Egg: pasar algo por huevo v; menos frecuente: sumergir algo en huevo, v; tirar huevos a algo/a alguien, v.
Yo hubiera jurado que egg en inglés era un sustantivo, pero la traducción de arriba, copiada directamente del Google, no deja la menor duda: es un verbo (y es lo que me gusta que sea). Entonces egged podría significar hueviado, y esto, precisamente esto es lo que ha hecho el senador Macías con Fernando al que llaman, quizás he leído por qué, el héroe de Invercolsa, ignorándose si es una rama de aquel más numeroso bloque de héroes de los Montes de María. Lo dudo.
Hueviar a una persona no es precisamente intentar convertirlo en un huevón. Lamentablemente el verbo no da para eso. Pero la embadurnada amarilla y el olor a sarna que queda regado por el cuerpo, la forma como el líquido viscoso se riega por el rostro, ¡puaf!, podrían hacer creer que es en eso en lo que ha sido convertido el hueviado.
Pero la expresión no la he tomado del cálido y dulce debate que el senador Macías ha instaurado contra su ¿copartidario? Fernando. Lo he tomado de otra noticia en donde pudo haber aparecido en inglés:
“Adolescente que huevió a senador rompe el silencio (teen who egged senator breaks silence). Will Connolly, el adolescente de Melbourne, forzó al senador australiano Fraser Anning la semana pasada después de que el político dijera que los disparos a las mezquitas en Christchurch, Nueva Zelanda, fueron culpa, en primer lugar, de los inmigrantes musulmanes por ingresar al país. 'Entiendo que lo que hice no fue lo correcto' dijo Connolly, de 17 años, a un programa de televisión en la Red 10 de Australia". Sin embargo, esa hueviada ha unido a la gente y, como saben, el dinero se ha recaudado, decenas de miles de dólares de se han recaudado para esas víctimas.
Y miren qué coincidencia: el tratamiento de desconsideración e irrespeto que el mentado senador Anning, tendría que ser republicano obviamente, ha dispensado contra los inmigrantes es casi copia al carbón de la que Fernando ha espetado para dirigirse contra el movimiento indígena, hacia el cual anhela que lancen el ejército, o que lo electrocuten en plena vía pública, si quisiéramos mantener la línea bélica de nuestro ahora flamante embajador en Washington.
Fernando ha osado invocar a Platón para mandarse contra los indígenas y es precisamente esta invocación lo que ha suscitado la ira de Macías. Macías, ducho más bien en filosofía pragmática, ¿de qué universidad?, cree que eso enredaría la visión del problema. Demasiados líos hay en el gobierno para meterse en ese cuento ahora. Además eso podría dejarlo por fuera de la discusión luego de terminar felizmente su bachillerato al modo Radio Sutatenza.
Entonces a estas alturas, sea lo primero inaugurar la insurgencia de un nuevo verbo: hueviar. Este aporte lingüístico, perfectamente cala en el léxico de las lecciones de periodismo que alguna vez un expresidente intentó durante su último eximio mandato, felizmente terminado por Humberto Sierra Porto de tan grata recordación.
Observemos cómo ha hueviado Macías a Fernando pues para aquellos que no dominan las leyes de la gravitación universal, y por tanto poco conocen de trayectoria de proyectiles, esto es una magnífica oportunidad de aprender cómo dar en el blanco. Tenemos que celebrar que Macías conozca tanto de Newton en su diatriba: ¡Macías ha trazado toda una parábola!
Entonces podemos realizar una aproximación grandilocuente de lo que significa hueviar: lanzar un proyectil ovoide de manera tal que el blanco resulte embadurnado de cáscaras, yema y clara de huevos, ojalá lo más cerca del rostro de su oponente. Si usted lo hace a la manera Macías podría haber demostrado a Fernando que si esos proyectiles no hubieran sido de huevo si no de lo que Fernando pretenden que sean contra los indígenas en estos momentos Macías estuviera dejando su silla de senador e ingresando directamente a La Picota, lo cual privaría al gobierno de su más lúcido defensor en el Congreso. Eso hasta que el jefe máximo despierte de su letargo y diga la última palabra. Pueden imaginar al senador Macías diciendo algo así como lo de ese chico Connolly, aunque le toque regresar a los 17 años: entiendo que lo que hice no fue lo correcto, ¡snif!…sin embargo esa hueviada…
El jefe máximo lo estará pensando. Si se va contra Macías, le riposta al lado una Paloma que habla de sus preferencias por un Cauca escindido en virtud de la supremacía blanca. Y lo dirá con el ardor de oratoria proletaria de Álvaro Pio Valencia, mejor orador mil millones de veces que su hermano, quien jamás habría vitoreado, ¡Viva España!, ante Charles de Gaulle. ¡Es que estos Valencias, se dan unas perdidas! ¿Y será que Paloma se atreve a hueviar a su jefe?
¡Pueden jurarlo! Si Paloma está tan enardecida como aquel día contra Petro, no la detiene nadie. ¡Se va de liga! Y es que si a Paloma le dan una palomita se come a Macías, a Fernando y a su jefe de un solo bocado, sin siquiera pestañear.
Pero podría haber otra acepción insospechada del verbo hueviar y estaría en consonancia con lo que Macías cree que Fernando está haciendo, creérselas de sabio. Y en realidad Fernando más que escribir parece pontificar. ¿El pontífice de Invercolsa? Entonces hueviar podría significar algo así como: lanzar proyectiles ovoides contra papamoviles con la intención manifiesta de bajarle los humos tras el olorcito que les queda.
Y todo ese porque Macías es un tipo supremamente celoso de su cargo. ¡Le ha tomado tanto trabajo llegar a él! No hay sino que imaginarse los tarugos que toca pasar cuando de manejar un jefe vitriólico se trata.
No hay derecho, Fernando, tienes que respetar a los que pasan tarugos. ¡Eche!
La pregunta obligada es cómo hará Fernando para contestar a un energúmeno como Macías. Si para osar contra los indígenas invocó a Platón, ni se imaginan a quién invoque para responderle a Macías, si es que se atreve.
Nota: he brindado información de dónde salen mis citas.