Cuando se indaga sobre el origen de las guerras en el mundo es complejo definir unas causas concretas. Para algunos, siguiendo el enfoque hobbessiano, el hombre es esencialmente un ser violento; desde otra óptica, la dinámica intrínseca de la convivencia con otros lo lleva irremediablemente hacia el enfrentamiento.
Las causas económicas aparecen en el primer lugar de la lista. Desde que surgieron las primeras sociedades humanas, la conquista de territorios, bienes y/o personas ha motivado los enfrentamientos, sea por la defensa de tales posiciones o el cálculo costo/beneficio de emprender un intento de dominio para aumentar las capacidades de una parte sobre la otra. En el siglo XXI, la economía persiste como un factor de importancia en los choques internacionales y, especialmente, internos con la escasez de recursos como el caldo de cultivo para los conflictos armados.
En cuanto a las causas ideológicas, se entiende que el desarrollo de una determinada corriente de pensamiento chocará con una corriente preexistente, lo que daría pie al enfrentamiento entre las partes defensoras de tales corrientes. El siglo XX es el exponente, por excelencia, de los conflictos por esta materia, con las guerras mundiales y la Guerra Fría como los ejemplos más emblemáticos de este apartado, con las implicaciones políticas y sociales subsecuentes a estas.
La cuestión religiosa aparece como tercera causa primaria de los conflictos, las cruzadas y las guerras de religión en Europa entre los siglos XVI y XVII son los ejemplos más claros al respecto, aunque desde el siglo XIX esta causa se vio relegada. No obstante, la radicalización del islam desde finales de los 80 y los ataques terroristas del 11 de septiembre, fue puesto nuevamente en el escenario internacional.
En la actualidad, el problema del cambio climático parece ser el eje central del surgimiento de los conflictos en el mundo. Las regiones más ricas en recursos son las más golpeadas por este fenómeno y, a su vez, las más propensas a terminar envueltas en alzamientos armados en sus territorios.
Colombia es un país que sigue inmerso en un conflicto que parece estático, con actores que simplemente cambian de denominación. Parece que nadie ha pensado qué pasará con la situación de orden público en sitios del país donde el conflicto es cada vez más complejo, donde los recursos son más escasos y donde la población no es prioridad. Por eso es importante saber si alguien desde el sector defensa piensa en el cambio climático.