Lo de la ‘ayuda humanitaria’ es solo un cuento; un instrumento político y mediático para dañar más (o simplemente aún más, si fuera necesario) la imagen de Maduro.
Ayuda humanitaria es el envío de medIcinas, alimentos, mantas, o elementos para aliviar la situación de los damnificados en caso de una emergencia o desastre derivado de una causa imprevisible o inmanejable (terremoto, inundación, guerra).
Se podría alegar que la forma de aliviar las penurias de los varios millones de venezolanos que hoy las padecen sería un cambio de régimen. Pero ni eso cae en la categoría de ‘ayuda humanitaria’; ni la mala situación que sufren responde a las soluciones que pueden venir de una ayuda humanitaria; ni a nadie, ya sea organismo o conjunto de países, se le ocurre que se podría enviar la cantidad de comida y de medicinas que hoy hacen falta. La ‘ayuda humanitaria’ enviada por Estados Unidos y que no pudo pasar la frontera fue de 200 toneladas. La población venezolana que se supone destinataria de esa ‘ayuda’ es de varios millones de familias. Para hacer comparaciones, ayuda humanitaria fueron las 29 toneladas que envió el Gobierno nuestro a los damnificados del Chocó para aliviar temporalmente la tragedia de 5.000 familias.
En Colombia el 95 % de los ciudadanos le da una desaprobación al gobierno de Maduro, cree que allá el rechazo de la población es similar, y que existe cuasi unanimidad para cambiar al gobierno. Pero aún si hubo fraude en las elecciones presidenciales es indiscutible que un alto porcentaje lo respalda; que el número de votos y elegidos a la Asamblea Nacional que supera el 40 % lo que muestran es un país dividido; que son muchísimos los que sin identificarse necesariamente con Maduro aún apoyan la ‘revolución bolivariana’; y que para la mayoría de ellos existe un sentimiento latente de animosidad contra Estados Unidos que poco beneficia a la imagen de cuasienemigo que tienen de Colombia.
El poder en Venezuela no lo tiene Maduro. Lo tienen los generales que hoy manejan los diferentes centros de los cuales depende esa nación, o sea: los ingresos de PDVSA, la distribución de alimentos, las milicias y los colectivos chavistas, la central de inteligencia, la jerarquía superior de las Fuerzas Armadas desde el Comando General hasta cada una de las armas, etc. Prácticamente todo el poder está en ese entramado de generales, los cuales están casi todos acusados por Estados Unidos por vínculos con el narcotráfico. Una cosa es tumbar a Maduro y otra tumbar el régimen. Y parece poco probable no solo que desprendidamemte renuncien al poder, sino aún más que se sometan a las condiciones que impondrían quienes los han señalado e indiciado como ‘el cartel de los soles’.
El poder en Venezuela no lo tiene Maduro.
Lo tienen los generales que manejan los ingresos de PDVSA,
la distribución de alimentos, las milicias y los colectivos chavistas…
Venezuela es el primer país del mundo en reservas de petróleo (200.000 millones de barriles). Los chinos han invertido 70.000 millones de dólares en préstamos para pagos futuros en petróleo. Estados Unidos ha ‘intervenido’ -o sea iniciado o participado en guerras- en todos los sitios donde hay petróleo de por medio (Irak, Kuwait, Libia, Siria). Rusia ha aterrizado sus Cisnes Blancos (bombarderos supersónicos) en Venezuela, paseado su flota por el Mediterráneo y avisado que ‘si Estados Unidos quiere otra crisis de misiles como la de Cuba, la tendrá’. Estas consideraciones muestran un escenario geopolítico muy riesgoso y sobre todo incierto en caso de una renuncia de Maduro, y más en caso de una ‘intervención’ americana. Muy probablemente Trump, a pesar de lo impulsivo y desconcertante que es, debe tener una idea de lo que espera suceda y lo que impulsaría (Plan A, B, o C) como paso siguiente para una eventual salida de Maduro.
Dado el papel de ‘líder’ de la batalla contra Maduro que ha asumido el presidente Duque, sería interesante saber si ha pensado donde quedará o qué papel jugará Colombia en los posibles escenarios de ese siguiente paso.