Algunas enseñanzas preliminares sobre “La cuestión ‘Soldado Micolta’”.
(1) Una obviedad reiterada: Colombia sigue siendo un país conservador, elitista y racista; las protestas abiertamente violentas en las redes sociales lo confirman. Con mayor razón, este tipo de iniciativas en búsqueda de respeto son necesarias y tiene un alto valor democrática.
(2) Importante: la movilización social puede lograr cambios reales, primero políticos-concretos, luego, transformaciones progresivas en los imaginarios sociales. Este es uno de los objetivos de la iniciativa “Chao Racismo”; obviamente: como hoy se corrobora, no será un camino despejado el que les espera.
(3) Muchos están molestos ─incluso personas Afro─ porque disfrutaban del show y no les parecía que reproducía estereotipos discriminatorios; no obstante, debe comprenderse en términos de una ciudadanía activa que si un grupo poblacional exige públicamente respeto y politiza su causa con argumentos éticos y jurídicos, está en todo el derecho de celebrar hoy una victoria pacífica y democrática inspirada a nivel mundial en la lucha histórica contra el “Blackface”.
(4) ¿Implica esta censura que se irá acabando el humor y la caricatura como algunos afirman? No, muy posiblemente los contenidos públicos para medios masivos de comunicación se revisarán con mayor cuidado y esto, se espera, tenga incidencia en los usos simbólicos cotidianos del humor privado que ayuden a modificar gradualmente estereotipos denigrantes contra grupos poblacionales históricamente discriminados (población Afro, Sector LGBTI, indígenas, discapacitados, mujeres, etc.).
La lucha democrática por el respeto, por el reconocimiento es larga y se desarrolla en múltiples escenarios. Finalmente, se trata, como decía el escritor Orhan Pamuk de asumir la actitud de aquel que pacientemente "cava un pozo con una aguja".