Envalentonado por los espectaculares resultados de la consulta de la derecha y la Gran Encuesta de RCN, Álvaro Uribe Vélez hace cuentas y ve que es probable que su Golem quede presidente en primera vuelta. Por eso, desde ya, ha recuperado sus frases autoritarias. Esta semana amenazó directamente a Daniel Coronell, uno de sus principales contradictores, con cerrarle Noticias Uno si Duque llega a la presidencia. Incluso hay rumores de que se vendrían retaliaciones contra los que votamos por Petro. Yo, que intento ejercer el periodismo independiente, tengo miedo de este tercer mandato de Álvaro Uribe. Es que se le nota al expresidente las ganas de desquite contra los que pedimos, en sus ocho años de ausencia, que se hiciera justicia con los falsos positivos, y las chuzadas del DAS, atrocidades que se hicieron durante sus dos gobiernos. Se le notan las ganas de vengarse contra las Farc, sus enemigos naturales, las ganas de regresarlos al monte y aniquilarlos a bala. No es solo un deseo de él sino de los casi cinco millones de uribistas que permanecen activos en redes y que van a votar sí o sí por Iván Duque cuyo único mérito reconocible es que es obediente y que nunca traicionaría a su mentor.
A Uribe se le ven las ganas de irse contra los portales independientes. Quiere, desea con fervor una “gurizatización” del periodismo. Y nos va a perseguir, estoy seguro que sí. Como Trump se acostumbró a mandar desde el Twitter y desde ahí, como un tirano de la era Zuckenberg, nos señalará y desnudará. Qué trágico va a ser que vuelva. Qué retroceso para el país humano, el que aún cree en la reconciliación. Qué pereza volver a oír a los colombianos de bien decir que ahora si la economía se enrumbó. Que aunque en las EPS se sigan implementando las rutas de la muerte y la universidad pública desaparezca, este país no es como Venezuela, que acá si hay oportunidades y que el pobre lo es por perezoso, por masoquista, porque quiere.
Qué trágico va a ser que vuelva.
Qué retroceso para el país humano, el que aún cree en la reconciliación.
Qué pereza volver a oír a los colombianos de bien decir que la economía se enrumbó
Desde ya le pedimos al expresidente Uribe, en su inminente regreso, que nos deje en paz. Que nos deje ejercer con libertad el derecho a denunciar sus desafueros, sus políticas económicas perfectamente diseñadas para favorecer a los grupos que lo financian. Que podamos señalar su desprecio al campesino y al pobre sin que nos condene al ostracismo. Sabemos que es el señor de Colombia, que encarna todo lo que un colombiano cree que puede ser un líder: impetuoso, desmedido, autoritario, coqueto, imperial en su caballo de paso fino, andando en él mientras toma tinto. Un caballista con sombrero y poncho. Un paisa echado pa´lante. Un pequeño emperador.
Con Duque se cumplirían veinte años en los que los colombianos de bien han elegido la derecha. A Santos lo escogieron la primera vez fue porque lo eligió Uribe y la segunda gracias a la maquinaria de los Ñoños. Y la izquierda sigue ahí, impávida, sectaria, viviendo en una puta burbuja. Inventándose victorias donde no las hay. Arrogante como el propio Petro, que parece conformarse con una nueva y probable segunda alcaldía bogotana. El panorama va a ser desolador. Volverán los militares con su altiva prepotencia a decir quién es terrorista y quién es colombiano de bien. Resurgirán de las cavernas los que han dejado de ser uribistas en los últimos años porque ya no estaban de moda. Regresarán los patéticos uribistas que se ganan un salario mínimo a celebrar que ya pueden viajar tranquilos a sus haciendas imaginarias sin que ninguna guerrilla los secuestre. Me da miedo por los miembros de las Farc, por los luchadores sociales, por los periodistas independientes. Me da miedo que una mano invisible nos borre de repente.
Álvaro Uribe, señor de Colombia, ten piedad de nosotros.
