Caerán rayos y centellas, pero han sido tantos provenientes de los mismos, que realmente este nuevo que va a venir carece de importancia. Este mensaje al jeje del Centro Democrático parte de una realidad que llenó a muchos ciudadanos de júbilo no solo en Estado Unidos sino en todos los rincones del planeta donde hay demócratas. Lo que ha sucedido en Estados Unidos es de una trascendencia enorme porque demuestra que la democracia sobrevive al odio. Puede que ese sentimiento perverso y destructivo lo profesen todavía 70 millones de estadounidenses, que como afirmaba Piedad Bonnett en su columna en El Espectador del domingo, resulta incomprensible. Pero la verdad, lo que importa, es que el odio no ganó, así demanden y contrademanden las elecciones norteamericanas.
Para los colombianos este mensaje seguido de muchos otros que transmitió el presidente electo Joe Biden, quien busca reemplazar este terrible sentimiento por la reconciliación, tiene para Colombia muchos significados. No se trata solo de contar en este inmenso y poderoso país con alguien racional, decente, serio con quien se pueden resolver nuestros temas centrales en estas relaciones tan importantes para nuestro país. Tampoco se trata de encontrar un debate más racional sobre el tema de los cultivos ilícitos o el peor problema del narcotráfico. Un buen socio en temas de Cambio Climático que tanto impacta negativamente a nuestro territorio. Y así podría seguir la lista de nuestros intereses comunes como el tratado de Libre Comercio entre los dos países.
Pero no. El mensaje realmente importante es que la política con odio, esa que ha liderado Trump en medio de tantos que lo comparten, nada menos que la mitad del país termina costándole el acceso al máximo poder, lo que más desea quien la promueve, quien hace de ese sentimiento su espada, su camino para conquistarlo o mantenerlo en este caso. No podía ser más importante este mensaje cuando se ha reconocido en diversos medios de comunicación que el expresidente Uribe retomó su libertad "cargado de tigre". Tigre que tiene mucho odio y que, para desgracia de este país, lo ha logrado inculcar en sus seguidores: odio como arma para llegar al poder.
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La política con odio que ha liderado Trump en medio de tantos que lo comparten, nada menos que la mitad del país, termina costándole el acceso al máximo poder
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Claro que con un país dividido no será fácil la nueva administración Biden-Harris, y en eso podemos dar cátedra los colombianos porque llevamos la bobadita de por lo menos 16 años viviendo y sí, muchos siendo víctimas precisamente de ese instrumento para hacer política. Pero la pregunta del millón es cuánto resistirán sus opositores cuando se evidencie el contraste entre el estilo Trump y el estilo Biden. Cuando esa vicepresidente con esa fuerza, con esa sonrisa, con su convicción como demócrata muestre una forma distinta de afrontar los problemas acumulados por amplios sectores del país. El nuevo equipo conoce la adversidad muy dolorosa en el caso del nuevo presidente; conoce la discriminación cuando no se pertenece a ese sector reaccionario que no concibe la existencia en su territorio de alguien que no sea "red neck". Pero empezarán a trabajar sin odio y eso sin duda marcará su administración.
Sin saber que tan difícil sea su gestión, el hecho real es que, en medio de una campaña tan compleja, llegaron al poder derrotando el odio como la forma de hacer política. El Centro Democrático lleno de personajes que demuestran ese sentimiento cada vez que pueden, debe reflexionar porque si perdió en Estados Unidos cuando tenía medio país a favor, aquí pueden más fácilmente perder cuando máximo tiene, si acaso, una tercera parte de los colombianos. Que quede constancia: Álvaro Uribe, su odio en política le costará.
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