Alguna vez el periodista y político Álvaro Gómez Hurtado manifestó que los colombianos éramos unos cafres. No sé con qué elementos de juicio contó para tamaña afirmación, ya que no alcanzó a ver el comportamiento de sus copartidarios que han convertido al glorioso partido de Caro y Ospina en "totumero”, según el jefe de los conservadores, Andrés Pastrana; y menos pudo ver cómo estamos afrontando sus compatriotas esta pandemia del COVID-19, que sufrimos desde el segundo mes de este año 2.020.
¿Qué diría ahora?, ¿cómo nos catalogaría mirando la indisciplina que vivimos a lo largo y ancho del país?, ¿cuáles serían los titulares en El Nuevo Siglo, en donde su pluma plasmó con solvencia los múltiples problemas de Colombia que aún persisten y desde donde le propuso al país un “acuerdo sobre lo fundamental”? Pues bien, hoy le concedo la razón llana y escueta: sí, somos un país de cafres, en donde abundan las malas mañas y escasea el respeto por las normas y las personas: no se respeta al vecino, a las damas, ni mucho menos las diferencias étnicas, sexuales y de edad.
Solo así explicaría uno cómo hacerle el quite a una norma que inclusive intenta salvar la vida al infractor y que se volvió costumbre violar, convirtiéndola en un acto de “viveza": cruzar un semáforo en rojo, creen que ese aparatito está allí de lujo y que quienes lo respetamos somos retrasados o nos falta verraquera, situación que se vive día a día y que ha dejado cientos de muertos y heridos. Además, a la luz de esta pandemia hemos visto escenas aberrantes: fiestas en Cali de la colonia nariñense, en donde más de quinientas personas rumbeaban; fiestas campestres en Antioquia, Atlántico y Chocó; al senador Pulgar y al alcalde de Santo Tomas yéndose de gallera; al alcalde de Riohacha yéndose de fiesta; al alcalde de Algeciras, Huila, saliéndose del municipio, sin conservar las normas de bioseguridad, para celebrar a lo grande su matrimonio; entre otras más.
Y como si esto no bastara para el merecido título, qué decir de la tragedia de Tasajera: 37 muertos y más de 50 heridos persiguiendo un galón de gasolina y una batería vieja ajenos, y en cuyo grupo había varios infectados. ¿Qué explicación creíble puede ofrecer una persona que sale a tomar y rumbear para luego llegar a infectar a su familia en medio de esta pandemia tan asombrosa, que en menos ocho meses ha logrado copar el mundo y que en Colombia ya sobrepasa los 154.000 casos y las 5.000 muertes? Parece ser que solo cuando la tragedia llega a un hogar de estos “vivos” es que reaccionan y hasta aprecian lo que es tener un buen comportamiento. Creo que de esta crisis salimos un poco más fortalecidos y espero poder decir que el país de cafres existió antes de la pandemia y que el 2021 lo vamos a enfrentar con un poco más de sentido común. Eso sería lo deseable.