Alfredo Villaveces, el gurú de los conciertos, respira por fin tranquilo

Alfredo Villaveces, el gurú de los conciertos, respira por fin tranquilo

La medida de Claudia López de permitir 50% del aforo en conciertos, representa un alivio para un sector que ha sido golpeado con rudeza por la pandemia

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julio 26, 2021
Alfredo Villaveces, el gurú de los conciertos, respira por fin tranquilo

Cuando Alfredo Villaveces se enteró en marzo del 2020 que los conciertos quedaban cancelados por contingencias derivadas de la pandemia, volvió a pensar en fumar. Su negocio siempre ha sido el de llenar la cabeza de rock de los colombianos. Se tranquilizó y pensó que seria algo pasajero. Sin perder la cabeza, sin pensar en el lío que se había metido porque tenía en esas semanas el esperadísimo concierto de Kiss, se fue para su finca en Tolima a ver el lago de agua dulce donde a veces pesca. Pasaron los meses y vino la desesperanza. Sin embargo, hoy Claudia López mostró la luz al final del túnel: iniciará el aforo del 50% en conciertos y otros eventos. Villaveces cree que lo peor ha terminado.

Alfredo Villaveces se fumaba sesenta cigarrillos al día. Estar en un negocio donde de cinco conciertos, tres fracasan, y tiene que lidiar con el ego de las estrellas, estresa a cualquiera. Una vez lo convencieron de ir a donde un gurú indio que parecía tener el secreto para quitarle el vicio. Escéptico pagó casi dos millones de pesos por la terapia. Entró a la sala y la pinta del gurú definitivamente no lo convenció. Se sentó y se dejó hipnotizar, siempre pensando que a él no lo hipnotizaba nadie. La sesión duró cinco minutos y salió histérico. Creyó que lo habían tumbado. Con la rebeldía que lo ha caracterizado en sus 57 años cruzó la calle y le compró a un vendedor ambulante un paquete de Marlboro rojo. Iba a abrirlo cuando le sonó el celular. Después de la llamada se guardó el paquete y lo tuvo en su chaqueta casi dos años. La cura había funcionado.

Villaveces se ha acostumbrado a vencer todos sus miedos. Hijo de diplomático nació en Beirut y vivió sus primeros diez años en las embajadas colombianas de Buenos Aires, Bruselas y Baltimore. En su primera juventud era un nerdo al que le gustaban las canciones de Raphael, Silvio Rodríguez y Rocío Durcal, estaba lejos de ser el rey de la rumba.

Pero todo cambiaría en la universidad, cuando empezó a estudiar derecho y filosofía a la par. No sabía que era gustador y empezó a convertirse en un consumado Don Juan. Su primer matrimonio con Karen Schenk le dejó dos hijos, Lorenzo de 22 años que estudia Administración de Empresas en Estados Unidos y Gerónimo de 15.

En los noventa, con la explosión del Grunge al gordo, como lo conocen sus amigos, empezó a interesarse por el rock. Le bastaron unos cuantos meses para transformarse en un conocedor absoluto y total. Nevermind de Nirvana, Out of time de REM y Ten de Pearl Jam lo marcaron. Alfredo empezó a traer cantantes al país desde 1995 y desde entonces ya tiene más de 60 conciertos. Se ha quebrado tantas veces que ya no lleva la cuenta. La gente cree que vive de los conciertos cuando no es así: se vive es de los sponsors, de las actividades que hace con las marcas.

Duró año y medio sin fumar y lo soportó todo. Soportó incluso las exigencias e incumplimientos de un músico como Arjona que dejó, como empieza a ser su costumbre, esperando durante tres horas a su público y además tuvo el descaro de hacer una pataleta porque no tenía agua Sambuca negra en su camerino. También se tuvo que aguantar la locura cada vez más creciente a un cantante mexicano con quien jura no volver a trabajar nunca más ya que “está muy tostado”.

Pero no todo han sido penurias. Alfredo Villaveces se ha dado el gusto de conocer a sus ídolos. Fue el responsable de traer por última vez al país a Rocío Durcal y, además, bailó salsa con Mick Jagger después que los Stones detuvieran la inclemente lluvia bogotana con un hechizo invocado por Keith Richards, la majestad satánica, el 10 de marzo del 2016 en el histórico concierto que aún recordamos los colombianos. Unos meses después, luego de desembolsar casi 200 millones de pesos sólo para el mega espectáculo que hizo Metallica en noviembre del 2016. Villaveces quedó asombrado de las pocas exigencias que hicieron estas leyendas: viajaron apenas con 76 personas, pidieron solo comida vegetariana, un camerino con muchos espejos y una suite presidencial para cada uno. Por estos días está triste: la muerte de Malcom Young acabó con el máximo sueño que tenía: traer a Colombia a AC-DC.

 

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