¿Alguien quiere pensar en los niños? La alarmante caída de nacimientos que afecta el futuro del país

¿Alguien quiere pensar en los niños? La alarmante caída de nacimientos que afecta el futuro del país

Colombia enfrenta una falta de nacimientos, algo que amenaza la economía, el sistema laboral y pensional. Se exigen acciones urgentes que promuevan la natalidad

Por: Carlos Eduardo Lagos Campos
abril 07, 2025
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¿Alguien quiere pensar en los niños? La alarmante caída de nacimientos que afecta el futuro del país

Colombia enfrenta un desafío demográfico silencioso, pero profundo: la caída sostenida de la natalidad. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), entre enero y octubre de 2024 se registraron 371.777 nacimientos, lo que representa una disminución del 14.4% en comparación con el mismo periodo de 2023.

Este descenso, que se ha acentuado tras la pandemia, no es un fenómeno aislado, responde a factores como la incertidumbre económica, el aumento de la participación laboral femenina, el acceso a la educación y a métodos anticonceptivos, y un cambio cultural hacia familias más pequeñas o la decisión de no tener hijos.

Ángela Vega, profesora del Instituto de Salud Pública de la Universidad Javeriana y doctora en demografía, advirtió en una entrevista con EFE el 20 de diciembre de 2024 que «el problema de la caída de la fecundidad va a generar un envejecimiento de la pirámide poblacional» y que «es una situación muy crítica porque estaríamos hablando de un crecimiento natural negativo, es decir, mueren más personas que los niños que nacen». Si esta tendencia persiste, expertos como los del Instituto de Métricas y Evaluación de Salud (IHME) de la Universidad de Washington también han proyectado en un estudio publicado en The Lancet en 2024 que el 97% de los países, incluido Colombia, podría alcanzar un crecimiento natural negativo para 2100. Ante este panorama, es imperativo que Colombia tome medidas proactivas para mitigar los impactos en el trabajo, la seguridad social y el desarrollo económico y social, transformando un reto en una oportunidad.

Un futuro con menos jóvenes: El impacto en el trabajo

La reducción de la natalidad implica que, en las próximas décadas, menos personas ingresarán al mercado laboral. Esta disminución de la fuerza laboral joven podría generar una escasez de trabajadores, afectando la capacidad productiva del país y su crecimiento económico. Sectores como la construcción, la agricultura o el comercio, que dependen de mano de obra dinámica, podrían ser los más golpeados.

Además, las empresas enfrentarán una mayor competencia por atraer talento, lo que las obligará a ofrecer mejores salarios, beneficios o a invertir en automatización. Sin embargo, estas soluciones no estarán al alcance de todas las industrias, especialmente las pequeñas y medianas empresas, que sostienen gran parte de la economía colombiana.

El envejecimiento de la fuerza laboral es otra consecuencia inevitable. Con más trabajadores mayores, el gobierno y las empresas deberán ajustar políticas laborales, como retrasar la edad de jubilación o implementar programas de capacitación en nuevas tecnologías. Sin estas medidas, Colombia corre el riesgo de perder competitividad en un mundo cada vez más digitalizado. La necesidad de actuar es clara: el país debe preparar su mercado laboral para un futuro con menos jóvenes, garantizando que los trabajadores actuales y futuros sean productivos y adaptables.

Seguridad social en jaque: Sostenibilidad en riesgo

El sistema de seguridad social colombiano, particularmente el régimen de prima media del sistema pensional, depende de los aportes de los trabajadores activos para financiar las pensiones de los jubilados. Con menos nacimientos, el número de cotizantes jóvenes disminuirá, mientras que una mayor esperanza de vida incrementará la cantidad de pensionados. Esta ecuación pone en peligro la sostenibilidad del sistema, lo que podría forzar un aumento en la edad de jubilación o reformas estructurales. Sin una intervención oportuna, el déficit pensional crecerá, trasladando la carga a las finanzas públicas.

El sistema de salud enfrenta un desafío similar. Una población envejecida demandará más servicios médicos, especialmente para tratar enfermedades crónicas y relacionadas con la edad, que son más costosas. Con menos personas contribuyendo al régimen contributivo, la financiación de la salud podría colapsar, aumentando la presión fiscal o dejando a muchos sin cobertura adecuada. La tasa de dependencia —la proporción de personas dependientes respecto a las que trabajan— también se disparará, dejando a un grupo más pequeño de trabajadores sosteniendo a una población jubilada en aumento. Colombia necesita fortalecer su sistema de seguridad social ahora, mediante la formalización laboral (que hoy afecta al 56% de los trabajadores) y la creación de reservas financieras, para evitar un colapso en las próximas décadas.

Desarrollo en la encrucijada: oportunidades y riesgos

El impacto de la caída de la natalidad en el desarrollo económico es innegable. Una fuerza laboral reducida podría frenar el crecimiento del PIB, desincentivando la inversión extranjera y debilitando el mercado interno. Teresa Castro Martín, socióloga del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España, destacó en comentarios al SMC España sobre el estudio del IHME que «el descenso de la fecundidad puede ser más rápido de lo proyectado por Naciones Unidas en ciertas regiones, incluyendo América Latina», lo que refuerza la posibilidad de un crecimiento natural negativo en Colombia si no se toman medidas.

Sin embargo, este cambio también transforma los patrones de consumo: la demanda de productos para niños disminuirá, mientras que la de bienes y servicios para adultos mayores, como medicamentos y cuidados, aumentará. Las industrias deben adaptarse a esta nueva realidad, pero el Estado tiene la responsabilidad de facilitar esta transición con políticas que incentiven la innovación y la productividad.

En el ámbito educativo, la menor natalidad ya reduce la matrícula en colegios y, pronto, en universidades. Esto podría ser una oportunidad para concentrar recursos y mejorar la calidad del capital humano, pero sin una planificación adecuada, muchas instituciones, especialmente en zonas rurales, podrían cerrar, limitando el acceso a la educación. El envejecimiento acelerado también exige ampliar los sistemas de cuidado para ancianos, un área en la que Colombia aún está rezagada. La solución pasa por una visión estratégica: invertir en educación, tecnología y servicios sociales para convertir el envejecimiento en un motor de desarrollo sostenible.

El camino a seguir: medidas urgentes

El envejecimiento poblacional no es un destino inevitable de caos, sino un desafío que Colombia puede enfrentar con decisión y visión a futuro. Entre las medidas necesarias están las políticas públicas para incentivar la natalidad, como subsidios a las familias, licencias parentales ampliadas y apoyo a la vivienda, siempre acompañadas de mejoras en las condiciones laborales y de cuidado infantil. Reducir la informalidad laboral es igualmente crucial para aumentar los aportes a la seguridad social y aliviar la presión sobre el sistema. Además, fomentar la productividad mediante la innovación tecnológica y la capacitación permitirá compensar la menor fuerza laboral.

La migración, como la reciente llegada de venezolanos, podría ser una herramienta para contrarrestar la baja natalidad, pero requiere políticas de integración efectivas. Sin estas acciones, Colombia enfrentará dificultades para mantener su crecimiento económico y la sostenibilidad de sus sistemas sociales. El reloj demográfico avanza, y la ventana para actuar se estrecha. Es hora de que el país tome las riendas de su futuro, transformando el envejecimiento poblacional en una oportunidad para construir una sociedad más equitativa, productiva y resiliente.

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