Solo me bastó ver un capítulo de Amar y vivir, de Caracol, para entender que la telenovela no es más que una romantización del machismo y aburrirme de ella. En estos días la cuarentena no da espacio para más y, queriendo descansar de Netflix, se me dio por ver en qué anda la televisión colombiana. Fue en ese momento cuando prendí el televisor y me encuentro con Amar y vivir, exitosa telenovela de Caracol que por estos días tiene bastantes televidentes. Sin embargo, me consternó ver que la novela solo es la reafirmación de toda una serie de estereotipos que durante años han reinado sobre la mujer y que deben eliminarse.
Tenemos a un protagonista que básicamente es un delincuente que roba carros y que es idealizado como un hombre bueno solo porque tiene momentos de ternura. Es inconcebible que en pleno Siglo XXI Caracol pretenda hacernos ver que la mujer debe rehabilitar delincuentes. Que esta visión fuera más aceptada en años pasados, es aceptable. Recordemos que Amar y Vivir es una telenovela hecha originalmente en 1989, hace 30 años, cuando el pensamiento era muy diferente al de hoy. Sin embargo, que la historia justifique la violencia por el hecho de que un hombre sea tierno, no es aceptable. Más aún que en este momento hay mujeres luchando por derechos que hasta hace algunos años no teníamos.
La visión de que toda mujer debe ser permisiva en nombre del amor, es algo que va en contra del amor propio. Los libretistas de Amar y vivir desconocen que para amar a otro ser humano hay que amarse primero a uno mismo. El argumento de que Irene debe tolerar el insoportable machismo de Joaquín porque lo ama es algo que va contra ella misma. Si esta fuera una historia de la vida real, a largo plazo ella terminaría en un cementerio. Probablemente, habría muerto después de que a Joaquín se le pasara la mano con una golpiza.