El régimen uribista del tirano Iván Duque se ensaña contra el pueblo de Cali, con la complicidad del traidor Jorge Iván Ospina.
Ya la policía presuntamente asesinó a sangre fría a Marcelo Ágredo, un joven de apenas 16 años de edad que protestaba en el barrio Mariano Ramos, en el oriente de la ciudad, el miércoles 28 de abril de 2021, durante el primer día del paro nacional en marcha.
El presunto asesinato vil y cobarde ha pasado de soslayo, como si no hubiera ocurrido. Nadie dice nada, menos Ospina y su policía. Que respondan ambos por este crimen infame.
Mientras tanto, decenas de jóvenes están siendo detenidos de manera arbitraria en las protestas por el Esmad, que actúa como fuerza de ocupación contra los reclamos populares.
Uno de los detenidos es Alfredo Mondragón Garzón, un valiente líder social que el jueves 29 de abril cubrió con su teléfono celular la arremetida de la policía contra el plantón pacífico de los barrios del norte de Cali, a la altura de Sameco.
Hoy madrugaron a llevárselo, para evitar que siga visibilizando el actuar de las hordas represivas del alcalde verde, convertido en un espantapájaros mandadero del ministro de guerra uribista, que vino a darle órdenes este viernes 30 de abril.
Con Mondragón Garzón fueron arrestadas también Alejandra Patiño, Yina Jordán Pitu, lo mismo que Carlos Lora.
Son tantos los detenidos, que Ospina y su patrón, Duque, montaron un campo de concentración en el Coliseo Las Américas para confinarlos.
Hordas del Esmad en acción
El jueves 29 de abril, Ospina y su policía convirtió la popular Calle Quinta (la de “si por la quinta vas pasando, es mi Cali bella que estás atravesando”), en un campo de batalla contra los muchachos y muchachas que por miles estaban pacíficamente reunidos en la Loma de la Cruz y en el Parque de los Estudiantes, frente al monumento de Jovita Feijó (la reina histórica de la urbe).
Los rociaron con gases hasta que se cansaron y los atacaron con sus granadas aturdidoras y las pistolas que disparan el gas, seguramente buscando sacarle los ojos a la muchachada.
Este jueves también, el Esmad de Ospina, Duque y sus jefes –los dueños de los bancos, las tierras y el país–, disolvieron una manifestación pacífica en el barrio Terrón Colorado, en la salida hacia Buenaventura.
Allí se vengaron de la población, llenaron con gases lacrimógenos las casas de los pobladores, de manera abusiva, y ancianos y niños resultados afectados.
En Puerto Resistencia la Policía intentó hacer lo mismo, pero la actitud firme de los habitantes hizo que finalmente el Esmad se tuviera que retirar de los barrios.
En Yumbo fue herida por la policía una niña, y en otros puntos más personas han resultado golpeadas por la violencia estatal.
El silencio de los cobardes
Frente al miserable asesinato de Marcelo, las detenciones arbitrarias, el uso infame de los gases y los disparos contra la población los medios de comunicación de las élites callan cobardemente.
Están muy ocupados llorando por el genocida Sebastián de Belalcázar, expresión insepulta de las nostalgias colonialistas de la oligarquía de esta ciudad, siempre de espaldas al pueblo y a sus vicisitudes.
Un rezago del etnocidio que no debe regresar al pedestal desde donde fue derribado el miércoles 28 de abril por las comunidades indígenas en un acto de justicia histórica.
Esos mismos medios, a través de los noticieros locales, arrodillados a sus amos del Establecimiento y de la pauta publicitaria, solo difunden los actos de saqueos totalmente al margen del paro y la protesta ciudadana, con el fin de desacreditarla y deslegitimarla con la mayor mala fe.
En realidad, los verdaderos culpables de tales actos de sectores descompuestos que muchas veces son aupados por la extrema derecha y sus órganos de “inteligencia”, son las clases dominantes en el poder desde hace más de 200 años y sus diversos regímenes de gobierno.
El pueblo caleño sigue en pie de lucha
Están muy equivocados quienes creen que las gentes de Cali y el Valle del Cauca se arredrarán con la represión de los gobiernos de Duque, Ospina y Clara Luz Roldán, la gobernadora que el 23 de abril ordenó invadir la Universidad del Valle, en otro acto indignante silenciado por el periodismo light que desinforma en la región.
El 26 de febrero de 1971 la juventud caleña ofrendó sus vidas contra otros tiranos, encabezados por el expresidente godo Misael Pastrana Borrero, padre de otro expresidente godo, Andrés Pastrana Arango, cómplice de otro expresidente ultragodo, Álvaro Uribe Vélez.
En aquella memorable jornada de hace 50 años, estudiantes, trabajadores, desempleados, miles y miles salieron a las calles para repudiar la injerencia imperialista gringa y la hegemonía conservadora en la Universidad del Valle.
Hoy, la nueva juventud está en barrios, calles, avenidas y carreteras enfrentando la represión de las clases dominantes, repudiando la reforma tributaria de Duque, que esquilma el bolsillo de todo el pueblo y de las capas medias.
Y enfrentando de manera valiente al instrumento predilecto de las élites, el criminal Esmad de la Policía.
Cali está dando ejemplo de resistencia desde el mismo día en que se inició el paro.
Ya vamos en la tercera jornada, y las comunidades continúan en los puntos neurálgicos de la ciudad:
Sameco-Floralia, en el norte, límites con Yumbo; Juanchito-salida a Candelaria, en el oriente; Puerto Resistencia, en el suroriente; Universidad del Valle-salida a Jamundí, en el sur; Plaza de las Banderas-HUV, Parque de los Estudiantes y Loma de la Cruz, en el sur-centro de Cali; Portada al Mar-Terrón Colorado, en el occidente.
En esos puntos fundamentales, y en otros más, multitudes se concentran, permanecen muchas veces, y son reprimidas. Pero siguen resistiendo contra el hambre, el desempleo, la falta de oportunidades y el terrorismo de Estado.
En vez de vacunas, balas
A las necesidades de las comunidades de Cali en materia de vacunas contra la pandemia por el virus de la covid-19, los desgobiernos de Duque y Ospina respondieron con militarización y más represión.
La oligarquía bicéfala del Valle del Cauca (empresarial-terrateniente), que frente al pueblo es ciega, sorda y muda, como sus medios de comunicación (tipo 90 Minutos, Noti-5, El País, etc.) y como Duque, opta por la coerción en vez de la solución.
Y su aliado, el sátrapa Jorge Iván Ospina, se arrodilla.
Urge la solidaridad nacional, porque el régimen busca la venganza contra el pueblo caleño, le quiere cobrar que es antiuribista de primera línea y no dudará en continuar su arremetida.
Alistan un baño de sangre, como el 26 de febrero de 1971, frente a lo cual el deber de todos los demócratas es denunciarlo y evitarlo.
No frenarán el paro. En Yumbo, Jamundí, Vijes, Cartago y otros municipios del departamento del Valle del Cauca el pueblo también está movilizado.
Aquí, a pesar de la violencia oficial, el paro pica y se extiende.