A inicios de este mes en El Espectador se preguntaba cómo era posible que la economía creciera en un extraordinario 17,6 % mientras el desempleo se mantenía alrededor del 14 % (El Espectador, 2021). Parece que algo no cuadra con los datos. No suena lógico afirmar que la economía se está recuperando mientras millones de colombianos siguen desempleados. Sin embargo, si utilizamos la medida de creación de valor agregado PIB (Banco Mundial, 2016), Colombia vendría en fase de recuperación económica. ¿Corresponde este resultado a la realidad?
Según la opinión de varios expertos consultados por El Espectador, no. Entonces, esta inconsistencia parece indicarnos que el problema estaría en la forma en la que medimos el valor agregado en nuestra economía a través del PIB. En ese caso, como sociedad debemos ser capaces de identificar los fundamentos teóricos en los cuales se sostiene dicha medición para así discutirlos y replantearlos, ya que, como destacó el premio nobel de economía Joseph Stiglitz, “lo que medimos afecta a lo que hacemos, y si nuestras mediciones son defectuosas, las decisiones pueden tergiversarse” (Mazzucato, 2018).
Lo primero es partir de que no es la primera vez que se presenta en Colombia crecimiento sin empleo (jobless growth en inglés). En los últimos años CEDE Trabajo ha venido reportando la persistencia de este fenómeno en las Cuentas Nacionales (CEDE Trabajo, 2019). La inconsistencia se encuentra principalmente si comparamos el crecimiento económico con otros indicadores como la pobreza o el desempleo. Por ejemplo, en 2019, Colombia obtuvo una fabulosa tasa de crecimiento del 3,3 % (la más alta de la región) ¡mientras el desempleo y la pobreza aumentaban el mismo año! (La República, 2020). Para el economista y profesor del CESA, Mario Valencia, la razón de esta incongruencia recae en que el PIB se vio fuertemente estimulado por los créditos de consumo y no por productividad real (Mario Valencia, 2020). Es decir, el valor agregado en el país lo impulsan principalmente los bancos.
Pero no siempre fue así. Antes, los créditos bancarios eran excluidos del PIB, ya que no se consideraba que estos generaran valor agregado a la economía. Esta condición surgió desde que William Petty en el siglo XVII propuso en Gran Bretaña la primera contabilización de la productividad nacional de la cual se tiene registro (McCormick, 2009). En esa época, la justificación de excluir a los bancos recaía en la idea de que estos no creaban valor para la sociedad sino que lo extraían mediante el cobro de intereses.
La cuestión era que esta idea resultaba especialmente incómoda para los banqueros, quienes, con el desarrollo del capitalismo industrial, cada vez eran más influyentes en el ámbito político y social (Piketty, 2019). Por tanto, los bancos necesitaban con urgencia un nuevo discurso que justificara su posición jerárquica y reconociera sus actividades como creadoras de valor. En este contexto, el apogeo a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX de la economía neoclásica, y más precisamente de la revolución marginalista, revertiría la idea del valor, y con esto, impulsaría posteriormente cambios en las mediciones del valor agregado (PIB) (Mazzucato, 2018).
La salvación de los bancos había llegado. Ahora, con la revolución marginalista, el límite que diferenciaba las actividades que creaban valor de las que no era inexistente. Básicamente, se empezó a considerar que “todo lo que se produce en el transcurso de un año, cada servicio prestado, cada nueva utilidad creada es parte de la renta nacional” (Marshall A., & Marshall, M.P., 1909, p.52). Bajo esta lógica, ya no tenía sentido excluir los créditos bancarios de la contabilización del PIB (ni cualquier otra actividad que se vendiera en el mercado). Basados en esto, economistas marginalistas propusieron en la década de 1950 la inclusión de los créditos bancarios en las estimaciones del PIB a través de la inserción de los Servicios de Intermediación Financiera Medidos Indirectamente (SIFMI) en los Sistemas de Cuentas Nacionales (Mazzucato, 2018). Aun así, esta inclusión tuvo que esperar hasta la década de 1990 (con el apogeo del consenso de Washington) para que pudiera consolidarse formalmente y generalizarse a nivel mundial, hasta llegar a Colombia en el año 2000 (Lora & Prada, 2016).
En Colombia, el registro de los SIFMI en el año 2000 generó importantes cambios. En primera instancia, desde que se incluyeron los SIFMI las tasas de crecimiento son en promedio más altas que las tasas anteriores a la inclusión. Esto se explica principalmente por la preferencia en las agendas políticas de nuestros gobernantes de promover el crecimiento del sector financiero en detrimento de sectores estratégicos como la industria o el agro (Leguizamón & Romero, 2018).
Cualquier político que llegue a gobernar sabe que estimulando el sector bancario puede inflar los indicadores de su gestión (como el PIB) y, de esta manera, mejorar su opinión pública. Por lo que es innegable que delimitar qué crea valor o qué no en la economía tiene una implicación política crucial por su influencia en las mediciones del valor agregado. En este sentido, como sociedad debemos ser críticos con la información oficial y no olvidar que si los indicadores no son un reflejo de la realidad, no sirven realmente. En la medida en la que aprendamos a corroborar y contrastar la información oficial construiremos una sociedad cada vez mejor informada que pueda ser crítica frente a sus gobernantes, y así, tome mejores decisiones. Saber identificar información sin sesgos es la clave para consolidar un país democrático.
Referencias
CEDE trabajo. (2018). (La República) La banca jalonó el crecimiento del Producto Interno Bruto en el primer trimestre. Cede trabajo. Recuperado de: https://cedetrabajo.org/la-republica-la-banca-jalono-el-crecimiento-del-producto-interno-bruto-en-el-primer-trimestre/
El Espectador [Santiago La Rotta]. (7 de septiembre de 2021). ¿Por qué si la economía se está recuperando siguen altas las cifras de desempleo?. [Publicación de estado]. Facebook. https://l.facebook.com/l.php?u=https%3A%2F%2Fwww.elespectador.com%2Feconomia%2Fmacroeconomia%2Flo-que-los-datos-de-la-economia-nos-dicen-sobre-como-acabara-2021%2F&h=AT04wXPK-2pJwt87WzJSqmWmjVfJdKB0JJIpUCOtiKKUnY-f9qC0dkj21zaIVIeoGSaikcQ-xJfY1bNRsnQXnsKnCx7KnGSXZerLhf5RN_BCUySH_A_BvXl5xc5fPJJD&s=1&sfnsn=scwspmo
La República (2018). (Juan Sebastian Amaya) La pobreza en Colombia va a alcanzar un nivel de entre 47% y 49% por la pandemia del covid. Recuperado de: https://cedetrabajo.org/la-republica-la-banca-jalono-el-crecimiento-del-producto-interno-bruto-en-el-primer-trimestre/
Leguizamón, A. M., & Romero, A. V. (2018). El sistema financiero en Colombia: una historia por contar. Ciudad Paz-ando, 11(2), 100-103.
Lora, Eduardo; Prada, Sergio. Técnicas de Medición Económica, Metodología y Aplicaciones en Colombia [en línea]. Quinta Edición. http://www.icesi.edu.co/medicion-economica-Colombia-Eduardo-Lora-Sergio-Prada [Consulta: 23 de septiembre de 2021]
Mario Valencia (@mariovalencia01). (14 de febrero de 2020) Para tener en cuenta en el análisis de crecimiento 3,3% PIB en 2019:- Crece destruyendo 170.000 ocupados y generando 209.000 desempleados más - Agro e Industria crecen 0,6% menos que en 2018 - Construcción cae 1,3% - Comercio crece 4,9% - Financiero crece 5,7% - Demanda☝🏽4,5 y oferta ☝🏽 3,3 - ☝🏽más demanda que oferta por masivas importaciones - 23% PIB son importaciones - Remesas☝🏽18% - Créditos consumo☝🏽34% Cuando se acabe combustible de consumo, pagado con petróleo, remesas y créditos, les cuento en que quedara la economía desarrollada [Tweet] Twitter. https://twitter.com/mariovalencia01/status/1228404320112140292
Marshall, A., & Marshall, M. P. (1920). The economics of industry. Macmillan and Company.
Mazzucato, M. (2018). The value of everything: Making and taking in the global economy. Hachette UK.
McCormick, T. (2009). William Petty: and the ambitions of political arithmetic. Oxford University Press.
Mundial, B. (2016). Cuentas Nacionales.
Piketty, T. (2019). Capital e ideología. Editorial Planeta, S. A.