Más allá de cualquier consideración racional, los argumentos y las razones expuestas aquella mañana por este curtido personaje, daban cuenta de su tenacidad y del cariño que le profesaba a una actividad que en hoy en día pasa por uno de sus peores momentos, al considerar que sobre ella penden grandes nubarrones que afectan un trabajo que por muchos años fue la base para el desarrollo de la riqueza de Antioquia, incluso por encima de productos como el café o la ganadería, me dice de manera enfática mientras se lleva a su boca el pocillo de tinto que es la bebida que le sirve como antesala a lo que tomará más tarde con sus amigos, que sin saber cómo ni cuándo montaron una verdadera tertulia sobre minería en los bajos de los billares del pasaje La Bastilla, en el centro de Medellín.-
Es Alirio Mendoza, un personaje que a pesar de sus 72 años de edad, 59 de los cuales los dedicó a perseguir con alma, vida y sombrero y por todas las breñas del Bajo Cauca antioqueño, lo que él llama el “preciado metal”, cuando en verdad se refiere al oro que tanta riqueza le produjo en los años de la bonanza aurífera que vivió la región a mediados de los años 80´s, la misma que despilfarró a manos llenos en “putas y amigos” que hoy ya ni lo recuerdan.- “Es que la plata es lo mismo que el imán con las personas”.- Ponga eso, me dice, y se queda lelo al escuchar el apurado garrapateo que hago cuando trato de convertir sus palabras en letras en mi libreta de notas, a pesar del ruido ensordecedor que viene de la avenida La Playa y de una ranchera que alguien pidió a esta hora – un poco más de las diez de la mañana de un martes – cuando accedió a contarme su historia.-
Entonces, como si fuera un libro abierto me dice que la minería de oro jugó un papel fundamental en el crecimiento de la economía antioqueña durante el tiempo conocido como la colonia.- Dice que gracias a ella se logró incorporar nuevas zonas a la frontera minera, lo que de paso se tradujo en un mejor fortalecimiento de los vínculos con el mercado externo y con otras provincias de lo que entonces se llamaba la Nueva Granada.- Don Alirio sabe de primera mano que el oro se presenta en dos tipos básicos de minas: las de aluvión y las de veta o filón, siendo la primera aquella en donde el oro se encontraba en los playones o placeres de los ríos.- La segunda es cuando uno rompe la tierra y se encueva para buscarlo, pero esa tiene muchos riesgos, me cuenta.-
“Mi papá, que también se llamaba Alirio, me relataba que en aquellas épocas los llamados mazamorreros o barequeros utilizaban unas herramientas que hoy parecen de cualquier museo, como el azadón, el almocafre o azada manual, el barretón para remover material y la batea para separar el oro o la plata de sus gangas o escorias.- Incluso el azadón, con su hoja de hierro forjado, fue presentada como una innovación traída por los españoles, mientras la batea era una pieza cóncava de madera heredada de la explotación indígena”.-
Antes de seguir la charla a la que no le pienso perder el hilo, me dice que repitamos la dosis de tinto y añora los tiempos en los que le agregaba un buen cigarrillo que le prohibió el médico en la segunda alerta que le mandó el corazón.- “Un buen mazamorrero, con estas herramientas, podía procesar entre uno y cinco metros cúbicos de arena o grava en diez o doce horas, porque eran unos tipos trashumantes que no tenían concesiones territoriales, es decir, el derecho para explotar una mina debidamente denunciada, pero aquella era una forma natural del trabajo que por años predominó en el territorio antioqueño”.-
Pero aquellos tiempos tranquilos en nada se parecen a los turbulentos de hoy cuando desde el nuevo gobierno que preside Gustavo Petro, del que dicen ser el primero que ejerce un dirigente de izquierda, puso en la mira a todo aquel que trate de violar unas normas caducas escritas en el Código Minero, el mismo que el Gobierno se comprometió a revisar a través de un discurso grandilocuente, como todo lo del mandatario, cuando desde el muncipio de Jericó, aquí en Antioquia, dijo que en respuesta al fallo de la Corte Constitucional revisaría "toda la titulación minera, hasta ahora entregada por doquier, por allá y por acá, para tratar de hacerla coherente con una serie de principios básicos del territorio, entre ellos, el cuidado del agua”.-
Sin embargo todas esas palabras, a pesar de haber quedado escritas en alguna parte, se las llevó la brisa y nada se sabe a dónde fueron a parar si nos atenemos a las recientes declaraciones de Luis Álvaro Pardo Becerra, actual presidente de la Agencia Nacional de Minería, quien dijo que “hacerle una reforma al Código Minero tomaría por lo menos dos años y tendría que incluir políticas intersectoriales, así que no se hará una reforma del Código sino que se presentará una ley minera en el segundo semestre del 2023”.- Pardo Becerra señaló que se decidió no hacer el cambio con una reforma para que se agilice el proceso y se tomen medidas de carácter netamente minero.- “Esto quiere decir que con respecto a temas ambientales, sociales y tributarios, las condiciones ya existentes se mantienen iguales”, explicó el directivo.
De acuerdo con Pardo Becerra, la ley incluirá temas de soberanía en minería, lo que contempla la reindustrialización de los productos en el país. Así mismo, se pretende apoyar a la pequeña y mediana industria por medio de la formalización y de paso se refirió a la creación de la empresa Ecominerales, que según el presidente de la ANM, tendrá el objetivo de iniciar la comercialización internacional del oro, con dos empresas que actualmente están bajo la administración de la Sociedad de Activos Especiales (SAE), y cuyos recursos líquidos suman 21.000 millones de pesos.- Además, destacó que la Agencia ya comenzó el empalme con la SAE para iniciar el trabajo con estas compañías.
Vuelvo a mi charla y le pregunto a don Alirio que si el tiene alguna idea sobre cómo y cuándo fue que se empezó a descomponer la situación y no duda ni un segundo al recordar el episodio en donde estuvo involucrado el señor Pedro Herrera, un minero de tradición muy conocido en El Bagre, que terminó siendo la gota que no solo rebosó su paciencia, sino que también lo empujó definitivamente a los tribunales para demandar al Estado colombiano.-
“Eso empezó una tarde del mes de noviembre del 2014 cuando efectivos del Distrito Especial de Policía del Bajo Cauca llegaron hasta el corregimiento Cuturú, que pertenece a Caucasia, con el fin de hacer cumplir el Decreto 2235 de 2012. Esa norma, respaldada por los ministros de Justicia y del Derecho, Defensa, Minas y Energía y Medio Ambiente, le dieron luz verde a la Policía Nacional para destruir toda la maquinaria pesada, en este caso retroexcavadoras y dragas, que se usen en la explotación minera ilegal; es decir, aquella que no cuenta con título minero inscrito en el Registro Minero Nacional y su respectiva licencia ambiental”.- Imagínese usted.-
Es que según la Fuerza Pública, lo encontrado en Cuturú no daba lugar a discusiones: era maquinaria pesada dedicada a la explotación de oro y su dueño, Pedro Herrera, no contaba ni con título minero ni con licencia ambiental.-
“Como dice el viejo adagio popular, “más claro no canta un gallo” y por eso, esa tarde fueron destruidas seis retroexcavadoras y capturadas 12 personas que fueron puestas a disposición de la Fiscalía, sindicadas de llevar a cabo la actividad minera de manera ilegal”, me cuenta y trae a la memoria que el señor Herrera, que hoy ya no está entre nosotros, acompañado de varios colegas del gremio minero, argumentó que eso no era más que un acto de arbitrariedad y que no era ningún ilegal porque, precisamente, hacía parte de un plan piloto que la Gobernación de Antioquia, con apoyo del Ministerio de Minas y Energía, echó a rodar tres años atrás y que buscaba la formalización o legalización de un número importante de pequeños y medianos mineros de esta región que, desde tiempos ancestrales, desarrollan su actividad sin títulos, ni licencias, ni ningún tipo de parafernalia estatal” y lo dice con un dejo de ironía en la voz, a pesar de que siempre luce tranquilo.-
Entonces, como si se tratara de una carta que ha guardado bajo la manga, saca un viejo recorte de prensa y me lo entrega para que lo lea.- Lo hago en voz alta para decirle que “Un juez con función de control de garantías terminó dándole la razón.- El fiscal los presentó ante el juez de control de garantías y este lo que dijo fue: ‘pero cómo así, si aquí me traen una documentación que prueba que él está en un proceso donde el Estado colombiano está gastando plata para legalizar a los mineros del Bajo Cauca y cómo así que es ilegal’. Entonces, dejaron la gente en libertad y ahí está la demanda que se interpuso”, cuenta por su parte Ramiro Restrepo, presidente de la Asociación de Mineros del Bajo Cauca”.- Hoy poco se sabe del rumbo que tomó dicha demanda, pero en su momento el vocero del gremio dijo que la misma iba bien adelantada con el pronóstico de prosperar por una una razón.- ¿Por qué? Porque resulta que a Pedro le hicieron un operativo el 10 de noviembre y solo el 27 del mismo mes el comandante del operativo le oficia a la Gobernación de Antioquia para preguntar si estaba o no estaba en el proceso. O sea, le quemaron la maquinaría el 10 y el 27 preguntaron”.-
De manera que a este dirigente gremial, situaciones como esta pusieron de manifiesto el fracaso de las iniciativas de formalización de la pequeña y mediana minería en una región donde el oro es origen y destino de todos los conflictos que tienen lugar allí.- Es que estamos hablando de una región muy rica en recursos minerales como el oro, el cual se encuentra en todas partes y en forma superficial por ser yacimientos de origen aluvial; también están los recursos que brinda una vegetación rica en bosques tropicales, con maderas de alta calidad y la otra riqueza es la hídrica, pero hay una población que ha aumentado en forma exponencial por la inmigración desde muchas regiones del país en busca de estos “tesoros”, dice otro minero de profesión ingeniero, que se sumó a la charla.- Lo desafortunado es que el Estado ha sido débil, débil para manejar el descontrol social que se genera con las oleadas de inmigrantes y el aumento normal de la población autóctona, sumado a que el dinero de los impuestos y regalías se ha malgastado sin que existan los controles debidos.- Nunca se ha visto un plan especial para promover un desarrollo planificado para una región tan rica y siempre han llegado primero los ilegales que el Estado a imponer su poder y manejo, concluye el nuevo invitado.-
“Por ejemplo, la empresa Mineros, que cumple normas, es posible que haya cometido errores en el pasado pero ha sido un motor de desarrollo de la región, generadora de riqueza, progreso y bienestar para muchos y por tal razón esta en el radar de los que no pueden participar de sus beneficios, dice el ingeniero y agrega que es posible que también se haya equivocado en lo ambiental , pues se había implementado un plan de manejo ambiental, muy interesante en lo que tiene que ver con recuperación de áreas explotadas, mediante un programa de parcelas productivas, pero muchas fueron invadidas por mineros informales que dañaron lo que con mucho esfuerzo y dinero se había hecho, además con la complacencia de los mismos; por esta razón el programa se suspendió y lo mismo ha pasado con las pozas abandonadas, las cuales se adaptaban para que funcionaran como las ciénagas naturales, pero llegaron los dragones y acabaron con ellas”, manifiesta el ingeniero un tanto desengañado.-
Entonces volvamos a la triste realidad de este mes de mayo cuando la Gobernación de Antioquia avanza en el proceso de caracterización de la comunidad minera dentro de su propósito de construir un Distrito Minero en el Bajo Cauca antioqueño, cuando días atrás se anunció una inversión cercana a los $200 mil millones de pesos para un Laboratorio de Vida en la misma región.- Por ahora, dice el informe oficial, se han logrado inscribir 852 unidades mineras que equivalen al 20,35 % del total de las existentes en los seis municipios que componen la región, reza el comunicado de Prensa.-
¿Sabe una cosa?, me dice a manera de conclusión de la charla: “Sería bueno saber cómo nos comportábamos todos nosotros antes de que el país sintiera la necesidad de proteger los recursos y eso lo tendrá que llevar al año 1968 cuando era presidente el liberal Carlos Lleras Restrepo que tomó la decisión de reglamentar, administrar y proteger los recursos naturales y comenzó a operar el ya desaparecido Instituto Nacional de los Recursos Naturales Renovables y del Ambiente, conocido como el Inderena.- “Le quiero recordar que esto fue posible gracias a que gobiernos anteriores habían establecido varias legislaciones sobre recursos naturales, como las siete grandes zonas de reserva forestal, que hoy se conoce como la Ley 2.ª de 1959 y la de los bosques nacionales con la Ley 119 de 1919; pero antes de aquel año no se contaba con una política clara para promover el desarrollo ambiental en Colombia”, señala el texto que muestra y vuelve a guardar en su morral.-
“De manera que ahora nos quieren volver a meter en el cuento de la formalización, cuando todos sabemos que es un proceso engorroso, que cuesta mucho para un pequeño minero y que además ya ha quedado demostrado que sin la falta de voluntad política de los gobiernos, de éste y de los que vengan, nuestra actividad no tendrá futuro y más bien serán los grandes empresarios quienes usufructen todo lo que se derive de lo que el mismo Estado no quiere regular”.-
Trato de explicarle que eso me huele a pesimismo y le digo que es bueno confiar siempre.- Y saben qué hizo? Se arremangó la camisa y dejó el dedo del medio de su mano derecha en medio del indíce y el anular, que es el código que todos conocemos con una sola palabra: ¡Pistola! “Más bien pida una canción de Diomedes Díaz para festejar su cumpleaños 66 y déjese de vainas”.-