Hoy, sí hoy, rodeado por amplios, calurosos y agradables jardines; jardines de aquellos que albergan la belleza, la sutileza de olores y coloridos, se encuentra nuestra Alma Mater, jardines que solo son comparables, con la sabiduría y, por supuesto, con la libertad.
Ese es nuestro Externado de Colombia que supera los 130 años de vida, de juventud viviente, de hacedor de hombres y no vasallos; así la conocimos.
Esa alma mater (…) expresión (…) usada para designar, metafóricamente, a la universidad. (…) considerada como una madre, pues provee a sus hijos, los estudiantes, con el alimento de los conocimientos universales para el ejercicio profesional. (…) La expresión debe escribirse en femenino, (…)’. Sí Señoras y Señores, la que nutre, enseña y alienta el conocimiento: es femenino, como todo lo que da vida, alimenta y, enruta el destino. Nuestra alma mater. La historia informa, repitamos que:
El 15 de febrero de 1886 nació el Externado de Colombia como respuesta al absolutismo y a la supresión de la libertad de enseñanza impuestos por la dictadura de La Regeneración. (…) fundada por el joven jurista y educador Nicolás Pinzón Warlosten, quien, con el apoyo de un grupo de ilustres maestros del liberalismo radical, estableció una institución que, desde sus comienzos, ha permitido el estudio y examen libre de las ideas, ha acogido a alumnos de todas las regiones del país, ha practicado el respeto por los credos religiosos e ideologías políticas y ha promovido la tolerancia como fórmula para alcanzar la convivencia pacífica dentro de la heterogeneidad.
Se le llamó "Externado" porque la nueva institución recibió la influencia de los más modernos centros educativos europeos que, entonces, se oponían al viejo sistema del internado, colegio de origen medieval, inclinado a la catequización e impropio para el desarrollo autónomo de la personalidad. Externado implicaba, pues, apertura, libertad de estudio y de enseñanza.
Como los jardines que la recrean, un multicolor de creencia e ideales y, una sola finalidad; sus ideas: libertad, tolerancia, libre examen, multiétnica, respeto a la otredad; una finalidad: la convivencia pacífica dentro de la heterogeneidad; qué casualidad, son los mismos propósitos, finalidad de la Constitución Política de 1991, solo que dicha y reafirmada, con más de un siglo de antelación; en suma: cien años en la búsqueda de los propósitos y finalidad, cien años, como toda institución respetable.
De allá a acá, resistencia en la idea, ponderación en la estrategia, puntualidad en la forma; recuerden: se trata de un centro de estudios, de una educación para la libertad. Así se movió la estructura del saber, para convertirse en institución del deber ser, hecho Estado.
¿Solo ella? No. Pero, coinciden los marcos, los colores, la pintura y, de allí, la Obra. Así la recuerdo.
Y, es mi pálpito ¿—solo el mío—? sangre también corrió por ello mismo, solo un capítulo de devastadora presencia, por esos ideales, agrego: la Toma de Palacio de Justicia; ya afirmábamos con el dolor del alma :‘Escenas dantescas se han mostrado, momentos inenarrables se han conocido: un momento de fuerza, en un Estado débil, reflexión que se vuelve idea fija; se afirma que el M-19 deseaba postrar las instituciones; no lo sé; pero Señoras y Señores, nosotros, los testigos de época, de lugar y, de interés, sí de interés, vimos cómo no solo fueron asesinados entrañables profesores, sino el concepto mismo de justicia, aquel que después nos correspondió proteger de los avatares de otro momento, lo que nos da la razón: la justicia solo es justicia cuando actúa, ese es su riesgo, su destino, una saga (…)’; así visto, no fue en vano.
Hasta nuestros días, esa la esperanza:
‘tras las tinieblas espero la luz’
Su escudo expresa ‘Post Tenebras Spero Lucem. Y aquí, en cuerpo presente, todos lo estamos, recordando además que, desde Job hasta Cervantes, podemos reencontrar un delicioso pasaje que ilustra:
—Señor —respondió Sancho—, (…). Vuesa merced me deje dormir y no me apriete en lo del azotarme, que me hará hacer juramento de no tocarme jamás al pelo del sayo, no que al de mis carnes.
—¡Oh alma endurecida! ¡Oh escudero sin piedad! ¡Oh pan mal empleado y mercedes mal consideradas las que te he hecho y pienso de hacerte! Por mí te has visto gobernador y por mí te ves con esperanzas propincuas de ser conde o tener otro título equivalente, y no tardará el cumplimiento de ellas más de cuanto tarde en pasar este año, que yo «post tenebras spero lucem».
Y, hasta nuestros días, esa la esperanza: ‘tras las tinieblas espero la luz’. Sin poder olvidar: ciudadanos, jamás vasallos. Nuestra Alma Mater.