pasó lo mismo en Colombia, afortunadamente no llegaron a tomarse el poder absoluto y solo controlaron y controlan todavía partes de nuestro país donde siguen cometiendo todo tipo de atrocidades.
Así que esa derecha obtusa, que no analiza la historia, ni acepta las razones de la ciencia, debe ser confrontada, pacíficamente, por las gentes que creemos que todavía es posible salvar al planeta y a la democracia.