Corría el año 2010 y el flamante exalcalde de Medellín, Sergio Fajardo, padecía el mayor fracaso electoral de su carrera política: su lista al Senado se quemó y la intención de convertir “Compromiso ciudadano” en partido político, se esfumó. Con esa movida, Fajardo pretendía dotar de estructura partidaria un movimiento personalista y así tener el derecho de avalar candidatos, contar con financiación pública y espacio en medios de comunicación.
Es decir, ser un partido en propiedad con personería jurídica y no tener que recurrir a partidos pequeños para obtener un aval (el mismo Fajardo fue candidato a la Alcaldía de Medellín por el partido ASI). Con tan solo 181.513 votos (equivalente al 1.64% de la votación total) Compromiso Ciudadano por Colombia no superó el umbral del 2% que en ese momento se exigía a las listas al Senado para obtener la personería jurídica y se hundió su intención de ser partido. Al año siguiente Fajardo sería candidato a la Gobernación de Antioquia por el Partido Verde y desde ese momento los Verdes se convirtieron en su “comodín”, ya no resultaba necesario tener un partido propio.
Entre muchos ciudadanos hay confusión sobre ese tema y se tiende a creer que Fajardo tiene un partido o movimiento político de “bolsillo”, algo errado porque Compromiso Ciudadano no es un partido ya que en la práctica solo es un sector que se encuentra integrado a Alianza Verde. Todos los integrantes de la línea de Compromiso interesados en participar en elecciones deben ser avalados por el Verde o recoger firmas para avalarse como candidatos de grupos significativos, no tienen de otra.
Por eso, la relación de Fajardo con el partido Verde es especialmente funcional a sus intereses, al exgobernador de Antioquia nunca le ha interesado ser un directivo orgánico del verde, figurar como una de sus cabezas o algo tan elemental o primario como ser un militante activo, él sigue promoviendo su sector como si fuera un “rancho aparte” y utiliza al Verde cuando necesita un aval o una estructura que le articule trabajo en las regiones. Así pasó en 2018 cuando consiguió el aval a la presidencial sin medirse si quiera a una consulta interna o abierta y todo parece indicar que así lo quiere repetir para el 2022, ¿volverá a pasar?
La realidad es que desde su fracaso en 2010 a Fajardo poco le importa contar con un partido propio porque encontró en el Verde un escampadero y confía en medio de la vanidad que lo caracteriza que su capital de opinión está por encima de cualquier movimiento político. Se le olvida que mucha de la votación que en 2018 lo convirtió en el tercer candidato más votado en las presidenciales y que lo puso a menos del 2% de entrar a segunda vuelta, es el resultado del trabajo de bases sociales y electorales del Verde, además del respaldo decidido de dirigentes que sí creen en la consolidación e institucionalización del Verde como un partido sólido.
A Fajardo poco le importan los partidos y antes los desprecia. Por eso, en 2018 le exigió tanto al Verde como al Polo que él debía ser candidato por encima de cualquier consulta, sin comprender que las consultas son un mecanismo que busca fortalecer internamente a los partidos y que procura que sus decisiones sean más democráticas. En su rechazo también se encubría el temor a perder porque al no contar con estructuras regionales fuertes (claves porque mueven bases electorales), su capital de opinión se podría ver reducido ante el despunte nacional de Claudia o la disciplina del sector de Robledo.
A dos años largos de la próxima elección presidencial, la consulta abierta y ciudadana parece ser el mecanismo más idóneo para dirimir tensiones y concertar un candidato único entre los sectores alternativos y de centro-izquierda. Decisión clave porque la derecha conservadora y el uribismo (como fuerza de segunda línea) buscarán reacomodarse para no perder el poder. A esa consulta los verdes de partido han invitado a Fajardo, al concluir su último “retiro espiritual”, le sugirieron que se metiera al partido y que se someta a una consulta ciudadana. ¿primará su vanidad al creer que su capital de opinión está por encima de cualquier partido político?
O al igual que en 2018, ¿espera ser coronado como candidato porque goza de mayor favorabilidad en las encuestas o reconocimiento nacional? Sin lugar a dudas será una decisión importante porque trazará un camino de cara al 2022 y más en un partido que irrumpió con fuerza en las últimas elecciones regionales. ¿Se prestará el verde para seguir siendo el comodín o escampadero de quién ni siquiera figura como uno de sus militantes? Dependen del partido, sus bases y simpatizantes evitar que eso pase y exigirle a Fajardo que si busca ser candidato presidencial del verde se mida a en una consulta abierta y ciudadana.