Podrán hablar de táctica y matar a los futbolistas en los entrenamientos, pero lo que más importa es el trato personal que reciben los jugadores en un camerino, el amor que se les de, el respeto que se les profesa. A Bolillo Gómez nunca le ha dado miedo ser amigo de sus dirigidos. En eso se parece a Mourinho, sus equipos podrán hundirse por malas decisiones técnicas o errores humanos pero no por camarillas, por complots internos. Sus jugadores mueren con él.
Es tan profundo el trato humano de Hernán Dario que es clave, por ejemplo, poner a los jugadores en situaciones de partido antes de salir al campo de juego. Decía que lo más difícil de entrenar a una selección como Panamá era inculcarles miedo antes de salir a representar a su país. "Era como si no fueran conscientes de la responsabilidad. El miedo es muy importante". Bolillo es un motivador muy teso y ayer después del clásico contra Nacional, volvió a quedar claro que es el rey del vestuario en Colombia. Andrés Cadavid, su capitán, salió a hablar muy duro contra el arbitraje y contra el VAR y Bolillo, sin decir más, adhirió cada palabra públicamente. Para aplaudir.
La ausencia de esos pequeños gestos han ocasionado la salida de otros técnicos que saben más que Bolillo como Jorge Luis Pinto. A los jugadores se les banca a morir y por eso Bollilo nunca va a ser obsoleto: a pesar de las lesiones, a punta de esquema, el colombiano le ganó el mano a mano a un técnico tan capáz como Guimaraes.