De verdad que ya no tengo palabras para describir la realidad tan triste de la inclusión en nuestro país: propuestas caídas, a medias, fracasadas o simplemente fantasmas, de esas que se escucharon hablar, pero nunca salieron a flote. Es por esto que hoy quiero hablarles de un proyecto considerado por todos como “el boom del momento”, título que lleva la canción de Martín Elías, la cual resultó siendo mejor que lo que se está viviendo con lo propuesto por un grupo de personas, aliándose a distintas entidades tales como MinTic, ConverTic, Ministerio de Educación Nacional (Men) incluso instituciones netamente del gobierno. Señoras y señores, descubran el verdadero significado de esta frase para nosotros en este artículo. Sean bienvenidos a la creación “exitosa de los Vive Digital”.
En un primer momento, se resalta la creación e implementación de kioscos vive digital, los cuales se inauguraron, casi todos, en las casas culturales de los municipios de algunos departamentos, otros en colegios pequeños y otros que no tengo ni la más remota idea si fue en las casas de los familiares de alcaldes, eso si no lo sé. Lo que si sé es que estos fueron los kioscos que hicieron ilusionar a las personas ciegas o con baja visión, invitándolos a acceder al servicio de computación, pues estos traían lectores de pantalla, el servicio era gratuito, que patatín, que patatán. El problema es que se encontraban lectores en modo demo de 40 minutos, por lo que tocaba reiniciar el pc para poder seguir utilizándolo, y cuando uno pedía ayuda con alguna situación ajena a nosotros, lo que decían era: “a mí me capacitaron, pero eso ya se me olvidó como es que era”. Que frase tan “matadora”, una vez más reafirmando que muchos administran esto más que por el conocimiento que tienen en su currículo o por las capacitaciones que recibieron, por un sueldo que para muchos no llegaban puntuales. Se sabe que esta es la razón por la que han ido desapareciendo estos kioscos.
Ahora bien, como este negocio no nos funcionó, estas entidades con el apoyo de un grupo de personas ciegas, las cuales depositaron su confianza en las organizaciones ya mencionadas, se unieron nuevamente, realizaron un plan de trabajo y se plantearon lo siguiente: “creemos para las instituciones educativas algo que impacte, algo que no solo incluya a la comunidad, sino que demuestre que aquí sí hay inclusión”.
Pero apenas los ciegos salían de esas oficinas ellos pensaban: “negocio redondo, hagámosle caso, aquí es donde está la platica”. De ahí, salió la iniciativa de los famosos puntos Vive Digital Plus, un mundo maravilloso lleno de computadores portátiles, un computador de mesa que es el principal, una sala equipada con cámaras para realizar tus documentales o videos, una cabina de grabación con sus micrófonos y consolas para producir y dar a conocer audios musicales, producciones personales y, la cereza del pastel, magnificadores, impresoras braille, líneas braille y muchos más materiales tiflotecnológicos para gritarle a todo el que entrara “¡aquí sí hay inclusión!”.
Como dice una canción urbana de esas que están de moda “al principio, todo fue tan bonito”, pero la diferencia es que no se recuerda el primer besito, si no los primeros avances, que posteriormente fueron retrocediendo. Largas jornadas de capacitaciones realizadas por los mismos ciegos expertos en el manejo de los equipos ya expuestos anteriormente, dedicación, esfuerzo por enseñarles a los administradores de estos puntos, viajes de ciudad en ciudad porque se creyó que esto tenía futuro, pero bastó un par de descuidos, unos meses después ya nada era color de rosa, sino camino de espinas.
Hace como 3 meses hicimos un experimento con un grupo de amigos en un Vive Digital Plus para ver si nos enseñaban a manejar los equipos para personas ciegas y resulta que los que enseñamos fuimos nosotros. Así mismo, preguntamos si habían recibido capacitaciones sobre estos materiales, alguien dijo sí, otro dijo no, entonces me pregunté que si colocarlos a jugar al Charla Charla podría funcionar a ver si se colocaban de acuerdo para decir una única respuesta, pero ya ni lápiz había en el lugar, y además con la cantidad de preguntas, creo que se asustaron. Lo único que nos dijeron era que los computadores con estos programas especiales se habían dañado, que a ellos nunca le mandaron las licencias de los lectores magnificadores, que la impresora no funciona porque no tiene tinta, ¿desde cuándo el braille se escribe con cartuchos? Observando estos episodios y viendo la falta de interés por gobernación, secretaría de educación, institución educativa en la que se encuentra el sitio y demás, decidí hablar con la encargada de sistemas de los puntos en el departamento para organizar capacitaciones, ayudar a darle vida y, por qué no, utilizarlo un sábado para yo dar clases y enseñar a los demás a manejar estos equipos, pero claro como dice un amigo mío “uno no puede regalar su trabajo. Solo recibí una respuesta desalentadora, que esos equipos eran de cuidado y que no se le prestaban a cualquiera, que yo podía hacer eso, pero de voluntario para ayudarlos a ellos, en fin, lo que hace un pez en las playas de Santa Marta (nada).
Lo cierto y vergonzoso de todo esto es que los ciegos quedamos viendo un chispero y eso lo sabrán en la segunda parte de este artículo, la cual estará constituida por testimonios y se enfrentará la realidad de que no hay espacio para los ciegos, ni para entrar a ayudar, ni para poder usar estos servicios que ofrece el gobierno según ellos “de calidad”.
