La reventada que viene sacudiendo al partido Alianza Verde, la mayor bancada de oposición y la formación con mayor crecimiento en las últimas elecciones subnacionales, tiene explicaciones que van más allá del factor Petro. Limitar la “crisis” de Verde a la cuestión de irse o no irse con el Pacto Histórico implicaría reducir sustancialmente la discusión, pues es claro que entre los factores que tienen a la colectividad en una condición tan lamentable se encuentran: el errático gobierno de Claudia López (con promesas incumplidas y el continuismo del modelo Peñalosa); la imposición de sus directivas de un aterrizaje forzoso en la Coalición de la Esperanza; y la implosión entre sus principales matices de centro e izquierda.
Buscando limar asperezas entre el denominado sector minoritario (Camilo Romero-Inti Asprilla) y el autodenominado centro (Angélica Lozano-Claudia López), las directivas del partido optaron por realizar una serie de encuestas entre sus militantes y simpatizantes, todo con la loable intención de encontrar un consenso de abajo hacia arriba y no condicionar el futuro del partido a un episodio de parlamentarización.
Pues bien, las encuestas se realizaron —con serios cuestionamientos sobre su transparencia— y arrojaron resultados que parecen favorecer a ambos sectores: con una mayoría que pide unidad en todo el bloque alternativo e, indistintamente, otra que considera que la mejor opción es la Coalición de la Esperanza.
Aunque no tienen un carácter vinculante porque se pensaron como un instrumento orientador para tomar decisiones, sí anticipan una profundización en las tensiones que vienen despedazando un partido que atraviesa por una seria crisis existencial.
El factor Romero
Al exgobernador Camilo Romero, cercano a Petro y crítico de la Coalición de la Esperanza, lo han señalado de ser el principal artífice de una “minoría ruidosa” y saboteadora. Sus críticas a la Coalición de la Esperanza —especialmente a sus movidas durante el paro nacional—; su tensión con el sector orientado por Angélica Lozano y Claudia López, tan empeñado en avanzar en la “jugadita” para entregarle el partido al fajardismo, y su exigencia de garantías democráticas frente al mecanismo de selección del candidato presidencial, ciertamente han generado bastante ruido y malestar.
Para Romero, las tensiones al interior del Verde solo son consecuencia de la pluralidad y diversidad que, citando al poeta Aurelio Arturo, cohabitan en un “verde de todos los colores”; sin embargo, la cuestión va más allá de lo poético y se inserta en una abierta puja por el control del partido y en contraste con la visión que Claudia López busca imprimirle; inicialmente, para que sea funcional a la Coalición de la Esperanza en su obsesión de que “Fajardo sea el próximo presidente” (como viene anunciando desde 2019) y eventualmente para que se convierta en su plataforma presidencial de cara a 2026.
Esa visión rivaliza con Romero, quien viene proponiendo una consulta entre todo el bloque alternativo, escenario donde Fajardo considera estaría en desventaja electoral frente a Petro.
La realidad es que una consulta de todo el sector alternativo, es decir, entre los precandidatos del Pacto Histórico y la Coalición de la Esperanza, siendo la opción mayoritaria entre las bases del Verde según las más recientes encuestas, resulta inviable. No es posible ya que es una cuestión que se aleja de la mera mecánica política y se ve atravesada por la creciente animadversión personal que ha caracterizado la relación de Petro con la alcaldesa. Atrás quedaron los cálidos días donde Petro y Claudia se tomaban la foto para hacer campaña.
Aunque Romero no se encuentra solo en su propuesta de unidad sin vetos, pues ya es claro que lo acompañan las bases del partido y congresistas de peso electoral como Inti Asprilla (99.462 votos en 2018) o Katherine Miranda, su postura sí colisiona con una mayoría parlamentaria y la determinación de dos codirectores nacionales, Antanas Mockus y Antonio Navarro, lo que —sumado a una porción de los resultados arrojados por las encuestas— anticipa un aterrizaje forzoso en la Coalición de la Esperanza.
¿Qué se viene?
El Verde debe superar rápidamente su crisis existencial para dedicarse a organizar su estrategia al Congreso, ya que sin Mockus encabezando la lista al Senado, ingresaran con un faltante de medio millón de votos, votación que en 2018 convirtió al exalcalde en un auténtico “palo electoral” que arrastró a tres senadores a la cifra repartidora (Sanguino, Marulanda y Castro). Sus dos principales retos se encuentran en sostener la bancada en el Senado e incrementar los escaños en la Cámara de Representantes, de ahí que resulté estratégico integrar coaliciones departamentales con los demás movimientos que están en la Coalición de la Esperanza o que se la jueguen por una lista única al Senado.
Siendo un escenario adverso para congresistas como León Freddy Muñoz e Inti Asprilla, ambos con intenciones de dar el salto al Senado, pues son tan distantes del sector de Claudia López como de la Coalición de la Esperanza.
En el aire sigue la posibilidad de acordar una escisión o encontrar un mecanismo ideal para que cohabiten en un equilibrio simétrico los “verdes de todos los colores”.
Como consideración final, creería que lo más sensato, para salir de la crisis, sería dejar a sus integrantes —militantes y congresistas— en libertad de cara a las presidenciales y cerrar filas en torno a las legislativas, pues también deben tener claro que se juegan superar el umbral para preservar su existencia como partido (no será inferior a 550.000 votos).
Que no les pase que, en medio de tanta pelea, se queden sin el pan y sin el queso.