Actualmente calificamos a Colombia con palabras como mierdero, corruptocracia y narcofascismo, también en ocasiones hacemos alusión a la constitución de 1873 con el dicho “para conservadores, los liberales de Rionegro”, sin tener en cuenta que de haberse conservado en ella la libertad de cultos no seríamos tan fanáticos religiosos.
Las ideas cavernícolas de Núñez, Marroquín, Caro y sus correligionarios sustituyeron esa constitución liberal por la ultraconservadora (1886) que duró 105 años, cuyos primeros 45 estuvimos de rodillas ante el amo gringo dizque porque la “estrella del norte” nos guiaría en todos los campos y hasta les encimamos el canal de Panamá. Además, se ordenó asesinar a todos los que se opusieron a este designio y a quienes osaron reclamar mejores salarios a las empresas gringas.
Quizás el único gobierno de los últimos 135 años que favoreció a los campesinos pobres y medianos fue el del liberal Alfonso López Pumarejo, 1934-1938, con la única reforma agraria exitosa en el siglo XX. El líder demócrata Jorge Eliécer Gaitán intentó llegar a la presidencia y profundizar en los programas de López P., pero se impusieron las ideas fascistas, nazistas y falangistas, inspiradas por Mussolini, Hitler y Franco, cuyos fanáticos seguidores determinaron asesinarlo prematuramente.
Estos mismos ideales son la esencia del partido conservador, cuyos líderes más descollantes, Laureano Gómez, Mariano Ospina, Roberto Urdaneta, Rojas Pinilla se unieron con el fin de exterminar a los liberales, quienes en 1957 también optaron por abandonar sus principios y se aliaron con los conservadores para conformar la alianza conocida como “frente nacional” en la cual se diluyeron las pocas ideas que los distinguían entre sí. Un ejemplo de ello fue el gobierno de Guillermo Valencia, el hijo del poeta, a quien los campesinos le reclamaron tierras, vías y herramientas, pero él prefirió bombardearlos y perseguirlos, habiéndolos obligado a levantarse en armas para reclamar solución a sus necesidades. Después de haber luchado por esos derechos durante medio siglo el gobierno de J. M. Santos optó por negociar su desmovilización, pero fueron burlados por el siguiente gobierno, el cual está haciendo trizas lo acordado y a cambio los sigue matando a pesar de su rendición.
La alianza liberal-conservadora se ha prolongado hasta hoy, predominando en ambos partidos el ideario falangista o nazi-fascista; no obstante, unos sigan proclamándose liberales y los otros conservadores, hasta el punto que un militante liberal llegó a la presidencia, pero su gobierno se inspiró mucho más en el fasci-nazi-falangismo que en el liberalismo y cometió los peores crímenes durante 8 de los primeros 20 años del siglo XXI. Se puede concluir, sin temor a equivocación, que no existen diferencias reales entre los dos partidos más antiguos del país. Su ideología es similar en lo político, en lo filosófico, en lo económico. Unos y otros han impulsado las reformas neoliberales y han colocado el país a disposición de los dictados de Estados Unidos y las potencias capitalistas. Para señalar sólo un ejemplo: ¿Por qué en vez de resolver el problema de los cultivos ilícitos no se toma una decisión consensuada entre colombianos en lugar de someter el Estado a las órdenes de la metrópoli gringa?
No admiten movimientos ni partidos opositores, a los cuales estigmatizan tildándolos de comunistas, terroristas, guerrilleros, populistas, hoy en día castrochavistas y los exterminan físicamente como hicieron con la Unión Patriótica y procuran seguir con el Partido Comunista. La Unión Patriótica fue creada como alternativa política a la guerrilla Farc, pero el Estado aliado con el paramilitarismo anticomunista resolvió sacarla del juego político asesinando más de 5000 militantes. El Partido Comunista, perseguido y con cientos de sus militantes asesinados, acaba de cumplir 90 años de existencia, siempre fiel a la doctrina revolucionaria aprendida de Marx, Engels y Lenin.
Conservadores y liberales excluyeron la ética de sus prácticas y los intereses personales dieron lugar a las acciones corruptas: privatización de las empresas estatales, compraventa de conciencias, contratos leoninos, coimas, más todo tipo de trampas para robarse el erario, y a la creación de nuevos partidos o movimientos manejados por líderes parroquiales, municipales o regionales, constituyendo alianzas heterogéneas con afanes meramente económicos personales. En síntesis, los partidos tradicionales carecen de identidad ideológica y los partidos de izquierda pelean entre sí en lugar de unirse.
El panorama descrito en forma de telegrama obedece a la reinante ignorancia popular, fruto de la deficiente calidad educativa y de los medios castradores de conciencias, en poder exclusivo de la clase gobernante.