Simón tenía dos años cuando su mamá Mariana Ferrer se percató de que este no jugaba con sus amiguitos. Permanecía solitario, aislado. Un diagnóstico médico se lo confirmó: su hijo era autista. Ensayó inútilmente distintos tipos de terapias hasta que descubrió el parque Terra Mágica.
Alivio para los niños autistas: terapia en las alturas
Simón Ferrer encontró en el equilibrio sobre cuerdas una manera de conectarse con ese mundo exterior en el que siempre permanecía aislado