Jesús de Nazaret es el gran desconocido después de dos mil años. Y su mensaje de hermandad y de amor ha sido no solo malinterpretado, sino también usado como una mercancía por los poderosos de este mundo. Nos han vendido un Jesús que no es. Por eso, cuando llega la prueba, la purificación, el duelo y el desierto pocos se acuerdan de Él, y acaso reniegan o se hunden en la noche oscura de la desesperación. Porque la fe tiene que ser firme, fuerte y perseverante. De lo contrario no era fe sino un cliché una moda, un fetiche, quizás una ridícula superstición religiosa, de cascarón y de apariencia.
¿Quién de ustedes, sin mentir pediría que suelten a Jesús y no a Barrabás como en aquel juicio ante Poncio Pilato? Estoy seguro de que si el juicio se repitiese en el contexto actual, el pueblo pediría la libertad del culpable y no del inocente. Nada es más humano, y más vulgar y más común que la cobardía. Hoy los Barrabás son los megalómanos de la política, los que rinden adoración al ego, a la injusticia, a una vida ridícula y superflua, los que se alimentan de la mentira sencillamente porque le temen a la verdad, los que se acostumbraron a la oscuridad y les incomoda la luz, los que se amparan en el poder humano los que son capaces de asesinar para satisfacer la gula insaciable de la lujuria, los que se endurecieron y ya no son capaces de perdonar ni de ponerse en el lugar del otro, los que nunca supieron lo que es amar y morirán sin conocer el milagro del amor incondicional.
¿Alguien se acuerda de Jesús de Nazaret? Ojalá en estos momentos de incertidumbre ustedes lo recuerden, se lo encuentren. Es tan difícil reconocerlo porque tantos enseñan y hablan de Él, pero lo niegan con la mentira, y el comercio de la salvación, con la doble moral, con la mencionada cobardía que adora al opresor, al tirano, al homicida, al genocida, al violento de cualquier condición o categoría.
Yo no sé si ustedes; pero yo sí quiero creer en el Jesús manso y humilde que en este mundo amó a los pobres y sencillos y que denunció la injusticia de donde viniera. Hoy quiero acordarme de Jesús y decirle que en esta prueba, en esta noche oscura de la fe, mientras llega la luz de un nuevo día para la humanidad, creo en Él y anhelo seguirlo porque el Señor Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida.