La Habana.- Rostros cicunspectos en la mermada delegación del gobierno, ambiente de máxima tensión, preguntas que van y vienen, especulaciones de todo tipo sobre el futuro de los diálogos; hasta un general que prefirió entrar por la puerta de atrás a la mesa de negociaciones para no aparecer ante las cámaras, así como unas declaraciones de Pablo Catatumbo responsabilizando al Estado colombiano por lo ocurrido en el municipio de Buenos Aires, Cauca, conforman el abigarrado collage de imágenes y palabras que hoy flotan en el aire incierto del habanero Palacio de las Convenciones.
Catatumbo, quien paradójicamente tomó en esa región del país el helicóptero que lo trajo a Cuba para trabajar por la paz de Colombia, aseguró que los militares muertos y heridos en la noche del 14 de abril son fruto “de la negativa del gobierno a firmar el cese bilateral del fuego”.
Negó tajantemente que el ataque al convoy militar hubiera sido premeditado y dijo que también es falso que desde La Habana se hubiera dado orden alguna de asaltar a los soldados. Según su versión de los hechos, obtenida por informaciones provenientes del área, en días pasados hubo desembarco de tropas del ejército en un lugar conocido como Comedulce. Estos miembros de la fuerza pública se habrían diseminado por una vasta región, unos con rumbo a una zona llamada Naranjal y otros hacia Bellavista. Luego, todos tomaron camino hacia La Betulia. Simultaneamente –dijo- llegaron nuevos contingentes militares a La Esperanza “con la clara intención de atacar a los guerrilleros acampados en el área”. Los guerrilleros –aseguró- se prepararon para defenderse, hasta que en la noche del 14 se iniciaron los enfrentamientos.
Al dar su versión sobre lo acontecido, advirtió que en caso de que el acoso militar a las unidades guerrilleras persista “se van a producir más enfrentamientos” y se repetiran episodios como los del Cauca. Catatumbo citó con nombre propio 27 veredas de municipios del Meta y Caquetá donde en la actualidad, dijo, “hay una peligrosa concentración de patrullas”.
Mientras los jefes guerrilleros pedían serenidad y “cabeza fría”, además de expresar que no entendían como el presidente Santos tuvo una posición de cautela por la mañana y otra totalmente distinta en la tarde –según ellos “azuzado por el Procurador Ordóñez”-, se supo que los integrantes de la Mesa, tanto del gobierno como de la insurgencia, continuarán sus trabajos. Hoy termina una ciclo más de la comisión que aborda el tema del desminado, en la que participaron en esta ocasión dos generales.
Hablando de generales, lo que aún está por verse es si mañana arribará a esta capital, como estaba previsto al comienzo de esta ronda, el grupo de altos oficiales de todas las armas que ha venido asistiendo a los últimos dos ciclos. Algunas personas cercanas a la Mesa debatían esta mañana en los pasillos del Palacio de las Convenciones sobre los pros y los contras de esta llegada de generales en las actuales condiciones. La mayoría se inclinaba a favor de que no vinieran.
Se espera, esos sí, el pronto regreso a La Habana del jefe de la delegación gubernamental, Humberto de la Calle, quien viajó a Bogotá obligado por una circunstancia personal, relacionada con la salud de una de sus hijas. Fuentes del gobierno fueron enfáticas en subrayar que la presencia de De la Calle en Bogotá no tiene nada que ver con los hechos del Cauca.
Entre los periodistas que cubren los diálogos se ha comentado que ya sería todo un éxito si este ciclo, el número 35, logra terminar normalmente el lunes 20, tal como está previsto en la agenda bilateral.