El señor Uribe presumía hace algunos años de ser como la gallina laboriosa de la popular fábula de Esopo. Hablaba de trabajar, trabajar y trabajar. ¿Pero tanto trabajo del innombrable para qué sirvió? “Ni pa tacos de escopeta”, diría mi abuela. En efecto, de los tres huevos que puso dizque para sacarnos del atolladero, no quedan ni dos ni uno, ni siquiera medio huevo quebrado. Cero pollito rayado, como decíamos en la escuela para dar a entender que el resultado era nulo, nada de nada. Es más, el país está peor y aspira a seguir empeorando en estos sufridos y eternos tiempos de Duque, su fiel escudero.
En otras palabras, el uribismo está acabando hasta con el nido de la perra, como solía decir el patrón de patrones, el patrón del mal. Y que la fanaticada más furibunda suelte los fusiles porque estoy hablando de un señor paisa, muy malo él y de apellido Escobar. No sean mal pensados. ¿Puedo bajar las manos? Puedo seguir con este escrito. Gracias, mis buenos muchachos. Dios les pague y les dé el cielo.
Entonces continúo, porque el señor Uribe prometió poner tres huevos, mejor dicho, sus tres huevitos, como solía decir con esa voz recia y rabiosa, de la cual solo queda el recuerdo, pues ahora es el abuelo más tierno de Colombia. Si no pregúntenle a Vickycita Dávila. Y como el nuestro es un país de desmemoriados les recuerdo los tres huevitos aquellos: confianza inversionista, seguridad y cohesión social. ¿Confianza inversionista? Pero, ¿quién va a querer invertir en un país hecho trizas por el odio, sobre todo después de que el mismo Uribe despescuezó la paloma de la paz? Ahora somos testigos de microguerras internas, el todos contra todos: los legales contra los ilegales, los ilegales contra los ilegales, los legales contra los legales.
Y a todas estas, ¿quiénes son hoy por hoy los legales y los ilegales, o lo uno y lo otro y viceversa? Si el lector sabe que me lo explique abajito en la sección dedicada a comentarios, la cual Las2orillas pone a disposición del muy respetable público no solo para insultar al esforzado columnista. También se aceptan flores, regalos o aclaraciones como sugiero en este caso. ¿Seguridad social? Jua, jua, jua, etcétera. Se sentirá seguro el innombrable con los trescientos gorilas que lo cuidan día y noche, más los miles de hombres cariñositos, de esos que dicen “plomo es lo que hay”. Qué seguridad va a haber con tanta injusticia alborotada y tanta corrupción, mientras el pueblo sufrido y aguantador pasa hambre. ¿Y cohesión social? Permítanme, amables y muy decentes compatriotas, que suelte otra estruendosa, pero esta vez muda carcajada. Lo que tenemos es todo lo contrario: una Colombia disociada, polarizada, escindida y loca. Y gracias a la herencia del uribismo también paranoica, esquizofrénica, apocalíptica, estrambótica, ridícula, revoliática y ni más faltaba, diabólica.
