Hoy los jóvenes liberales le apuntamos a una modernización de nuestro ideario colectivo. Creo bien que nuestro ser debe trascender y hacerse escuchar, como aquella voz que se espera en un vacío infinito. Hemos sido llamados a darle al Partido Liberal una mirada distinta y a renovar nuestros ideales para poder volver a ser el partido que fuimos. Estamos llamados los jóvenes a hacer una política diferente y una Colombia distinta. Debemos traer aquellos valores de antaño, valores que sin duda alguna se hacen imperiosos en nuestra actualidad, donde hemos perdido la moral de la política.
Hoy hemos sumado nuestros principios, ideales y sueños, para poder buscar una alternativa distinta, creo bien, como presidente liberal, que este encuentro de los jóvenes debe ser aquel acto significativo que le dé a nuestro partido ese lustro nombre y la posición social de líder en el territorio. No podemos seguir con la historia pasada, porque, aunque fuere bien vivida, se hace necesario modernizar nuestros pensamientos y como lo hubiere dicho Benedicto XVI el hombre debe transigir. Hemos sido llamados a un encuentro de los presidentes y jóvenes liberales a nivel nacional para hacer un manifiesto de nuestra voluntad y darle esa mirada humanista, idealista, social, y demás que requiere nuestro partido.
Creo bien que como liberales debemos buscar una alternativa diferente. Me he tomado el pequeño trabajo de hacer un análisis sobre lo que es nuestra línea política general en Colombia, y si el clamor social nos pide que busquemos una alternativa diferente a la que los partidos proponen. En estos últimos años, detrás de tantos escándalos políticos presentados por dirigentes, los jóvenes hemos estado situados en aquella barda de espectadores, observando todos estos hechos repudiables. Por eso denominamos este encuentro de jóvenes liberales “Alguien tiene que llevar la contraria”, pero haciendo alusión a esa contraria que representa ir contra la política tradicional, buscando modernizarla. Me atrevería a afirmar que los jóvenes con este lema que, desde nuestra colectividad liberal, apuntamos a liderar, así como lo hicimos hace treinta años con la séptima papeleta, la elección de un presidente diferente. Un presidente que integre esa academia que sin duda alguna debe ser el baluarte fundamental de un gobierno.
Le apostaremos a Alejandro Gaviria. Cuán feliz seremos el día en que hagamos la diferencia, una diferencia notable ante la sociedad, y nosotros, los jóvenes que somos el presente de hoy y los ancianos del mañana, podamos sentirnos realizados por el trabajo hecho. Como liberal, veo en Alejandro Gaviria un digno representante, un hombre de principios, con una ética casi inquebrantable, con un deseo de paz ferviente, y sé que el partido debe recuperar su credibilidad, su objeto político, el discurso y finalmente crecer para que nuestros líderes puedan dejar su grano de arena en esta sociedad colombiana que necesita cosas diferentes.
Pintaremos a Colombia de un rojo pasión: el rojo del amor, el rojo de la esperanza y el rojo de aquella rosa que representa la social democracia. Cuando hagamos eso, los liberales habremos hecho la tarea, la de volver a Colombia un país liberal, libre y libertario.
Eso somos, ¡visionarios!
Eso queremos, ¡soñadores! Y como Eduardo Galeano decía: “Soñar también es un derecho fundamental”.
