Alfredo Martelo vive en San Joaquín, corregimiento de Mahates. Su acceso es por una vía pedregosa y ahuecada. En invierno es un fangal y en verano una polvareda con obstáculos. Luego de una media hora en mototaxi, desde Mahates, se llega a San Joaquín, generoso en vías y ávido de callejuelas.
En el barrio Villa Manuela, sobre la calle Brisas del Campo, vive Alfredo Martelo, un cultor de la décima, una composición versificada y metrificada que ha dejado bellos cantos al repertorio musical del Caribe y de América Latina.
Al llegar a su casa, el recibimiento es en décima y con abrazos para aquellos que lo visitan y reconocen su virtud y agilidad al componer.
Yo soy Alfredo Martelo
Decimero colombiano
Noveno entre diez hermanos
De ellos cinco decimeros.
Nací en el mes que más quiero
El día que más lindo es
Dotado de sencillez
Allí después de noviembre
Y fue un cuatro de diciembre
Del año sesenta y tres.
Hace pasar a su casa con la familiaridad del pariente que regresa para las fiestas patronales y muestra con orgullo los trofeos, medallas y premios obtenidos en festivales del Caribe. Es un atleta de la palabra. Para Martelo la décima es un arte que se teje en versos, como esas abarcas que él mismo elabora con hilos de colores. Es maestro de español de arte y oficio, y en sus clases involucra la décima para enseñar desde la definición de una palabra, hasta la acentuación de las mismas.
Con destreza, Martelo canta unas décimas que se parecen a los versos que compone Rubén Blades, quien también ama componer con palabras esdrújulas.
Tengo un aspecto esquelético
Debido a que soy alérgico
Después de ser tan enérgico
Me he convertido en diabético
Necesito un energético
Para mi problema hepático
Sabiendo que soy asmático
Lunático y muy colérico
Me dan es puro genérico
Pa’ mi malestar prostático
Para un examen glicémico
Busco un médico analítico
Me dijo que estoy raquítico
Zurumbático y anémico
Otro médico polémico
Otorrinolaringólogo
Al ver que escribí en monólogo
Se ciñó a lo sintomático
No me trató lo reumático
Me mandó para el sicólogo
Un espíritu diabólico
Me cambió el aspecto físico
Unos me ven como tísico
Otros me ven como alcohólico
Pero como buen católico
Yo rechazo lo satánico
Un homeópata o botánico
Me levantó lo virílico
Pero al llegar a lo idílico
A mi espesa de dio pánico.
Luego de los aplausos, conversamos sobre la corrupción y le propuse componer algunas décimas mencionando apellidos con tradición en esos asuntos. Martelo me dice que eso será para otra visita, porque él ya tiene unas décimas sobre ese tema. Los versos quedan como tarea para otro momento. Le dejo apellidos como Zuccardi, Vargas, García, Lleras, Santos, Pastrana, Vélez, Romero, Uribe, Montes, Turbay, Moreno, Merlano, Araujo, et. al. para que piense en otras décimas sobre corrupción. Martelo entonces me suelta las suyas, bajo el título La mafia de los animales, historias muy parecidas a la de los humanos.
Ardilla, zorra y león
Cotorra, loro y perico
Se asociaron con el mico
Jefe de la corrupción.
Llevaban la producción
De coca a unos extranjeros
Contrataron dos cruceros
A tiburón y a ballena;
Saliendo de Cartagena
Son nueve los prisioneros
Iguana, hicotea y gallina
Se fueron a un barrio nuevo
Abrieron venta de huevo
Allá en La mejor esquina
Como no eran de purina
Tenían la yema nutriente
Prendido del aguardiente
Llegó un pájaro maldito
Y se los chupo toditos
Gritando yo soy valiente
En el banco ganadero
Paloma, ratón y gato
Hoy pasan en un retrato
Por lavado de dinero
Perro es socio de golero
Vendiendo internet decente
Pato allí atrevidamente
Publicó que sapo es vago
Y que la rana es prepago
Sin importarle a la gente
La hormiga montó una empresa
Para transporte pesado
Y ahora por peculado
Una denuncia le pesa
Pero la mayor sorpresa
Fue del burro puñetero
Que empezó de mensajero
Bruto y con limitaciones
Y resultó con acciones
En el cuerpo de bomberos.