Desde mi cosmovisión cristiana señalaré algunos desaciertos comunes en tiempos de elecciones:
- Falacia ad hominem. Atacar a la persona y no al argumento en sí. Ejemplo: Claudia López no puede tener razón porque es gritona o Petro no puede tener razón porque es de izquierda y usa zapatos caros o Viviane Morales no puede tener razón en lo que dice porque es cristiana. Se debe debatir con argumentos que ataquen a argumentos y no a personas.
- Tomar decisiones basándose en especulación o cosas que no son ciertas o situaciones que no podemos asegurar que van a pasar. Ejemplo: Si gana la izquierda en Colombia nos vamos a convertir en una Venezuela. De hecho, ya somos como Venezuela en muchos aspectos).
- Votar por personas a ciegas simplemente porque apoyan principios cristianos o se llaman cristianos. Más que votar por propuestas llamativas, se debe votar por personas, por su carácter y por quiénes son. No sirve de nada hacer ganar a candidatos cristianos si van dar muy mal testimonio en su cargo por su poca preparación. Ejemplo (esta es una posición muy personal): Trump es un tipo que apoya principios cristianos, pero su carácter excéntrico y egoísta, impulsa políticas anti cristianas como el rechazo y discriminación hacia los extranjeros, la destrucción del medio ambiente, la provocación guerrerista y la discriminación hacia lo que no es de su gusto.
- Satanizar la izquierda política. No todo lo que es izquierda es comunismo, el comunismo es un extremismo de la izquierda, así como el fascismo lo es de la derecha. Es más, los protestantes después de la reforma se caracterizaron por impulsar el progreso, las reformas, las libertades individuales, la igualdad y casi siempre fueron perseguidos porque los consideraban rebeldes insubordinados. Todos estos últimos, valores de la izquierda política.
- Creer que una nación será transformada cuando muchos o todos sus gobernantes sean cristianos. Es más, la historia nos muestra unos cuantos ejemplos de masacres y barbaridades cometidas por gobernantes llamados cristianos. La responsabilidad de cambiar una nación siempre va a ser de la Iglesia, de la sencilla pero profunda tarea de la predicación del evangelio, ya sea con palabras o con los hechos.
- Finalmente, un país no se transforma legislando en contra del pecado, eso se llama discriminación y restricción de libertades individuales. No podemos evitar el aborto o la adopción homosexual, etc, simplemente prohibiéndolos. El trabajo aquí es ser un instrumento de Dios para que nadie quiera abortar, para que nadie quiera ser homosexual, para que nadie quiera fornicar o dejar huérfanos abandonados por las calles. Todo esto se logra cuando hay verdaderos cristianos en una nación, al estilo de los apóstoles, de quienes se decía: "donde están aquellos que trastornan el mundo" (Hc 17.6)
-.
